" Escenario V "

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El lado más "dulce" de Iida.

¿No?

¿No?

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Tomando aquella rebanada de pizza mientras se mantenía viendo la película, hace ya una hora estaba un pequeño grupo haciendo "maratones", dado que era viernes, querían respirar de sus estudios y sus obligaciones de héroe en la sala común, comiendo cualquier chuchería y tomando gaseosas hasta reventar.

Iida la veía comer con los ojos más abiertos de lo común, si bien habían pedido varias pizzas, no esperaba que su linda, tierna y amorosa novia se comiera la sexta porción en un solo parpadeo sin el mayor cuidado a ser "fina" o de terminar de masticar correctamente.

Acomodando el lado limpio del pañuelo que tenía en su mano, volvió a estirarlo al rostro de la joven a su lado, limpiando los vértices de sus labios sucios de salsa y aceite, dio un corto suspiro.

-Come lento, podrías tener una indigestión.

Habló de forma baja, queriendo respetar el hecho que el resto de sus compañeros estaban concentrados en la película.

Las mejillas de la joven se tiñeron de un rojo muy leve, inclinandose para tomar su vaso y dar un fondo largo para bajar la comida, dejó el vaso y se giró para ver al peliazul.

-Siempre como de esta manera, no se de que hablas. -levantando su mano detuvo la de iida antes que acercara el pañuelo a su cara.- Y deja eso.

-Intento limpiar tu rostro, sobre todo tus labios.

Ardiendole la cara cando vio sus ojos bajar y subir nuevamente, tragó saliva con nerviosismo.

-Lo haré yo.

Quitandole el pañuelo y limpiando su boca, lo dejó sobre la mesa, agarrando uno de los bordes de la manta que compartían para así cubrirse apropiadamente volviendo su mirada al televisor, fue deslizándose al costado de Iida, quien sin dudarlo pasó su brazo por los hombros de esta y continuó viendo la película.

Aunque esa fue la primera vez que había notado las peculiares maneras de Iida a la hora de mostrar interés, no era muy diferente a cuando apenas estaban saliendo, recordando que en una cita el fue directo en decir que tenía una pequeña mancha de helado en el mentón, era gracioso que ahora hubiera cambiado y era alguien tan "disimulado".

Disimulado en el ámbito de las miradas, el hecho que él mismo se encargaba de facilitar su vida en un solo segundo. Muchos lo señalaban como algo muy sobre protector, pero llegaba a ser tan tierno en ocasiones que no importaba.

Soplando por milésima vez el mismo mechón que caía en medio de su vista, suspiró frustrada llevando su cabello hacia atrás, siguiendo con sus deberes.

-Permíteme.

Levantando la mirada antes de sentir el par de manos del peliazul acariciar su cuero cabelludo, despegó su cabeza de la tarea y se enderezó mientras él peinaba su cabello, tomando todos los mechones y muy suavemente atarlo en una coleta alta. Destacando que agarró dos prendedores y los colocó sobre el flequillo para que no tuvieran oportunidad de molestarla.

Contando con sus dedos cada una de las veces en las que el peliazul estaba atento a sus molestias y de la manera más cortés la ayudaba. Desde atar su cabello, cubrirla con una manta cuando ni ella sabía que tenía frío, comprar dulces en sus peores días de estrés, hasta prender música suave para que pudiera dormir con gusto antes de que él se fuera de la habitación. Simplemente detalles Iida.

Tirándose en el suelo luego de un arduo entrenamiento en el sabado libre, Uraraka empezó a estirar insistiendo que ella también debía hacerlo.. vaya que tenía razón. Al siguiente día agradeció no tener clases ya que su espalda y piernas dolía como el infierno hasta el punto de despertar por culpa de un calambre en el musculo de su pantorrilla.

Llegando a la sala y sentándose momentáneamente en el sofá, tocó la parte posterior de su cuello adolorido, cerrando los ojos y de manera suave trazando círculos, saltó en su lugar apenas un par de manos intrusas tomaron el lugar apoyándose en sus hombros.

-No hiciste el calentamiento previo y el estiramiento posterior ¿me equivoco?

Girandose para ver a Iida pasar a su lado y sentarse frente a ella, inlcinandose en el suelo y apoyando las manos en sus rodillas, acomodó sus lentes.

-Si, lo hice.

-¡Miente!

Girandose simultáneamente, Uraraka pasó corriendo en dirección a los ascensores.

-Lo supuse. Nunca estiras correctamente, podrías ocasionar una lesión a tus músculos.

Blanqueando los ojos inevitablemente mientras el peliazul comenzaba con su reproche otra vez, jadeó levemente por el dolor, cerrando los ojos y dejando que las manos de Iida trataran de desatar los nudos en sus pantorrillas. Apretando los almohadones del sofá por el apretón a esas zonas dolorosas, volteó para verlo, su rostro serio y concentrado, las gafas descendiendo con lentitud mientras mantenía su cabeza inclinada cómodamente.

Estiró la mano luego de unos pocos minutos, moviendo un par de mechones con su dedo índice, sus manos se detuvieron y la observaron.

-¿Acaso excedí la fuerza? Hazme saberlo.

-No. En realidad no siendo dolor.- mintió con tal de ver una sonrisa en el rostro de Iida-.

-Entonces funcionó, que bueno. Empieza a preocuparte por tu bienestar  porfavor.

Se enderezó y la observó sonriente, llevando una mano a su cara para acomodar sus anteojos.

-Me gustas Iida.. - dijo de manera suave y con una sonrisa burlesca. - ¿Quieres ser mi novio?

El peliazul soltó una leve risa y negó con diversión.

-Lo somos. Hace siete meses, nueve días y 12 horas.

-¡Que bueno!

Saltando del sofá, se colgó en el cuello de su pareja y dejó besos pequeños en su mejilla pero un jadeo doloroso la hizo levantar su pie y sacudir su pierna con energía, agarrandola y dejándose caer al sillón esperando a que pasara.

-Hasta que no estires no dejarás de tener calambres. -le reprochó.-

-¡¿De verdad?!
















- ⋅One-shot's [ Iida Tenya ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora