Feroz. Aullidos {Capítulo 38}

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Los ojos de Elizabeth se le humedecieron, el joven percató su estado y se apartó unos centímetros para mirarla preguntándose que le sucedía...

— ¿He hecho algo malo, Elizabeth?

La chica pensaba repitiéndose: No es su culpa, no es su culpa, no es su culpa.

— ¿Elizabeth?

Ella apartándose de los brazos de su hermanastro, retrocedió despacio, tan despacio, teniendo la mirada perdida hacia la nada hasta que chocó la espalda contra el frío casillero.

Estaba sin aliento de no poder creerlo, del susto de haber caído tan bajo y de estar a punto de creérselo que fue real, pero no ha sido real, su mente le jugó una mala broma, una espantosa broma.

— Chica, estás haciéndome sentir angustioso. Habla ya ¿qué... te pasa? —John, la miraba de lado como si viera a un bicho comportándose

Elizabeth no podía liberar la voz del susto que se llevó, desconocía que ha sido eso que fue tan vívido.

— ¡Elizabeth! Tú corazón..., cálmate.

La chica le escuchaba ahora la voz de su hermanastro algo distorsionada como si fuera al fondo de un pozo. Trataba de escucharlo... ¿A caso era pánico?

John seguía con su insistir intentando que reaccionara ahora tomándola suavemente por los hombros, quería sacarle del shock sea lo que fuese que le estuviese pasando a está niña. Elizabeth se llevó el puño cerrado a la boca y se mordió, luego comenzó a deslizarse resbalado su espalda por lo largo del casillero, pero el joven antes de que ella llegara a sentarse de cola, no se lo permitió y la sostuvo, esforzándola a ponerla de pie nuevamente.

Luego la dejó por un momento y se fue a purar para ponerse el pantalón.

Sin aviso inesperadamente para ella fue alzada por los brazos fornidos...

— Ay no chica, te llevaré a enfermería. ¿Qué tienes? ¿Qué tienes?

* * * *

— ¿Vos sos el pariente? —Preguntó una doctora nueva de salud escolar.

— Si. Vaya al grano ¿qué le pasó a Elizabeth?

La doctora suspiró hondo antes de dar una respuesta:

— Tuvo pavor. Dígame algo ¿ella toma alguna clase de droga?

— No que yo sepa.

— Verás esto me desconcierta sobre esa chica, Grangerford. Me deja en una posición que ni los expertos podrían explicar. En mi evaluación personal que la observé su estado yo diría que pasó por... una etapa que colapsó sus emociones por algo o alguien provocado.

— Hable en castellano, no la entiendo.

— Grangerford, ni yo.

— ¿Y entonces? Usted es la doctora...

— Y entonces que hoy la lleves temprano a casa, necesitará reposo... mmm dos días. He ve a buscarla, está recostada en la camilla de allá. Ah si surge de nuevo su catatónica, vienes con urgencia y me lo cuentas ¿listo?

— ¿Catatónica? ¿eh?

Cuando John fue del otro lado dónde se encontraban las camillas, la halló sola extendida mirando la altura de la ventana que se encontraba de lado.

John iba abrir los labios pero luego de los cerró pensándolo bien con la cabeza. Se acercó a ella y la ayudó a enderezarse, luego Elizabeth bajó las piernas de la camilla con la vista al suelo, con cuidado la siguió ayudando ponerse de pie; al parecer le metieron un sedante que no era para dormir sinó que era para permanecer como en un estado zombi.

Feroz. AullidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora