Acto 1

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Estaba allí, de pie frente al espejo. Con la mirada clavada en mi reflejo. Con el vestido de novia más perfecto y hermoso que jamás hubiera visto. Con cada detalle que había pedido. Después de cada arreglo y especificación que había solicitado para que aquella prenda se ajustara a mi cuerpo como una segunda piel. Cada costura y piedra en su lugar. Cada corte y dobles milimétricamente exactos.

Era el vestido de mis sueños.

Pero la expresión que me miraba, lo hacía sin sentimiento alguno.

De hecho, hacía tiempo que había dejado de sentir emoción por nada. No sabía que pensar o sentir al verme allí, en aquella boutique, ante la mirada expectante de la diseñadora que había aceptado el reto para complacerme.

Luego de meses de quejas y trabajo, ya no podía ponerle un solo "pero" a esta obra de arte. Sin embargo, una molesta e incesante voz en mi cabeza solo gritaba:

¡Estas cometiendo un gran error!

Sentía el corazón angustiado, la mente exhausta y mi reflejo se parecía más a un fantasma que me miraba con desaprobación.

Y, aun así, no podía hacer que mis labios dijeran mis verdaderos deseos y sentir.

- Te vez hermosa - soltó por fin Andrea, luego de un largo silencio.

Me giré para mirarla, intentando forzar una sonrisa.

Andrea Rojas, mi mejor amiga y compañera de trabajo, se había tomado la tarea de acompañarme a la boutique para probarme el vestido de novia, como su tarea personal. Juntas habíamos estado asistiendo durante los últimos cuatro meses y siempre reaccionaba de la misma manera luego de verme con el vestido blanco.

- En verdad se ve hermosa, señorita- agregó la diseñadora con una sonrisa muy bien ensayada.

Pero yo sabía, por la forma en la que me miraba, que estaba tan harta como yo de toda esta situación. Si no es que más.

Estaba segura que si algún día escribía un libro sobre sus peores clientes, yo encabezaría la lista.

Traté de no prestar atención a su sonrisa falsa y volví a mirarme en el espejo.

- Esta vez no puedes ponerle peros, Lena- dijo Andrea sabiendo bien que no estaba nada convencida de mi apariencia.

- No lo sé...- dije tratando de encontrar algún defecto en aquel vestido. El que fuera - Hay algo que no me convence.

Escuché el suspiro pesado de Andrea a mis espaldas y ya sabía lo que iba a venir.

Aquella escena se había repetido una infinidad de veces en los últimos meses. Desde el día en que me avisaron que el vestido para la boda estaba terminado; iba a la boutique, me probaba el vestido, Andrea me llenaba de halagos y luego, me encargaba de encontrar algún detalle que no me gustara y así terminaban de nuevo en el principio.

Cansadas y sin vestido.

Tanto Andrea como la vendedora se habían guardado sus críticas por mi actitud y siempre con una sonrisa condescendiente, me aseguraba que la siguiente vez que lo viera, estaría perfecto.

- No me gusta - sentencien finalmente.

- ¿Podría darnos un minuto? - le pidió Andrea a la vendedora luego de mi última declaración.

La chica asintió y salió del probador dejándonos solas, sin decir o protestar una sola palabra.

- Sé lo que vas a decir- dije de inmediato - Pero de verdad hay algo que no me gusta...

- ¿Qué? - me preguntó con molestia.

- No lo sé - giré para mirarme de nuevo al espejo desde varios ángulos diferentes.

¿Cómo se llamó la obra?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora