🌻Capítulo 5☀️

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Gulf aún seguía nervioso cuando llegaron a Sky Room, un local de moda
de la ciudad al que él también solía ir con sus amigos. Antes de que pudiese
ser consciente de que una noche triste y pensativa se había convertido en una
noche divertida e inesperada, Mew le colocó una copa en la mano y lo hizo girar cogiéndolo de la otra, moviéndose junto a él al ritmo de Forever Love, la canción de moda que sonaba bajo las luces de colores de la sala.

¿Quién iba a decirle que terminaría bailando con el tipo más sexy e
impredecible de la ciudad? Allí, bajo el cielo oscuro de la noche, a Gulf no le
parecía tan terrible. Ni mucho menos cuando se terminó la primera copa y Mew le rodeó la cintura mientras bailaban.

Su mirada gris era abrasadora. Tan intensa, que Gulf a veces se veía
obligado a romper el contacto visual entre ellos para no terminar cometiendo ninguna estupidez. Mew tenía los hombros fuertes y, bajo sus manos, eran el agarre perfecto que Gulf necesitó cuando empezaron a temblarle las rodillas al sentir su cuerpo rozándose contra el suyo al ritmo de la música, tentándolo. A Gulf no le pasaron desapercibidas las miradas de
algunas mujeres y hombres que estaban a su alrededor en la pista de baile, pero, por una noche, por un momento, quiso disfrutar de poder sentirse como el chico especial y único ante los ojos de un hombre como Mew.

—¿Te lo estás pasando bien? —le preguntó Mew.

—Sí. ¿Y tú? ¿Una buena última noche?

—Inmejorable —susurró mirándolo.

Gulf tragó con fuerza al notar la firmeza de los dedos de Mew en su cintura antes de posar la mano con la palma abierta sobre la espalda, cubierta por la delgada tela de la camisa, y descender peligrosamente hacia abajo mientras lo contemplaba fijamente. Pensó que, si le rozaba el trasero, moriría por combustión espontánea, porque nunca se había sentido tan… deseado.

—¿Quieres pedir otra copa? —le preguntó Mew justo antes de desviarse del camino y volver a subir la mano hasta su nuca para masajeársela con
delicadeza.

—Sí, algo más fuerte, por favor.

—Lo que el Príncipe ordene —bromeó Mew.

Fue al cuarto de baño mientras Mew se acercaba a la barra para pedir dos
copas. Mientras se miraba en el espejo se convenció de que esa también era su noche y de que merecía pasárselo bien. Cuando sintió un impulso minúsculo de echarse atrás y pedir un taxi para regresar a su apartamento, se miró enfundado en aquellas ropas y se vio
guapo y sexy, justo antes de recordar que, seguramente, si volvía a casa se
encontraría a Up y a Kao en el sofá. Seguro que lo invitarían a que se
sentara junto a ellos a ver una película y harían manitas y soltarían risitas
cómplices mientras él se esforzaría por no sentirse como un sujeta vela de manual.

Mew, en cambio, sí deseaba irse a su apartamento, pero porque tenía una
buena razón para hacerlo acompañado por ese chico moreno que lo había vuelto loco mientras bailaban en la pista minutos atrás. Esperando con
las dos copas mientras Gulf regresaba, recordó su cuerpo delgado y seductor
moviéndose contra el suyo al ritmo de la música y los esfuerzos que él había
hecho para no acariciarle el trasero por encima del pantalón y pegarlo aún más
a su cuerpo, hasta que no quedase espacio entre los dos.

—Perdona por haber tardado. —Gulf le sonrió.

—No es nada. Toma. —Le dio su copa.
Se sentaron en uno de los reservados y Mew lo miró.

—Así que eres el único de tus amigos que no tiene pareja —dijo, retomando la conversación que habían empezado horas atrás en los jardines —.Cuéntame el secreto, ¿se debe a malas experiencias o es que eres muy exigente?

El chico que perdió su zapato. 💙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora