Acto 2

255 24 0
                                    

Varios minutos después, las dos viajábamos a toda velocidad por la ciudad en mi carro. Andrea se sujetaba fuertemente al asiento, temerosa de que en cualquier momento pudiéramos chocar. Sé que manejaba demasiado rápido y que un policía podía detenernos en cualquier semáforo, pero esos detalles eran lo último que me importaban en ese momento.

Luego de varios kilómetros, estacione frente a una florería. Nos quedamos en el interior del auto. A una distancia prudente, desde donde podían verse la entrada al local y tratamos de no parecer dos locas acosadoras.

— ¿Es aquí? —pregunté sin creer que Kara estuviera allí.

— Sí — respondió Andrea — A estado trabajando aquí desde hace unos meses. Incluso antes de que la florería se abriera ¿Por qué te sorprende?

Mire de nuevo con atención a la florería. No era precisamente el lugar donde me imaginaba a Kara trabajando.

— Esto no es del estilo de Kara.

— ¿No es de su estilo? Pero si es una repartidora. Este cuchitril es muy de su estilo.

Mire a André con molestia por ese comentario.

— Lo siento. Es la costumbre.

Bajamos del auto y decidimos esperar unos minutos antes de acercarnos. El valor y la determinación que había sentido en la boutique se evaporaron como el agua bajo el sol y estuve a punto de pedirle a Andrea que nos marcháramos cuando que de pronto Kara salió de la florería cargando con unas masetas que acomodo en el mostrador de la calle.

En cuanto la vi mis pies se movieron sin pensarlo. Corrí llena de alegría e ilusión para poder abrazarla. No podía ni quería esperar más para tenerla entre mis brazos. Estuve a punto de gritar su nombre a un par de metros de ella cuando...

— ¡Kara!

Detuve mi andar de golpe al ver a la otra chica que llego antes que yo y, abrazo a Kara con demasiado entusiasmo.

Al verlas, el corazón se me estrujo.

Aquella joven era muy atractiva y de inmediato me dio cuenta por la forma en que se abrazaban, que tenían una relación especial. La chica sonreía y Kara le correspondía.

Kara se veía... realmente feliz. Y la parte egoísta de mí, la odio por eso.

— ¡Lo logre Kara! ¡Por fin es mío! — dijo la joven sujetando a Kara de las manos.

— Kara— Andrea la llamó y yo no pide evitarlo. No podía moverme o reaccionar ante aquella escena.

Al escuchar su nombre, Kara se giró. Se sorprendió al verme, pero eso los duro unos segundos. Luego su gesto se endureció.

— Lena...— susurro.

— Ho-hola— la salude apenada, intentando sonreír.

— ¿Qué haces aquí? — pregunto con frialdad y desprecio.

— Yo...— no sabía qué hacer o decir. Solo podía pensar en el abrazo que minutos atrás había presenciado.

— ¡¿Qué?! ¿Viniste a invitarme a tu boda? — pregunto Kara con furia.

— No, yo no...— me apresure a decir, encogió de hombros — Solo quiero hablar contigo.

— Ya es muy tarde para...

— Por favor— suplique. Nunca, a nadie le había suplicado.

— No tenemos nada de qué hablar— dijo poniendo fin a la conversación.

— ¡Claro que sí! — traté de insistir.

— ¡Vete! — grito Kara — ¡Ya no me busques! – Dio un par de pasos al frente —No quiero volver a verte ¡Aléjate de mí!

¿Cómo se llamó la obra?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora