Feroz. Aullidos {Capítulo 19}

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Elizabeth

Ya casi es un mes, de hecho ya lo es desde que estoy en La Gran Isla Malvina.

Mi hermanastro no ha cambiado, continúa indiferente y arrogante conmigo, ya no nos cruzamos miradas, ahora regresamos a lo de antes como dos desconocidos viviendo bajo este techo y..., y cuando nos encontramos en los caminos nuestras presencias se torna tensa e incómoda, John hace hasta lo imposible por evitar interactuar. No lo sé que le pasa. Nunca había presenciado su estado de ánimo que durará tanto tiempo; se supone que... debería ser cambiantes pero no lo está haciendo, algo le pasa y... creo que no me quedaré de brazos cruzados sin averiguarlo.

Algunas veces como podía esconderme y nadie me viera, aprovechaba para sintonizar el podcast de John Grangerford. Que ironía, yo oyendo a mi propio ídolo y a su vez medio hermano, es como un multiverso que se me metió en mi vida.
Las cosas que él hablaba te hacía encrespar los vellos de la espalda hasta estremecer. Su voz era como una sinfonía melosa y graciosa que te hacía relajar de un día pesado. Sus palabras no importaban mucho, él, como las transmitía con tanta pasión e intensidad, lograba sin querer sacarte un suspiro.

De hecho no sabía cuando era los momentos que él se tomaba libertad para grabarlo: ¿En la escuela? ¿Cuándo va camino por las calles? ¿O los momentos que a veces pasa sólo en algún rincón de la casa?

Sólo esperaba que nadie me descubriera escuchando su lista de Misterios o me volvería loca de la vergüenza.

* * * *

Después de que cuando salí de la escuela y di regreso a casa caminando sola por las calles del pueblo, a unos metros de distancia lo vi llegar a John en la otra dirección para la casa.

Si, hoy salimos un poco temprano del colegio debido a reparaciones eléctricas.

Ambos levantamos nuestras vistas y nos miramos por unos momentos, él pasó primero con las manos sepultadas en sus bolsillos de la chaqueta roja para atravesar en avance al patio de la casa, yo unos momentos después pero al ritmo de mis pasos que daba era lentitud para no alcanzarlo pronta.

Lo miré su espalda de físico atlético formidable que desapareció por detrás de la puerta, luego me tocó a mi pasar a la casa, cuando lo hice casi me tropiezo la cara con su espalda ancha. Parpadeo varias veces sin comprender quedándome con el corazón en la boca.

John estaba ahí detenido mirando algo que lo consternaba extrañado.
Desvíe la mirada de él y miré hacia adelante...

La familia Torres habían preparado algo escalofriante; había globos de colores celestes y blancos con amarillos colgados por todas partes de la sala, aguinaldas color azul colgados en los techos y hasta un cartel mediano preparado que nos decían: ¡FELIZ UN MES LIZ & JOHNNY!

La pareja Torres no se hallaban presentes, quizás no se esperaban nuestras llegada tan temprano...

— He... esto debe ser una broma del carajo. —Grangerford, sin dejar de recorrer con los ojos y sin moverse, escupió las palabras como un aire de viento, luego suspiró hondo y se llevó una mano en la cabeza.

Yo me mordí el labio por los nervios y me encogi de hombros queriéndome hundir en el piso por la vergüenza.

John sintió mi presencia y giró viéndome por el rabillo del ojo - al parecer no se había dado cuenta que yo estaba detrás suyo. - Buscando si señalarme como culpable o no de tener yo que ver con esto cursi, al rato de estudiarme como un rayo láser averiguó a través de mis ojos que no he sido, enseguida miró de vuelta hacía lo que tenía en frente y negó en silencio con la cabeza.

John avanzó y giró la sala para dirigirse a la cocina, yo le seguí tomando la distancia de siempre. Cuando llego, me paré junto al marco de la puerta de la cocina y me la encontré vacía a igual que John Grangerford que veía lo mismo que yo. Los Torres no estaban allí, pero lo que hallamos fue hoyas y cubiertos para lavar, y una torta a medio decorar.

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