El fin

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El tiempo se detuvo para él y lo inundaron los recuerdos.

Recordó el día que lo conoció.

—Y, entonces, si sumamos ocho y veinticinco, ¿Cuál sería...?

Buenas, profe.

El grupo de niños levantó la mirada de las sumas y la dirigieron a la puerta. Gakushuu pudo notar a un niño pelirrojo, más o menos de su misma altura, recargado en el marco de la puerta.

—Akabane-kun, ¿cierto? —preguntó el maestro. El oji cobre asintió—. Llegas tarde.

—No, ustedes solo llegaron antes que yo.

Un jadeo ofendido resonó ante la respuesta y Gakushuu no pudo distinguir si el sonido había provenido de su garganta, de la de sus compañeros o de la del profesor. ¿Cómo podía ese niño hablarle así a un adulto

—No irás a la oficina del director por ahora, Akabane-kun —El menor se encogió de hombros, como si no le importara realmente—. Siéntate junto a Asano-kun.

Las miradas de ambos conectaron en cuanto el apellido del peli naranja fue pronunciado. Karma sonrió; Gakushuu, lo intentó, preguntándose mentalmente por qué su padre había elegido llenar el salón de mesitas dobles y no de bancas individuales.

Akabane se sentó junto a él sin dejar de sonreír. Pasado un rato de clase, le pidió a Asano un lápiz, un borrador, un color naranja, entre otras cosas. Con el ceño fruncido, Gakushuu le prestaba lo solicitado cosa tras cosa, hasta que este le pidió un cuaderno. 

—¿Por qué me pides tantas cosas si puedes usar las tuyas? —preguntó el oji violeta cuando notó la mochila del otro junto a él. Si llevaba una maleta, debía llevar al menos un cuaderno, ¿no?

Karma se encogió de hombros.

—No me gustaría malgastar mis cosas en esto —Giró el cuaderno ante la mirada atenta del otro.

Un dibujo muy mal trecho de Asano, notoriamente cansado, cargando al pelirrojo a modo de caballito apareció en su campo de visión. El oji cobre sonrió y mostró la punta de su lengua al ver el ceño fruncido del contrario. 

Recordó el día que se dio cuenta de que le gustaba, en el primer grado de preparatoria.

—Akabane —lo llamó sin dejar de caminar. 

El nombrado se giró para mirarlo.

—Qué sorpresa, ex-presidente~ —dijo. Su voz dejaba en claro que no estaba sorprendido para nada—. ¿A qué le debo su visita a mi espacio personal? —preguntó.

—¿Es cierto?

—¿Cierto?

—Que besaste a Yuriko de segundo en la fiesta de bienvenida de la semana pasada.

—¿Quién? —ladeó la cabeza, pero sin dejar de lado su sonrisa. 

Asano no pudo distinguir si realmente estaba confundido o solo intentaba hacer rabiar. Como hubiera sido, consiguió lo segundo. 

—Akabane.

—Lo siento, lo siento~ No llevo un registro de las personas a las que he besado en mi vida —se encogió de hombros.

Asakaru Week 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora