🌻Capítulo 7☀️

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El estómago y la cabeza le daban vueltas. Cuando Gulf abrió los ojos, se
sintió como si estuviese dentro de una lavadora que no dejaba de girar. Notó una arcada. Mareado, consiguió levantarse del sofá en el que había dormido y llegar hasta el cuarto de baño para tirarlo todo. Up entró y le preparó el cepillo de dientes tras pasarle una toalla mojada por la frente.

—Ya está. ¿Te encuentras mejor? —le preguntó.

—No mucho. Es como si el suelo se moviese.

—Vamos al comedor. Te prepararé un zumo.

—No creo que pueda bebérmelo. Ahora mismo tengo el estómago hecho un
ocho. Y anoche… —Contuvo el aliento cuando empezó a recordar trozos sueltos de la pasada madrugada que había vivido junto a Mew Suppasit Jongcheveevat—. ¡Dios mío! Anoche fue una locura.

—No me lo jures. —Up se echó a reír.

—No es gracioso. Que me he acostado con el hermano del jefe. Y que hicimos un montón de tonterías. Y, además, fue una noche increíble…

—Más detalles —lo apremió Up de inmediato.

Pero justo en ese instante llamaron al timbre. Su amigo se levantó y fue a
abrir. Las voces de los demás chicos inundaron el salón un minuto después y sus ojos se clavaron en Gulf, que los miró receloso y se cruzó de brazos, ignorando el dolor de cabeza que tenía.

—¿Qué se supone que están haciendo aquí?

—Mmm, pasábamos de casualidad… —dijo Mild.

—Y hemos comprado cruasanes para picar —añadió War.

Hubo un silencio en el que todos se miraron entre ellos, hasta que Up terminó resoplando y alzó las manos en son de paz antes de confesar.

—Está bieeen, admito que les mandé un mensaje esta mañana contándoles que
Mew Suppasit Jongcheveevat te trajo a casa al amanecer. ¡No me mires así, Gulf, era un chisme demasiado jugoso! Intenté evitarlo, pero mi lado malo a veces es más fuerte que yo.

—¡Serás traidor! —refunfuñó Gulf, pero luego su expresión se suavizó mientras reprimía una sonrisa y miraba a los demás—. Bien, no sé qué esperas
para prepararme ese zumo que me has prometido. Y tú, War, dame los cruasanes. Lo menos que me merezco es un poco de mimos si van a divertirse hoy a mi costa.

—Me parece justo —opinó Up.

Quince minutos más tarde, los cuatro estaban reunidos en los dos sofás del
salón, descalzos y con las piernas encogidas debajo de las mantas. El invierno había llegado con fuerza a la ciudad de Nueva York y aquel día hacía un frío polar que ni la vieja calefacción que tenían y el chocolate caliente que
prepararon después pudo llegar a mitigar.

A una parte de Gulf le gustaba que todos hubiesen acudido aquel día. Primero,
porque así no estaba solo y no podía pensar demasiado ni darle vueltas a lo que había ocurrido. Y segundo, porque hacía mucho tiempo que no era él el
protagonista de una conversación. Dedicándose a la prensa rosa, no había nada que a Gulf le gustase más que escuchar las historias de sus amigos y él y ver qué opinaban los demás sobre lo que pasó.

—¿Te pidió que pasaras una noche con él, así, sin razón?

Gulf asintió con la cabeza mirando a Mild y mordió un cruasán.

—Fuimos a un centro comercial y consiguió que abriesen una planta solo para que yo pudiera comprarme algo apropiado para esa noche. Ropa que
pagó él, dicho sea de paso y que es preciosa, aunque ahora está castigada en la cesta de la ropa sucia. Y después fuimos a tomar una copa a Sky Room. Todo era muy inesperado, no sé explicarlo mejor. No pensaba que Mew sería tan divertido. Ni siquiera que me caería bien, en realidad.

El chico que perdió su zapato. 💙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora