Acto final

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Lena comenzó a despertar al escuchar el ruido de las olas rompiendo contra las rocas. Poco a poco abrió los ojos tratando de enfocar la vista. Sentía un ligero dolor en la cabeza, pero no sabía debido a qué. Acomodo su cuerpo sobre la suave cama y las tersas sabanas que lo cubrían y abrazo la mullida almohada bajo su cabeza. Con el sonido de las olas fuera de la ventana lo único que deseaba era seguir durmiendo. El sonido de las olas siempre la relajaba.

¿Olas? Se cuestionó aun adormilada ¿Por qué había olas?

De pronto recordó lo que hacía antes de perder el conocimiento y se enderezo de golpe sobre la cama.

Estaba en una habitación enorme y lujosa que definitivamente no conocía. Miro su cuerpo y se dio cuenta con miedo, de que el vestido de novia había desaparecido. En su lugar llevaba un short y una playera de tirantes.

¿Qué era lo que estaba pasando? ¿Cómo había llegado ahí? ¿En dónde era allí? ¿Quién la había llevado? ¿Quién la había cambiado?

Fueron las preguntas que saltaron en la mente de Lena.

— Tengo que admitir...

Escucho su voz, pero no estaba segura. Quizá la había imaginado como tantas otras veces, podía ser que solo fuera producto su mente traidora. Lena cerro los ojos y guardo silencio.

— Que siempre me ha gustado mucho verte dormir.

Lena busco lentamente por la habitación de donde provenía aquella voz. Y la encontró.

Estaba frente a ella, sentada en un pequeño sillón frete a la cama. Kara que la estaba observando. 

Al verla, el corazón le dio un vuelco y sintió que algo en su interior se fue a los pies.

— Kara— susurro aun sin poder creer que fuera real.

La chica frente a ella se puso de pie y camino para acercarse. Lena la observo recorrer la habitación con calma y en silencio.

— Hola, Lena— saludo la rubia con una sonrisa en los labios, al pie de la cama — Espero que no te importe tener que pasar tu luna de miel siendo mi prisionera.

— Yo... ¿Cómo...? — Lena se miró de nuevo el cuerpo.

— Ah, eso -- Kara se rasco la nuca -- Bueno, tuve que quitarte ese horrible vestido y te puse algo más...— miro el cuerpo de Lena con una sonrisa — Cómodo— Lena se ruborizo — Te extrañe— le dijo finalmente, Kara.

Ante aquello los ojos de Lena se llenaron de lágrimas.

— Perdóname— le pidió bajando la mirada. Kara tomo asiento en la cama — Todo esto es mi culpa— acepto entre sollozos.

— Tienes razón— le dijo Kara sorprendiéndola — Tú eres la culpable. Es por ti que yo no volveré a enamorarme nunca— aquellas palabras le dolieron mucho a Lena, pero no podía decir nada, sabía perfectamente lo mucho que había dañado a Kara.

Si ahora la despreciaba lo tenía bien merecido.

Agacho de nuevo la cabeza, no podía verla a los ojos. Entonces sintió las suaves yemas de los dedos de Kara rosar los suyos, parecía como si poco a poco fueran pidiendo permiso para entrelazarse con los de ella. Lena levanto el rostro y se encontró con una sonrisa llena de amor. Sus dedos terminaron entrelazados.

— No volveré a amar, Lena— le dijo Kara — Porque mi corazón es incapaz de amar a alguien que no seas tú— con la otra mano, Kara limpio una lágrima que corría por la mejilla de Lena.

— Creí que mi padre te había hecho algo.

— Lo intento. Envió a tu hermano.

— ¿Lex?

— Tienes que saber que tienes más adeptos a tu causa de los que crees — Lena se quedó pensativa — Te quiere muchísimo ¿Sabes? Él me ayudo a robarme a la novia.

— Creí que Andrea...

— Tu amiga tiene una forma muy escandalosa de hacer las cosas. Pero gracias a ella tuve una muy buena distracción— Kara volvió a sonreír — Perdóname por abandonarte, Lena.

— No tienes que disculparte. Fui yo quien te dio la espalda. Deje que mis miedos... —Lena no pudo seguir hablando ya que Kara se lanzó sobre ella para besarla. 

Volver a sentir sus suabes labios fue la gloria para ambas. Poco a poco se recostaron sobre la cama envueltas entre carisias.

— Hablas mucho— le susurro Kara antes de volver a besarla. 

Después de una buena ronda de besos y caricias las dos se quedaron recostadas y abrazadas.

— ¿Qué va a pasar ahora? — le pregunto Lena.

— No estoy segura. Quizá sea difícil, tal vez lleguen momentos en los que tengas miedo, en los que quieras tirar la toalla, pero yo voy a estar ahí, Lena y nunca voy a irme. Eso te lo prometo. Incluso, dentro de muchos años, cuando estemos muertas, a donde sea que tú vayas yo iré— Lena sonrió.

— No creo que a ti te dejen entrar al cielo.

— ¿Por qué no? Puedo darle mordida a san Pedro. Quiero ver que intente separarme de ti— las dos se soltaron a reír en medio de aquella paz.

— Te amo, Kara.

La rubia clavo sus intensos ojos azules sobre ella. Acaricio el contorno de su mejilla con la punta del dedo finalizando en la punta de sus labios.

— Te amo, Lena— declaro antes de volver a besarla.

Lena decidido que iban a disfrutar aquel momento. Sabían que tenían mucho por enfrentar, un camino muy duro por recorrer. Pero también sabían que no estaban solas, tenían amigos que las apoyaban. Y lo más importante era que ahora se tenían la una a la otra y no necesitaban nada más. Ahora eran libres y podían amarse sin miedo, sin esperar la aprobación de otros, sin tener que preguntarse si hacían lo correcto. Lo único que importaba en ese momento era el amor que compartían y que nadie podía quitarles.

¿Cómo se llamó la obra?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora