Acto 3

196 18 0
                                    

Fui escoltada por los dos guardias de mi padre hasta su despacho en la mansión de la familia.

Nunca me había gustado entrar allí. Desde pequeña era un lugar que evitaba lo más posible. De hecho, la puerta siempre estaba cerrada. Y mis hermanos y yo, teníamos estrictamente prohibido el acceso, a menos de que fuéramos llamados.

Justamente esa una de las razones por las que nunca me gusto estar allí. Porque si entrabas, quería decir que estabas en problemas.

Al entrar me sorprendió ver no solo a mi padre, sino también a mi madre y a Nia, mi hermana menor. Algo estaba pasando y debía de ser grave ¿Acaso la diseñadora los había llamado para contarles que de nuevo había rechazado el vestido?

Miré en silencio a mi madre que evito mi mirada. Evidentemente estaba preocupada. No perdí tiempo con ella y busqué la mirada de Nia. Se encogió de hombros y negó con un pequeño movimiento de cabeza dando a entender que ella tampoco sabía lo que estaba sucediendo. La presencia de Lex no había sido requerida y no lograba decidir si eso significaba algo bueno o malo.

— ¿Qué esta...? — iba a lanzar mi primera pregunta, cuando mi padre hablo.

— ¿Tienes algo que decirnos, Lena? — su tono era tranquilo, pero su mirada era furiosa.

No se había movido desde que entre en su oficina. Sentado en la enorme silla detrás de su escritorio. Con los codos apoyados sobre la mesa perfectamente ordenada delante de él, y los dedos entrelazados a la altura de su barbilla. Simplemente me había observado entrar, en silencio. Desde las sombras.

Mire a mi madre, pero ella estaba evitando mirarme. Luego busque de nuevo los ojos de Nia, pero la angustia en sus ojos no me decía mucho.

¿Qué era lo que estaba pasando? ¿Era acaso que ellos ya sospechaban lo que iba a decirles?

No. Eso era imposible. A menos que la diseñadora hubiera abierto la boca.

Realmente no importaba. Iba a aprovechar esta oportunidad para ponerle fin a la farsa. Había pensado hablar a solas con mi padre, pero quizá, que estuvieran mi madre y Nia era lo mejor.

Tome una gran bocanada de aire y mire de nuevo a mi padre.

— Sí— hice una pausa — Voy a cancelar la boda— solté finalmente con todo el valor y determinación que poseía. Esperando que mi voz no dejara dudas de mi postura.

Esperé la reacción, pero, nadie dijo nada.

El silencio se alargó más de lo necesario y me di cuenta de que mis manos comenzaron a sudar. Una voz en mi cerebro gritaba que había sido una mala idea, que tenía que retractarme, pedir disculpas y salir corriendo.

De pronto, en el rostro de mi padre apareció una macabra sonrisa.

— ¿Vas a cancelar la boda? —pregunto con calma.

El tono de su voz me lleno de miedo.

— Sí— respondí apenas von fuerza.

Mi padre se puso de pie y, sin prisa, camino hasta mí con los brazos cruzados sobre la espalda. Se paró a solo medio metro y me miro directo a la cara.

— ¿Y se puede saber por qué tomaste esa decisión?

No pude evitar pasar un trago de saliva antes de responderle.

— No amo a James.

— ¿Amor? — repitió la palabra como si fuera la más estúpida de todas — Vamos, Lena – soltó una carcajada — El amor no existe. Es solo el invento de un puñado de miserables escritores que de algún modo tenían que justificar sus vacías e insignificantes existencias ¿Acaso crees que tu madre y yo nos amábamos cuando nos casamos?

¿Cómo se llamó la obra?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora