Chapter Five

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Esto es una maldita gilipolles

El pobre Daniel pensaba mientras se veía atosigado por Aro y sus preguntas. Para ser un vampiro anciano de más de tres mil años que bien podría estar adornando un museo, se comportaba como un puto niño.

Actualmente, después recibir la noticia de los autoproclamados huéspedes en su casa, a Daniel no le quedó más remedio que aceptar a los invasores si no quería tener un par de colmillos en su cuello; pero eso no lo hace más soportable.

Mientras Aro estaba aquí preguntando una y cada veinte tonterías más. Marcus y Caius estaban arriba haciendo quién sabe qué, Daniel sospecha que están hurgando en su habitación.

Por última vez Aro, mi tamaño de ropa interior no te concierne. — dijo Daniel, su voz llena de exasperación.

Pero tesoro, es solo para tener el conocimiento si en algún momento queremos hacerte un obsequio por tu amable hospitalidad.

¡Pues cómprame una tasa decorativa como lo haría cualquiera! ¿¡A mí qué me cuentas?! - Daniel gritó enfadado, su voz volviéndose chillona al final.

Es porque tiene un pene pequeño Aro. - respondió Caius llegando a la habitación, un par de boxers en sus manos, seguramente robado del cajón de Daniel, inspeccionándolo con minucioso cuidado. — Solo mira el tamaño de su ropa interior.

— ¡Qué no es pequeño! ¡Es tamaño promedio, gillipollas! ¿¡Qué tan grandes lo tienes que tener para que pienses que lo tengo enano?! - Otra vez Daniel volvió a gritar, se ha vuelto costumbre que lo haga en los últimos días, los Volturi siempre buscando una manera de avergonzarlo y volverlo tímido.

Caius sonrió como todo un depredador ante la pregunta retórica de Daniel, lamiendo su labio inferior con una mirada acalorada. — ¿Quieres averiguarlo?

— Caius ya basta. - Marcus habló luego de ver la mirada atónita de Daniel, su presencia junto a Caius desde que llegó pero sin atreverse a intervenir. — Lo estás incomodando.

¿Lo estaba haciendo Marcus? - esta vez habló Aro, una sonrisa divertida desde la llegada de Caius y decidiendo hechar más fuego a la conversación. — Creía que solo estaba respondiendo a la pregunta de Daniel. ¿No es así cariño?

— Todos ustedes son unos gillipollas...

•••

Los sueños revoltosos de Daniel volvieron a invadir su interior. Su imaginación traviesa llenando sus noches de situaciones lujuriosas cada vez más eróticas y pervertidas.

El miércoles pasado fue solo un hombre quien lo sometió. Él estaba recostado en una cama con telas de seda, sus ojos vendados y una mordaza para acallar sus gritos, ambos artículos ya empapados por sus lágrimas y saliva.

El hombre frente a él, cuyo única característica que pudo encontrar para diferenciarlo de los otros dos era su cabello negro, jugaba con su cuerpo.

Mantenía las manos de Daniel aprisionadas en la cabecera de la cama, la polla de Daniel también restringida por un anillo para el pene y sus pezones maltratados por dos juguetes con vibrador.

A su alrededor se encontraban muchos, pero muchos vibradores de diferentes tamaños, todos obviamente usados en el agujero de Daniel que ahora estaba siendo sometido por la polla de lo que él supone es uno de sus amantes.

En el sueño, Daniel suplicaba, repitiendo frases a través de la mordaza que querían significar algo como: “¡Fóllame! ¡Fóllame más fuerte! o “¡Correte dentro! ¡Quiero tu semen dentro de mí! o también, “Por favor... Déjame correrme... Soy tuyo, soy tu puta... Por favor”

Era un espectáculo que cuando por fin despertó, tenía una erección monumental.

El viernes, eran dos hombres en vez de uno solo. El mismo de cabello negro pero esta vez se le unió el rubio.

Parecía que habían decidido utilizar el juego de comida porque Daniel estaba cubierto de una sustancia que el rubio vertió de una especie de cáliz.

Era sospechosamente roja y Daniel incluso hubiera pensado que era vino si no fuese porque era extrañamente espesa.

Pero definitivamente al Daniel del sueño le importó un comino porque gemía cual perra en celo mientras los hombres limpiaban con sus lenguas la sustancia de su cuerpo al mismo tiempo que lo embestían por detrás.

El Daniel del sueño se encontraba encima y de espaldas al hombre con cabello negro, y de frente con las piernas abiertas al hombre rubio. Cada uno dejando besos y eliminando el 'vino' de su cuerpo.

Los dos pollas entraban y salían de su agujero a un ritmo bestial y cualquiera que lo viera pensarían que lo están matando sino fuese por sus gemidos de zorra necesitaba.

Los ojos de Daniel se pusieron en blanco por el placer y suplicaba porque lo llenaran de semen una vez más.

Pero fue el sábado el peor día. En lugar de ser uno o dos, estaban los tres. Pareciera que estaban jugando a una especie de juego de rol porque Daniel huía.

Estaba corriendo por una especie de jardín y al minuto siguiente estaba rodeado de tres hombres que lo violaban sin descanso.

El castaño era el que se encontraba esta vez en sus piernas. El rubio y el de pelo negro haciendo que jugara y lamiera sus pollas.

Cuando el de cabello castaño se vino dentro suyo y Daniel alcanzó su orgasmo, el rubio ocupó el lugar entre sus piernas mientras el castaño hacía que le limpiará la polla.

Cada uno se turnó para follarlo y llenarlo con semen mientras lo arrastraban al orgasmo. Las palabras de "¡Para por favor!" "Detente", olvidadas en el proceso de tener tres pollas dentro de él.

Daniel solo se dió cuenta de que era un juego de rol porque cuando todo terminó, y el Daniel de los sueños estaba cubierto de semen y agotado, los tres hombres lo tomaron en brazos y lo llevaron hasta una bañera lujosa en una habitación mucho más lujosa, lo mimaban mientras ronroneaban en su oído y lo atendían.

Cada sueño dejaba a Daniel con una erección grande que se negaba a tratar por la presencia de los señores Volturi en su casa. Los vampiros podían oír muy bien y él se negaba a que lo escucharan masturbarse.

Lo que Daniel no sabe es que los Volturi están muy concientes de su problema. Escuchándo sus jadeos y gemidos que soltaba en medio de la noche en sus sueños, oliendo su exitación y el líquido pre seminal que manchaba sus boxers en la mañana.

Caius incluso robó un par y se masturbó con ellos una vez. Aro siguió su ejemplo.

Los vampiros con parejas masculinas tienen el líbido un poco más altos que los vampiros con parejas heterosexuales. La parte sumisa es siempre quien se lleva la peor parte.

Daniel está completamente jodido ahora y no hay nada que pueda hacer para evitar caer en la tentación.

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