Fairy Tales •|Volturi Kings|

Chapter Tree

Advertencia: contenido sexual explícito después de los tres puntos negros hasta el final.

— ¿Darías tu vida por uno de los nuestros? ¿Un vampiro? ¿Una criatura sin alma?

Maldita sea Bella, cuida tu lengua, respóndele bien a ver si así nos deja en paz de una vez.

— No sabes nada sobre su alma.

¡Pero no le gruñas, idiota!

Aro dijo algo en italiano después de la afirmación de Bella y luego se acercó, su boca abriéndose en dirección a su cuello. Daniel estaba empezando a entrar en pánico.

— ¡Espera! - Alice gritó desde su posición aprisionada por Demetri. Daniel dirigió sus ojos abiertos y expectantes hacia ella, rogando internamente que lo que sea que valla a decir sea suficiente para salvar a Bella. — Bella será una de nosotros, lo he visto. Yo misma la transformaré si es necesario.

Fueron los dos segundos más angustiantes para la vida de Daniel cuando por fin Aro extendió su mano y Alice fue liberada. Tomó su mano con desespero, como un niño en navidad desenvolviendo su regalo para saber que es lo que tiene dentro.

— Fascinante - pronunció Aro, sus ojos fijos en Alice. — Ver lo que has visto incluso antes de que suceda.

Aro se acercó a Bella y le acarició la barbilla, Daniel se tensó aún más contra Marcus.

— Tus dones te convertirá en una intrigante inmortal, Isabella... - Aro susurró, Bella se veía visiblemente incómoda y temblando, los dientes de Daniel estaban tan apretados por el coraje que creyó que se le romperían. —  Ahora, ve a prepararte. - le dijo Aro a Edward el cual aún estaba siendo aprisionado por Félix.

— Acabemos con esto. - Marcus pronunció, por fin desenvolviendo sus brazos del pequeño cuerpo de Daniel. —Heidi llegará en cualquier momento. Gracias por su visita.

— Les devolveremos el favor. - esta vez quien habló fue Caius, su voz autoritaria y su mirada de desdén absoluto sobre Edward y Bella. — Les aconsejo que lleven a cabo lo prometido ya que no damos segundas oportunidades.

— Adiós, mis jóvenes amigos...

Los Cullen, Bella y hasta el propio Daniel no perdieron el tiempo en cuanto se vieron liberados de sus restricciones, caminaron apresuradamente a la salida y no miraron atrás.

— Querido Daniel... - Aro volvió a hablar, Daniel solo dirigió levemente su cabeza interesado en lo que tenía que decir. — Nos veremos muy pronto, amor.

Aro dijo y Daniel se estremeció. Caminó aún más rápido hasta la salida junto a Alice y solo cuando estuvo cerca de ella pronunció:

— Preferiría que no...

•••

Un hombre rubio se encuentra en una recámara, un caballete frente a él, su cuerpo increíblemente tonificado y musculoso en exhibición, manos fuertes que llevan un trozo de carbón, mientras sus ojos de rubí miran fijamente a alguien por encima de su cabeza con hambre, insaciablemente, con avidez, incluso mientras sus dedos trazan una imagen en la pizarra blanca con trazos cuidadosos y reverentes.

De repente, como si el entorno hubiera estado en silencio todo el tiempo y solo ahora se hubiera accionado un interruptor, los sonidos carnales que resuenan en la recámara se escuchan; sonido de bolas golpeando contra la carne mojada, de respiraciones pesadas y suaves gemidos, de gruñidos guturales.

Otro hombre, este con cabello negro, está sobre una gran cama circular en medio de la habitación; cortinas carmesí y transparentes colgando del techo alto alrededor de la cama.