Mew había aceptado ir a cenar al apartamento de su hermano. En realidad, no tenía ningunas ganas de hacerlo, pero ahora que por fin parecía tenerlo en cuenta, no quería desaprovechar ninguna oportunidad. Así que subió con una botella de vino en la mano y esperó hasta que War le abrió la puerta y le mostró una sonrisa encantadora.
—¿Qué celebramos? —preguntó Mew entrando en la cocina. Su hermano
estaba preparando pollo con salsa de vino y pimienta—. Vaya, eso tiene buena
pinta.—Celebramos que llevas una semana entera acudiendo a la oficina, por
ejemplo. O que al fin hemos conseguido dar con el nuevo domicilio del futuro
exmarido de War. Cualquier opción me parece una buena excusa para reunirnos un rato teniendo en cuenta que vivimos a dos plantas de distancia, ¿no te parece? —Yin lo miró sonriente. Parecía relajado.—Me alegra oír la noticia —dijo mirándolos.
Su cuñado, War, había pasado por un tormento años atrás. Se casó joven con un hombre que terminó convirtiéndose en su peor pesadilla, atándolo a él y maltratándolo. Cuando War logró escapar, se marchó a Nueva York y, poco tiempo después, consiguió un puesto en la revista Golden Jongcheveevat, como secretario de su hermano, del que finalmente terminó enamorándose. Sin embargo, todavía tenían mucho trabajo por delante. Al menos, ya habían contratado a una de las mejores abogadas de la ciudad especializada en ese tipo de casos y, al parecer, acababan de dar con el paradero de aquel monstruo.
—Entonces en breve conseguirás el divorcio.
—Eso espero. Aunque no es tan fácil —respondió War—. Queremos
denunciarlo, pero, para eso, necesitamos pruebas. Y no tenemos ninguna, más allá de mi testimonio.—¿No hay nada que se pueda hacer?
—Estamos en ello, aún al comienzo.
Mew asintió y cogió una cerveza de la nevera. Luego, los tres se reunieron alrededor de la mesa y, ya estaban a punto de empezar a cenar, cuando su hermano Win apareció cargado con varias bolsas, dado que al parecer había vuelto a arrasar en alguna tienda de marca. Se sentó a su lado y cerró los ojos al probar el pollo, como si jamás hubiese comido nada semejante.
—Está de muerte, Yin —le dijo.
—Gracias, hermanito —le guiñó un ojo.
—No, gracias a War, que hace que estés de buen humor desde que tienes sexo
y amor regular y permite que los demás podamos vivir más relajados.Mew se rio entre dientes al escuchar la contestación de su hermano pequeño y
ver la cara de mal humor que ponía Yin, con una de sus miradas asesinas.—Come y calla si no quieres que eso cambie.
—Por cierto, Mew, me ha contado un pajarito… —comenzó a decir Win—,
que al hijo de los Panich le gustas mucho. Y que el viernes se les vio juntos en Sky Room.—¿Quién te ha dicho eso? —gruñó Mew.
—Un amigo que los vio, claro.
—Es un buen partido —dijo de pronto Yin.
—A mí no me interesa —contestó Mew.
—¿No piensas sentar nunca la cabeza?
—No… sí… pero no así. No con él —añadió de repente. No es que nunca le
hubiese entusiasmado la idea de tener una pareja estable, pero también es cierto que hasta la fecha no había sentido que nadie le interesara más de lo normal, algo que pasaba de un par de noches divertidas. Pareja estable sonaba como algo importante y Mew no quería solo a un chico guapo para eso, sino a
alguien que le gustase de verdad, alguien como…
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El chico que perdió su zapato. 💙
RomanceEl chico que perdió su zapato. 🌻☀️ Hermanos Jongcheveevat, libro 2. Sinopsis: Lo último que Gulf esperaba durante la cena de la empresa era terminar la noche en la cama de Mew Suppasit Jongcheveevat, uno de los hijo del imperio para el que trabaj...