Feroz. Aullidos {Capítulo 30}

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(Aaahhh aay)

Elizabeth la ponía frenética los gritos roncos y sollozos de su hermanastro, no sólo era eso la espabilaba y de vuelta seguía a ciegas su voz...

Hasta que encontró rastro de sangre e inmediato siguió lo único que tenía para encontrarlo, su último intento.

* * * *

Cuando percató una figura de un perro grande inclinando hacia algo, Elizabeth corrió en esa dirección sin pensarlo dos veces, no había tiempo para tener miedo.

No sabía que ése animal tenía su grande mandíbula filosas incrustada en la pierna derecha parte trasera del joven inmovilizado boca abajo, así que Elizabeth sin mirar y averiguarlo, había tomado un pedazo de tronco y le mandó en la cabeza a la bestia.
Éste gritó ferozmente y luego emitió un gemido de dolor, - Como hacen los perros. - pero su dolor por el golpe cuando recobró quién le había pegado, se abalanzó hacia ella, la agarró con ambas manos y la lanzó contra un árbol haciendo que se dislocada un brazo, luego la bestia rabioso con sus dientes caninos bien afilados y con sus dos patas traseras, lento, se giró en ege e iba a continuar con su presa que la que más anhelaba la importancia, o sea en John.

Elizabeth como pudo tratando de no desmayarse, halló un pedazo de tierra en forma de piedra y se lo lanzó como pudo al lomo al animal, pero la bestia de pelaje negro y ojos azules no hizo caso. Elizabeth respiró profundo y sin esperarse de la acción se le abalanzó subiéndosele encima por el lomo, le golpeó y le golpeó repetidas veces con los puños en su lomo grueso. La bestia giraba en círculos para quitársela de encima...

De repente John se había levantado como pudo para participar en la pelea con uñas y dientes, de hecho ambos batallaban en contra de un ser abominable con uñas y dientes defendiéndose entre el una y al otro.

Sentían que en esto no iban a ganar; cuando la bestia agarraba a uno, la otra lo defendía con todo lo que tenía, su corazón, y luego lo liberaba y la atacaba a ella pero él la volvía a defender aún estando roto.

Hasta que la bestia finamente agarró a John por los suelos y ya no lo soltaba, Elizabeth le golpeó con una piedra hallada cerca de sus pies, una y tantas repetidas veces que el licántropo quedó al fin aturdido y lo liberó de su boca.

Elizabeth con el corazón a punto de agarrarle un infarto tomó a su hermanastro por el brazo y lo obligó a ponerse de pie, sin mirar atrás lo llevó a tirones para escapar de la muerte en persona.

Corriendo cojeando y hasta gritando, John era el que estaba con una de la pierna rota, Elizabeth estaba dolorida de tanta batalla y más por el brazo que le parecía que se le disloco, no estaba segura pero se le estaba anestesiando del dolor.

¿Creés que... esté muerto? -John, preguntó con los ojos empequeñecidos a la vez que sus piernas se doblegaban para todos lados y tenía los ojos turbios en shock.

Pronto el aullido detrás de ellos se hizo presente, un aullido ensordecedor que causó que los hermanastros de detuvieran por unos instantes por el dolor de los oídos que les afectó.

¡Hay que avanzar! Tenemos que seguir..., estamos muy cercaLiz, le pedía al joven sacudiendo sus hombros para que reaccionara. Sabía que John era sordo en ambos oídos y que usaba su audífonos; tal vez no estaba escuchaba, o tal vez...

Elizabeth le sostenía bien fuerte por su cintura a pensar de que le aterraba tocarlo físicamente.

J... John, pasa... bien tú brazo por encima mío como apoyo ¡Vamos! ¡Vamos!

Aaayyy... no creo..., no puedo. Tienes que dejarme, Liz. John se quiso derrumbar a tierra pero la chica no se lo permitió. ‐ Estoy roto, mi pierna sana está... - Se lamentaba lloriqueando.

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