🌻 Capítulo 1☀️

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Mew Suppasit Jongcheveevat no podía creerse que su mejor amigo, ese con el que había crecido y compartido toda una vida, fuese a casarse. No solo porque Boat Napat Sinakluan y él se prometieron que jamás pasarían por el altar, sino porque, además, la idea lo ponía nervioso. Le hacía plantearse cosas en las que no quería pensar, como que, quizás, se estaba quedando atrás. En cierto modo, era como si todos madurasen menos él. Su amigo se casaba, su hermano mayor tenía novio formal cuando nadie esperaba algo así y en breve los cerdos empezarían a volar.

¿Qué estaba ocurriendo? ¿En qué momento él había pestañeado y todo había cambiado?

—¿Estás seguro, Boat? —Lo miró frunciendo el ceño—. No me
malinterpretes, Mild es un chico genial y de verdad que me cae muy bien,
pero estamos hablando de una boda. Casarse. Tener que disfrazarte y subir a
un altar para decir cursilerías.

Boat puso los ojos en blanco y negó con la cabeza.

—No lo entiendes. No tienes ni idea, Mew.

—Pues explícamelo —le pidió receloso.

—Lo quiero —respondió—. Lo quiero como nunca pensé que querría a ningún hombre y, cuando algún día te ocurra algo así y te enamores, entenderás que la idea de pasar toda una vida con alguien no es aterradora, sino casi un alivio.

—Dios mío, voy a vomitar si sigues…

—Mew, hablo en serio, no estoy bromando.

—¿Cuánto has bebido? —preguntó quitándole el vaso.

Boat resopló y se puso en pie. En media hora tenían que estar en una cena de la empresa que habían organizado para celebrar la fusión de la revista Golden Jongcheveevat con una cadena de televisión local. Su hermano, Yin Jongcheveevat, había conseguido aquel trato con la ayuda de su novio, War, y
eso era algo que su padre no dejaba de recordarle.

Es más, la tarde anterior, Mew había empezado a agobiarse cuando este le
hizo una visita sorpresa y, tras servirse una copa de coñac y sentarse en el
sofá, lo miró con desaprobación.

—¿Qué piensas hacer con tu vida, Mew? —le había preguntado.

—¿Vivir? —respondió alzando una ceja.

A su padre no pareció hacerle gracia la respuesta.

—Sabes de lo que hablo. He tenido mucha paciencia contigo, muchacho,
pero empiezo a pensar que eso ha sido un error. No te pido que dirijas la
empresa familiar, como a Yin, pero qué menos que tener alguna meta a largo plazo a la que dedicarte.

Y ese era precisamente el gran problema de Mew.

Desde que eran niños, su padre había puesto todas sus esperanzas en su
hermano mayor, Yin, estando seguro de que sería capaz de mantener la revista Jongcheveevat. Él nunca había tenido esa clase de atención. Era como si ya desde entonces todos lo hubiesen dado por perdido. La parte buena de aquello era que, tanto él como su hermano pequeño, Win, se habían pasado la vida divirtiéndose y disfrutando sin obligaciones que atender. La parte mala era que no podía evitar ser consciente de que su familia no tenía muchas esperanzas puestas en él y que, desde niños, él había sido calificado como la oveja negra, título que seguía conservando.

Así pues, dado que nadie esperaba nada de Mew, ¿por qué esforzarse?, ¿por qué molestarse en demostrar que sí que valía para aquello y que era inteligente?
Y ahora Boat, su compañero de travesuras, se iba a casar. Él se quedaría
solo, los años pasarían y terminaría siendo un viejo picaflor viviendo de la herencia familiar y fundiéndose todo su dinero en chicos, champán y tonterías sin sentido.

El chico que perdió su zapato. 💙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora