𝒄𝒖𝒕𝒆 𝒄𝒉𝒊𝒍𝒅𝒉𝒐𝒐𝒅

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"Y si te conviertes en mariposa nadie piensa más en lo que fue cuando ibas en el suelo y no tenías alas" (Alda Merini)

De principio a fin, había una vez un reino que jamás existió y que a su vez apareció en los confines de la mente inocente. Reino que poseía un rey amoroso, compasivo y apasionado, demostrando su amor a la reina que cautivó su corazón; un amor duradero que dio a luz al heredero de sus sueños. Los cuales fueron creciendo dando a demostrar a una niña soñadora y amante de los cuentos de hadas, como tu o como yo.

El Rey le hacía saber a su hija lo hermosa y especial que era cada día sin falta, su madre, la reina consigo también se lo repetía y siempre, personalmente, se tomaba el tiempo para hacerla ver bonita y especial. Los sirvientes, en parte, servían a sus gobernadores con respeto, inclusive se llevaban bien con aquella princesa que corría con su amado cachorro, el cual, es el primer can en formar parte de la familia monarca dado como un regalo de consentimiento a la pequeña Armelle; el cual fue creciendo junto a ella. Eran tiempos serenos donde la pequeña princesa vivía en su soledad de hija única, jugaba sola junto al pequeño cachorro y la habitación de la niña de rizos oscuros mostraba muñecas, casas de muñecas, pero en su mayoría había peluches, peluches de animales distintos, pero su favorito era un unicornio rosa y morado regalado por su amigo de la infancia en su cumpleaños.

La Princesa se tomaba el entretenimiento de jugar con sus peluches y crear escenas ficticias a su favor, gracias al poder de la imaginación; sin embargo, como todo un manipulador su mente perdió la energía y se aburrió. Miro a su fiel compañero canino con una leve tristeza en el rostro.

Armelle- Ya me aburrí, Dante, es aburrido siempre jugar sola sin nadie que pueda acompañarme o ver mi teatro de peluches...-Dijo la niña aburrida y triste mirando al canino-

El can solo la miró fijamente y luego solo lamió su rostro para animarla, lo cual, funcionó. En ese momento, la reina abrió la puerta y vio como se encontraba su tesoro, la cual, era consolada por su cachorro. La reina accedió a la habitación y se detuvo delante de la pequeña para saber cómo estuvo en su ausencia.

Marié- ¿Cómo ha estado tu día, mi pequeña princesa? -Preguntó la reina con una voz tranquila y llena de ternura-

Armelle- Bien, mamá, pero...-Detuvo su voz en duda, desviando la mirada-

Marié- Te noto triste, ¿hay algo que te ha arruinado el día, pequeña? - Preguntó con preocupación y una leve decepción-

Armelle- Me siento muy sola, mamá. No tengo a nadie con quién jugar, bueno, Dante está aquí, pero no es lo mismo...-Dijo con decepción y una leve tristeza-

Marié- Aun puedes esperar a finales de año, tus primos vendrán de visita y así podrás entretenerte mejor con ellos.

Armelle- Pero luego se volverán a ir y quedare sola otra vez un año entero mamá...-Dijo con la misma tristeza-

Marié- Esta bien, tú ganas...Conversaré con tu papá sobre cómo podríamos solucionar tu soledad, todo sea para hacerte feliz, mi pequeña mariposa. -Luego de decir dichas palabras, abrazó a la princesa depositando un beso en su frente-

La princesa solo sonrió ante la muestra de afecto y se despidió de su madre, quien salió de la habitación dejando a su hija jugar nuevamente. Armelle se mostró más animada ya que conocía muy bien a su padre, el rey Carlos lll.
Un padre que, sin duda alguna, no fallaría a su amada hija cuando se trata de su felicidad.

Pasando a un momento diferente, el Rey estaba revisando el papeleo, documentos que firmar más que nada, cartas que revisar, peticiones de los ciudadanos; claro estaba que el deber de un rey era pesado, pero ese peso solamente eran hojas de otoño sobre su cuerpo. El verdadero peso a cargar, simplemente era su familia.

Marié- Permiso, mi rey. -Dijo con educación la reina de gran belleza que accedía a la oficina del rey-

Carlos lll- Uh... ¡Mi reina! -Exclamó el rey mostrando una mirada de alegría, sus ojos brillaban al mirar a su mujer, cautivado ante su presencia-

Marié- Te veo muy ocupado hoy, mucho papeleo... ¿Necesitas ayuda? -Comentó la reina acercándose y mostrando preocupación en su mirada-

Carlos lll- ¿Yo? ¿ayuda? No, no, esto no es nada, mi reina, solo son unos pocos papeles que terminare pronto, tú tranquila.

Marié- Mejor te ayudare, mi deber como reina es ayudarte siendo tu mano derecha, no puedo quedarme haciendo nada mientras te torturas en esta oficina. -Dijo agarrando la mitad del papeleo y comenzando parte de su trabajo en su escritorio-

Carlos lll- Te dije que no era necesario, Marié... pero ¿qué podría hacer para desafiar tu bella insistencia? -Dijo mirando como niño enamorado a la reina que permanecía en su escritorio iniciando su trabajo-

Marié- Nada más que aceptar mi ayuda, majestad. Cambiando el tema, necesito hablar contigo sobre Armelle.

Carlos lll- ¿Qué le pasó? ¿Se enfermó? ¿Dante se lastimó? ¿Uno de sus juguetes se rompió? ¿Se lastimó la rodilla mientras corría? -Pregunta tras pregunta, el rey se levantó de su silla mirando a la reina con preocupación y pánico-

Marié- Tranquilo, Querido, no es nada grave. Solamente que nuestra hija se siente sola es todo.

Carlos lll- ¿Sola?... Pero estamos nosotros para ella, sus primos vienen a quedarse en navidad un tiempo y ella es feliz, ¿no es suficiente?

Marié- Al parecer no. Recuerda que nosotros trabajamos en nuestros deberes, pocas veces tenemos oportunidad de pasar tiempo de caridad con ella y además sus primos vienen a finales de año y se van al terminar los dos meses. Siempre termina sola con Dante...

Carlos lll- Tú y yo sabemos cómo terminara esto, ¿no? -Dijo mostrando una sonrisa traviesa mientras al mismo tiempo parecía feliz-

Marié- Sí... Igual, tener a más de un heredero al trono no es mala idea, más bien beneficia a nuestra sangre... -Dijo entre una felicidad leve y una vergüenza discreta-

Carlos lll- Eso es lo de menos Marié, lo importante es que tendrás un hijo de mi sangre en tu vientre, que tu seas la madre de mis hijos es mi mayor felicidad, heredaran tus hermosos ojos, no hay nada mejor.

Marié- Sigues sin perder lo romántico, majestad, ya llevamos 6 años de casados, pero fuimos comprometidos antes, aun así, te tomaste la molestia de poner por delante los sentimientos y cautivar mi corazón con cartas de amor y dulces, al final, todo terminó como tú deseaste que fuera.

Carlos lll- No hay cosa que pueda odiar más que los matrimonios arreglados, no iba a permitir que mi matrimonio fuese solo para beneficio de un reino y no hubiera amor en él. Además, ni en sueños pondré a mi pequeña hija en un matrimonio arreglado sin que ella sienta algo por un muchacho, hasta que ella se enamore y el chico la respete, todo bien para mí. -Dijo el Rey volviendo a su asiento determinado para seguir con su trabajo-

Marié- Hablando de matrimonios arreglados, ya llegaron las cartas de propuesta...-Dijo la reina mostrando 3 de 20 cartas con el mismo objetivo-

Carlos lll- Mándalas a quemar, ya les dije que mi hija no estará comprometida a nadie sin enamorarse. -Dijo entre el enojo y la determinación-

Marié- Me parece una perfecta decisión. -Dijo con una sonrisa mientras llamaba a un sirviente para enviar las cartas al fuego-

Ambos monarcas siguieron trabajando en equipo con éxito y el papeleo acabó más temprano que con el rey trabajándolo solo. Por otro lado, el sol se ocultó mostrando las estrellas y la pequeña Armelle salió al patio del palacio junto a su fiel compañero, Dante, a simplemente jugar, mientras era cuidada por sirvientas especializadas. Las risas de la pequeña princesa era lo que le daba vida al ambiente en el palacio y su fiel compañero no hacía más que perseguirla y ladrar; sin embargo, en un rato el rey y la reina hicieron presencia llamando la atención de la princesa en su mejor momento de diversión.

Marié- ¡Armelle! ¿Qué haces a estas horas jugando? Ya casi es hora de cenar. -Dijo la reina llamando la atención sin alteración-

Armelle- ¿En serio? ¿Ahora? Ya me estaba divirtiendo, mamá... -Dijo la princesa mostrándose nuevamente desanimada y corriendo hasta la reina que la había llamado-

Carlos lll- Ya ha sido un largo día, mi princesa. Debes comer y descansar porque mañana será un día importante para ti -Mencionó el rey acercándose a su hija para cargarla en sus brazos-

Armelle- ¿Por qué es un día importante?

Carlos lll- Asistirás a la academia Royale a comenzar tus estudios, ya has crecido lo suficiente y es momento de que inicie tu entrenamiento.

Armelle- ¿Asistiré a la escuela? ¡¿Enserio?! -Exclamó con alegría la pequeña que emocionada abrazó a su padre-

Marié- Eso sí, si comes bien esta noche y duermes temprano, tu día comenzara muy bien.

Armelle- ¡Esta bien, lo hare! ¡Vamos a comer! -Exclamó nuevamente mientras brincaba en los brazos de su padre quien trataba de controlar a la niña-

Carlos lll- Calma, calma, ya vamos, ¡no te emociones tanto!

La familia Real se disponía a caminar nuevamente al palacio, Dante los seguía agitando la cola mientras los sirvientes se ocupaban de ordenar y limpiar el patio tranquilamente. El ambiente familiar y perfecto era característico de la Familia Real, ya que nada podía destruir aquella inmutable felicidad. Pasada la cena, finalmente la hora de dormir había llegado, Armelle llegó a la habitación, se quitó su vestido, se colocó una pijama cómoda y de inmediato subió a la cama.

En el momento que la reina llegó a ver a su hija, está ya estaba en la cama esperándola. Lo cual, desató una risa alegre en la hermosa madre de la niña; la reina simplemente se acercó a la cama y se sentó con una sonrisa en su rostro.

Marié- Pareces impaciente, Armelle.

Armelle- No puedo esperar para mañana, mamá, pero como siempre necesito un cuento. -Dijo con una sonrisa encantadora mientras de sus sabanas sacaba su libro favorito-

Marié- ¿De nuevo "La Bella Durmiente"? -Preguntó con duda agarrando el libro-

Armelle- Sip, realmente amo la historia, además siento una conexión con la princesa Aurora, como si fuese ella.

Marié- Jajaja, bueno ya eres una princesa, así que puedes ser nuestra Aurora, ahora bien, acomódate que mañana será un gran día. -Dijo la reina acurrucando a su hija entre las sábanas-

La princesa solo se acomodó y comenzó a escuchar las palabras de su madre contando aquel bello cuento de hadas, donde una princesa fue embrujada para morir por un hechizo y salvada por un encantamiento que la haría dormir milenios, eso sí, solo un beso de amor verdadero la despertaría. La idea de un bello romance como el de Aurora, dejaba encantada a la pequeña princesa que al final se quedó dormida a medio cuento que la reina había narrado.

𝑴𝒐𝒏𝒂𝒓𝒄𝒂 𝑨𝒛𝒖𝒍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora