De tus ojos (Parte 1)

277 18 1
                                    

Rubí

Sentía que había perdido cualquier tipo de sentido con la realidad cuando su mirada cruzó con la mía, no creo que hayan sido demasiados segundos, porque se desviaron rápidamente hacia mi pecho, se reincorporó quedando frente a mi y cuando pensé que iba a tocarme, acercó sus labios a mi oído y me dijo que no solo era la mujer más hermosa que había conocido en su vida, sino que además estaba segura de que yo era la mujer más hermosa de todo el mundo. Cuando dijo eso entendí que nosotras no ibamos a acostarnos, nosotras ibamos a hacer el amor.

Se separó y nos quedamos mirando a los ojos con algo de pudor, pero también con una sonrisa que me llegaba a doler el rostro pues no era capaz de entrar más amor en mi corazón, sentía que con la Maca podía tocar el cielo y que nada era más importante que el momento que estabamos viviendo. 

Tomé su rostro y con un suspiro nervioso le pregunté si quería aprender conmigo y ella no me dijo nada, solo movió el rostro en una sutil afirmación para comenzar a besarme.

Nuestros besos siempre eran los mejores de todo el mundo, pero ahora existía una complicidad única que era incapaz de compararse con algún otro de sentimiento. Sus manos se fueron a mi rostro y empezó a tocarme con la yema de sus dedos, era un tacto tan delicado que me provocaba un leve cosquilleo. Se separó unos segundos de mi y en sus ojos vi reflejado mi rostro haciéndome sentir que nunca en mi vida me había sentido bella, me había sentido deseada, pero además sentía que me miraba con amor. Definitivamente yo jamás me había enamorado en mi vida.

Mis manos se fueron al borde de su polera, la miré y creo que entendió enseguida el mensaje, porque tomó mi mano e hizo que me levantara de la cama, enseguida sentí que mi desnudez se hacia cada momento más presente, porque aunque fuera verano sentí un leve frío, era irónico porque por otro lado sentía que mi rostro estaba ardiendo.

Sus manos se entrelazaron con las mías, que no paraban de sentir que esa polera sobraba, no podía dejar de pensar en eso. Con lentitud pero decisión me hizo comprender que no quería ser egoísta y deseaba mostrarme su cuerpo, el que llevaba tanto tiempo queriendo conocer, explorar, hacer sentir lo mismo que me hacía sentir ella a mí. Sin darme cuenta sus manos tomaron el borde de su polera gris y comenzó a subirla a una velocidad que yo consideraba imposible de soportar. Cuando llegó hasta el cuello la ayudé, porque ya no era posible esperar más. La pude ver, ahora ya no era mi imaginación haciéndome una broma, sino que tenía a la mujer más hermosa que mis ojos habían visto frente a mi. Me perdí en sus lunares y dejé de contarlos cuando me centré en el de su mejilla, si era un sueño no quería despertar, quería quedarme en ese sueño eternamente. Mis manos la acercaron a su cuerpo y al sentir mi pecho desnudo contra su pecho. Claramente tenía una prenda sobrando, por lo que no pude contener las ganas de comenzar a perderme entre su cuerpo. Me fui directamente a su cuello y no me importaba ocultar mis ganas de hacerla totalmente mía, porque aunque ninguna de las dos tuviera experiencia, sabía que nuestros cuerpos se iban a reconocer, de hecho, ya lo estaban haciendo, se estaban presentado con sinceridad, sin presiones y con un amor que nos embriagaba y la noche en silencio se volvía testigo de todo lo que sentíamos e íbamos a hacer.

Mis labios se volvían locos por su cuello, subía y bajaba. Las yemas de mis dedos comenzaron a subir por su espalda haciendo presión, tocandola con una desesperación hipnotizante. Mis manos sabían que la primera parada era el broche de su sostén y cuando su mano izquierda se fue hasta uno de mis senos me di cuenta que era un volcán en erupción, que mi corazón se volvía cada minuto un poco más grande, me sentía completa al lado de mi Maca. Una de sus manos se fue hasta su sostén y con una destreza admirable se lo terminó quitando dejando su pecho a mi total merced.

Como besan las mariposas - RubirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora