Capítulo 3: Descubriendo

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Centro pokemon, Ciudad Jubileo, 5:40 A.M.

Max, terminó sus quehaceres y regresó inmediatamente con Glaceon.

Max: *pensando* No sé por qué, pero Glaceon me intriga mucho. Siento que me está ocultando algo grave. Bueno, también está en su derecho de no confiar en mí. Apenas me conoce. Pero me da muchísima curiosidad. Voy a ver cómo está.

Max fue directamente a visitar a Glaceon. Abrió la puerta cuidadosamente por si estaba durmiendo y se acercó a su camilla, dejándole su desayuno.

Max: *con ternura* Hola, buenos días. Te traje algo para comer.

La Glaceon se levantó y devoró la comida como si no hubiera un mañana.

Max: *contento* Vaya, tenías mucho apetito.

Glaceon: *feliz pero tímida* La comida está deliciosa. Gracias. Mi entrenador solo solía darme bayas. Nunca entendí por qué.

Max: Me alegra que te guste. ¿Cómo te sientes ahora?

Glaceon: Un poco adolorida, sinceramente, pero estoy acostumbrada, la verdad.

Max: *en su mente* Pero no deberías estar acostumbrada a eso.

De repente, Max notó algunos moretones en la espalda de Glaceon, lo que le preocupó bastante.

Max: Oye, Glaceon, ¿qué son esos moretones?

La Glaceon se puso muy a la defensiva de repente.

Glaceon: *nerviosa y enojada* ¿Y a ti qué te importa? Son heridas de batalla, ¿vale?

Max: *sorprendido* Tranquila, solo preguntaba. Además, soy médico. Me preocupo por tu salud.

Max intentó acariciar la cabeza de Glaceon para tranquilizarla, pero ella le lanzó un Viento Hielo para evitarlo. Parte de la mano de Max quedó congelada, y Glaceon se dio cuenta de lo que había hecho.

Max: ¡Ay, eso duele! ¿Y por qué hiciste eso?

Glaceon: *muy avergonzada* Perdón, perdón. No sé en qué estaba pensando.

Max: *algo adolorido mientras trata de quitarse el hielo* Deberías tener más cuidado. No puedes congelar a medio mundo.

Glaceon: *avergonzada* Lo siento, es que creo que es algo que hago para defenderme, bueno, si es que puedo hacerlo.

Max: ¿A qué te refieres?

Glaceon se quedó callada, visiblemente incómoda.

Max: *suspira* Mira, tranquila. Sigue descansando y más tarde revisaremos cómo estás, ¿de acuerdo? *sonríe*

Glaceon asintió.

Cuando Max salió de la habitación de Glaceon, se encontró con la enfermera Joy.

Max: Hola, Joy. Buenos días. ¿Cómo estás?

Joy: Hola, Dr. Max. Pues muy bien, la verdad. ¿Qué hay de nuevo?

Max entonces procedió a explicarle todo lo que había pasado la noche anterior.

Joy: *sorprendida y enojada* Vaya, no puedo creer que un entrenador golpee a sus Pokémon. Esos tipos me enferman hasta más no poder.

Max: Sí, y no solo eso. Creo que hay algo peor. Cuando estaba escondido entre los arbustos, escuché algo. ¿Qué era? ... Ah, sí. "Ahora podrás demostrarle amor a tu Pokémon". Te juro que cuando le escuché decir eso, fue la gota que colmó el vaso.

Joy: ¡NO ME DIGAS QUE...

Max: No lo tengo confirmado aún, pero no tengo dudas de "eso". *le da un escalofrío solo pensar en esa idea*

Joy: ¡POBRECITA *FURIOSA* ESE ESTÚPIDO HIJO DE DITTO SI LO HAYO, SE VA A LAMENTAR CUANDO GALLADE LE META UNOS BUENOS COMBATES CERRADOS Y...

Max: *asustado* Tranquila, tranquila. No incluyamos a tu esposo en esto. Primero lo primero, vamos a tranquilizarnos.

Mientras hablaban, un chico entró al centro Pokémon, algo inquieto.

????: ¡Hola, buenos días!

La enfermera Joy fue a atenderlo, y Max la siguió porque iba hacia el mismo lado que ella. De repente, Max vio de lejos al chico y se escondió. ¡Era el chico de Glaceon!

Glaceon: Un rayo de luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora