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Mientras su pelo era arreglado con un peinado y accesorios sumamente bellos, Hinata tenía pensamientos horribles.
Exterior hermoso, pero interior desagradable.
La joven de ojos perlas tenía ganas de llorar, y lo peor, es que sentía que no tenía derecho alguno de hacerlo. Todo ello era causa de que la princesa, estaba enamorada de Naruto Uzumaki.
Podría jurar que el, era el mejor hombre del mundo. Su sola risa era más hermosa que cualquier otro lírico.
Trato con el en una que otra ocasión, donde ambos parecían olvidarse del mundo cuando estaban con el otro. Dos jóvenes que estaban en su burbuja de alegría. Para su desgracia, ellos nunca fueron más que conocidos que se llevaban bien por la coincidencia de personalidades... Nunca ha sabido si ese joven de cabellos dorados siente lo mismo por ella.
Nunca le dijo nada sobre sus sentimientos.
Ahora, estaba siendo arreglada para un solo fin: Comprometerse con Satoru Gojo.
No, tal vez no estaba siendo obligada, porque ella aceptó, pero de todas formas, no era lo que ella deseaba. Ese hombre no era Naruto, nunca lo sería, y sin embargo, tenía que comprometerse por el "bien", de ambas familias.
— Vaya que se ve como una princesa, Hinata Sama.
Mencionó la mujer que la había terminado de arreglar. Un lindo kimono azul cubría su cuerpo, mientras su flequillo había sido acomodado a los costados de su rostro, unos cuantos cabellos caían, y gran parte de su pelo estaba en un moño, acompañado de una orquilla.
Si, se veía tan bien, pero se sentía tan mal... Nisiquiera sabia como era ese hombre en su carácter. Era guapo, pero su corazón a quien siempre añoraba, era a Naruto.
