Wizarding World

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—Menos veinte puntos para Slytherin —sentenció la profesora de pociones—. Diez por cada uno —los señaló.

Pronto, el resto de los alumnos de Slytherin los miraban con recelo, mientras que los pertenecientes a las otras Casas solo reían.

—¿Por?~ —preguntó el pelirrojo.

—Y te atreves a preguntar —gruñó el de ojos violeta a su lado, limpiando su cabello—. Cínico.

—Solo estaba ayudando a mi querido compañero con su poción; le salió mal, así que le hice el favor de tirarla para que pudiera empezar de nuevo.

—¿Y era necesario tirarla sobre su cabeza? —volvió a cuestionar Irina.

—Detalles~

El pelirrojo miró a su compañero, empapado en un líquido viscoso transparente. Este también lo miraba, entre su cabello mojado, con ojos amenazadores.

—Debería estar agradecido, señor Akabane, de que la poción de su compañero no fuera Filtro de muertos en vida o tendría bastantes menos puntos —señaló la rubia—. Ahora, vayan a limpiarse. Ambos. Y luego el director los esperará en su oficina.

El aula hizo eco cuando los alumnos comenzaron a murmurar burlas. Ambos jóvenes de levantaron de sus asientos con las túnicas goteando, tomaron sus cosas y salieron del aula.

Asano sugirió ir al baño del tercer piso, que siempre estaba vacío, con la esperanza de dos cosas; que nadie lo viera mojado y que nadie lo viera entrar al baño con Akabane.

—Eres un verdadero animal, ¿sabías? Un salvaje —señaló Gakushū apenas se vio al espejo.

Todo su cabello, cara y parte de su túnica estaban mojados. Mojados con un trozo de dedo de Grindylow, acónito y solo Merlín sabía qué más.

—Eso es, Gakushū-kun~ —sonrió con picardía mientras se cruzaba de brazos—. Casi dices mi nombre completo~

—No tiene caso —bufó, comenzando a lavar su cabello en el lavabo.

—No sé por qué me gustas, idiota! —ambos pares de ojos se agrandaron aún más—. ¡Espera, eso no es lo que quise decir!

—Yo tampoco quise decir que me gustas —se defendió. Sus ojos se volvieron a abrir con sorpresa ante sus propias palabras—. Yo te... ¿gusto?

Claro que no, pensó Gakushū, arrugando el ceño.

—¡Claro que sí! —Fue su turno de taparse la boca—¡Sí! Digo, sí. ¡Ahg! —gruñó llevándose las manos al cabello con desesperación—. O sea, me gustas pero si yo no te gusto ya no me gustas —Se tomó un momento para procesar lo que había dicho—. Espera, eso no sonó bien.

—¿Por qué si quiera estamos hablando de esto? —preguntó Karma de una vez, con un fuerte sonrojo.

Ni siquiera él sabía por qué; había pensado que Karma quería hacerle una broma pesada —muy pesada—, pero ahora su propia boca lo traicionaba. ¿Era mentira todo lo que había dicho? No, y seguramente lo que Karma había dicho tampoco lo era. Ese era más o menos el problema.

Bajó la vista al piso, pensando. Cuando una gota de líquido espeso manchó la baldosa, todo se aclaró.

—La poción.

—Sí, ya me dejaste en claro que fue algo salvaje habertela tirado encima, ¿puedes superarlo?

—Eres estúpido, ¿verdad? —Caminó hasta él—. Todo esto es tu culpa —acusó, acorralando al otro contra la pared.

Asakaru Week 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora