Acto 4

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— ¡Demonios Kara! ¡No creí que pesaras tanto! — se quejó Alex, mientras llevaba a Kara prácticamente cargada sobre su espalda como un peso muerto. La frente llena de sudor y las piernas temblorosas mientras intentaba subir las escaleras de su departamento.

— ¡Te voy a olvidarte! ¡Te voy a arrancar de aquí! — intentaba cantar Kara sobre la espalda de Alex, pero el alcohol en su organismo no le permitía articular palabras entendibles. Mucho menos hilarlas para formar una oración completa.

— Sí, claro — dijo Alex poniendo los ojos en blanco mientras subía un escalón más con dificultad — Kara... ¿podrías estarte quieta? — le pidió Alex, pero sabía que le estaba hablando a la nada.

Solo le faltaban dos escalones para llegar a la puerta de su departamento. Vivir en un segundo piso nunca le había parecido mala idea, hasta que tuvo que cargar con un cuerpo a sus espaldas que no solo pesaba, sino que además se resistía a ser transportado. Miro al frente, sintiendo temblar sus piernas y deseando no tener que subir más.

Casi en la sima, decidió tomar un respiro, así que bajo a Kara y la dejo sentada sobre uno de los escalones. Trato de recuperar el aliento y las fuerzas para continuar con la escalada. Se tomó un momento para mirar la puerta y de regreso a Kara decidiendo que, ya que la había bajado, primero abriría la puerta. Busco las llaves en sus bolsillos y cuando las tuvo en sus manos, se inclinó sobre la mujer seminconsciente.

— No te muevas — le ordeno.

Pero más tardo ella en hacer eso que lo que Kara sorprendentemente y pese a su estado, volvió a bajar los dieciocho escalones.

Cuando Alex se dio cuenta corrió tras ella, dejando la puerta abierta. Después de otros quince minutos peleando con la rubia por fin pudo entrar en el departamento.

Como Kara manoteaba y se balanceaba de un lado a otro, tiro una maseta que Alex tenía a un lado de la puerta, sobre la mesita de las llaves. Así que además de todo, ahora Alex debía recogerla.

Con su tolerancia cada vez más a punto de llegar al límite, dejo a Kara sobre el sofá y fue a la entrada para levantar la tierra y los pedazos de la maceta rota.

— ¡No puedo creer que me hagas esto, Kara! — dijo Alex mientras estaba en cuclillas — Primero te largas sin decir nada — continuo — ¿Sabes lo preocupada que estaba por ti? ¡Y luego me llaman a las tres de la mañana para que vaya a recogerte a un bar en donde te estabas cayendo de borracha! ¡Eso sin contar que tuve que pagar los daños que causaste! ¡Me debes un...! — cuando Alex miro de nuevo al sofá para reclamarle directamente a Kara, lo encontró vacío.

Miro frenéticamente a todos lados buscándola. Y la encontró de pie, junto a su reserva de vinos, con una botella en la boca, bebiendo como si el líquido que recorría su garganta no fuera más que agua.

— ¡Kara deja eso! — grito arrebatándole la botella, luego de correr hasta donde se encontraba.

Kara, tambaleándose, trato de recuperarla, pero estuvo a punto de caerse, así que Alex la tomo en brazos de nuevo y la llevo a la cama donde la arrojo como a un costal de papas. La vio removerse sobre la cama y suspiro frotándose la frente.

— ¿Qué voy a hacer contigo?

— D...e...et

Escucho que algo balbucea Kara, pero no logro entenderlo.

— ¿Qué? — pregunto mientras le quitaba los zapatos.

— ¿Dónde... esta?

Ahora si le entendió.

— ¿Dónde está quién?

— Quiero... verla...

— ¿A quién? ¿A Lena?

Cuando Alex dijo esas palabras, Kara comenzó a llorar.

— ¿Por qué vuelve si ya la había perdido?

— Kara...

— ¡Era mi vida! ¡Ella era todo para mí! ¡Le entregue mi corazón, pero lo único que hizo fue romperlo! ¡La odio! — las lágrimas se hicieron más intensas, aunque sorprendentemente parecía que dentro de su embriaguez había encontrado las neuronas necesarias para que su capacidad de expresarse fuera casi perfecta — Pero... la amo — siguió con un ataque de hipo entrecortando sus frases —Cada... — hipo — Maldita fibra de mi... — hipo —ser, ama a esa chica. Desde el primer beso que nos dimos supe que... — hipo — no podría besar otros — hipo — labios que no fueran los de ella. Quise darle todo— hipo — pero no fue suficiente. Nada fue suficiente. Y ahora la voy a perder— Kara se dejó caer sobre la cama y abrazo la almohada para seguir llorando.

Alex se sentó a un lado de ella, le aparto unos mechones de cabellos de la cara para poder verla mejor.

— Y aun así soy — hipo — capaz de dejar que me vuelva a last— hipo — imar con tal de probar sus labios de nuevo. Ella tiene mi corazón, le pertenece— hipo — y puede hacer lo que quiera con él.

— Kara aun puedes...

— No.

— No seas necia. No tiene caso que sufras así, ella te ama.

Kara se enderezo un poco. Parecía que iba a hablar, de hecho, abrió la boca, pero no salieron palabras. En su lugar, termino vomitando sobre los pies de Alex.

— Esta va a ser una larga mañana.

¿Cómo se llamó la obra?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora