Esposo

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—Pediré la cena —anunció el peli naranja levantándose del sofá.

Karma solo asintió vagamente sin despegar la vista de su videojuego.

Caminó hasta el teléfono de casa junto al comedor, estratégicamente cerca de su novio, con un plan en mente. Marcó al número del restaurante de comida India favorito de Karma.

Al cabo de algunos segundos de espera, la llamada fue tomada por un hombre, quien le pidió su orden. Luego de dar una mirada para confirmar que su novio seguía sentado en el sofá, dirigió su mirada al piso, fingiendo actuar con normalidad.

—Sí, ¿podría repetirme el menú, por favor? —pidió. El hombre en la línea nombró varios platos, a pesar de que Gakushū sabía exactamente qué pedir—. Excelente, gracias —Se aseguró de hablar lo suficientemente alto—. Bueno, mi esposo va a pedir un pollo tandoori y... ¿sabe qué? me parece que ordenaré lo mismo.

Cuando alzó la mirada se encontró con una partida perdida en la televisión y los ojos abiertos de su novio, mirándolo con una mezcla de confusión y diversión. Sonrió al verlo, pero siguió actuando con normalidad. 

—Sí, es perfecto, gracias.

Akabane soltó el mando de su videojuego para comenzar a hacer gestos al peli naranja para que se acercara. Asano se acercó lentamente hasta tomar la mano de su pareja, cuya sonrisa parecía no poder abandonar su rostro. ¿Qué más podía hacer el de ojos violetas? Solo sonreír también. 

—Ven, tonto —susurró el pelirrojo. Jaló a su pareja hasta que este se inclinó; luego, lo besó.

Tuvo que alejarse poco después para poder responder algo que el empleado le solicitaba por teléfono.

Karma se apresuró a levantarse del asiento y dar un par de saltos alrededor de su novio, ansiando el momento en que este cortara la llamada. Se colgó del cuello contrario en un abrazo sincero sin dejar de moverse; Asano solo se dejaba tratar sin perder la concentración en la llamada.

—Gracias, lo esperamos —dijo y después, finalmente, colgó.

Karma se separó un poco pero sin retirar las manos del cuello de su pareja. Gakushū lanzó el teléfono por algún lugar y posó sus manos sobre la pequeña cintura ajena.

—Más te vale que esto signifique lo que creo que significa, porque si no, me veré en la obligación de aplicarte la ley del hielo por el resto del año por haberme ilusionado.

—Significa lo que crees que significa —susurró cerca de los labios rosados para luego dejar un casto beso antes de arrodillarse frente a su pareja—. Siempre me dijiste que no querías que te pidiera matrimonio en un lugar ostentoso —Sacó de su bolsillo un anillo dorado con una piedra roja en el centro; lucía más costoso que la propia casa en la que vivían. Karma parecía a punto de llorar o desmayarse, o ambos, pero sin dejar de lado la sonrisa enamorada que siempre se posaba en su rostro cuando veía al contrario—. Así que pensé que aquí, nuestra casa, donde despertamos juntos todas las mañanas y reímos, era perfecto —suspiró mirando a su pareja—. Karma Akabane —El nombrado contuvo la respiración de manera inconsciente—, ¿me harías el hombre más feliz del mundo aceptando pasar el resto de tus días despertando a mi lado?

Eso fue todo. Las lagrimas comenzaron a resbalar sin permiso por las mejillas del pelirrojo y su sonrisa se ensanchó más si era posible.

Se olvidó de la piedra preciosa y se concentró en Gakushū y en todo el amor abrumador que sentía; en lo nervioso que lucía, lo mucho que esos ojos violeta brillaban al verlo. A él y solo a él.

Se agachó —difícil decir si fue voluntario o debido a un fallo en sus rodillas— a la altura de Asano, lo tomó de las mejillas y lo besó con ferocidad. Pronto sus manos fueron al cabello naranja y un par de manos se posaron, una en su cintura y la otra en su mejilla mojada. El sabor de las lagrimas mezcladas de ambos se arremolinaban en sus labios.

Un sonido húmedo marcó el final de la demostración de amor y ambos pares de ojos se encontraron. Tenían las pupilas dilatadas, las pestañas mojadas de pura felicidad y un millón de emociones a punto de estallar.

—Espero que eso haya sido un sí —Intentó confirmar con voz agitada y una sonrisa en el rostro.

—Eso fue un "no vas a deshacerte de mí por el resto de tu vida ni aunque lo intentes, Asano Gakushū".

El pelirrojo alzó la mano izquierda y miró expectante a su pareja. Asano dejó salir un suspiro; estaba pasando, iba a casarse con el amor de su vida.

Levantó la temblorosa mano que seguía aferrándose al anillo y lo colocó en el dedo anular de Karma. La piedra roja pareció cobrar vida al contrastar con la piel blanca y el aro dorado brilló ante los ojos de ajenos. 

—Es precioso, Shū. 

Pero Asano no supo si se refería al dorado del oro o al de sus propios ojos, porque para él, el primero no valía nada comparado con el segundo. 

—No más que tú. 



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¡Qué vivan los esposos!

Hoy el capítulo tardó mucho, lo siento, tuve mil y un cosas que hacer; incluso pensé que tendría que publicarlo hasta mañana. Está editado algo rápido, así que si encuentran alguna falla de narración o algo que no tenga sentido, no duden en decírmelo.

Estoy muy feliz, solo nos faltan dos OS (uno triste y uno feliz aka mi favorito). Espero que les haya gustado este capitulo, no olviden votar y comentar si fue así (Ya llegamos a las 100 leídas, en menos de una semana, ¿pueden creerlo?)

Cuentenme sus planes de fin de año, ¿harán algo estos días? Quiero chisme.

Les ama, Jenn♡

Asakaru Week 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora