Embrasse-moi - De Besos y Múerdagos

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Camino con pesadez hacia la puerta, siempre le había venido en mal el hecho de que la despertasen a esas horas de la noche. Suspiro cansada y tomo la perilla. Sus ojos se vieron dilatados al contemplar lo que se le desenvolvía frente a ellos.

La respiración se le detuvo un ápice y volvió a su marcha.

Camila volvió a observar a benjamín desde el otro lado del pasillo, el rubio manejaba un ramillete de flores amarillas y una sonrisa demasiado encantadora.

Le tomó de la camisa y lo jalo hacia adentro de su apartamento. Lo besó con pasión.

Eran apenas unos días desde que había decidido dar riendas sueltas a aquel sentimiento. Bien recordaba el lugar. Bien recordaba el momento.

Y podría remembrarlo la vida entera.

Pero en ese instante solo quería una cosa. Besarlo hasta cansarse, aunque quizá la idea de cansarse nunca existiera si de benjamín se tratara.

El muchacho dejo caer el ramo de flores que había llevado para camila. Enmarco el rostro de la muchacha entre sus manos y unió sus labios con los de su amada.

Y si, era su amada. Su amante. Su realidad.

Aún si él mismo se creía que todo ello hubiera vuelto a comenzar, tenía que agradecerle en ese momento a aquella idea – que en un principio se pareció absurda- de volver a unir al grupo. Sino hubiere sido por ello, y por que España siempre lograba encantarlos, ahora no estarían como estaban.

Deslizó sus labios y los poso en el suave y terso cuello de la castaña, camila movió su cerviz a un lado, dándole el espacio necesario al rubio para que disfrutará de su piel, tanto o casi igual como ella lo hacía de sus besos.

El muchacho llevó nuevamente sus labios hacia los de la castaña y le regaló un beso profundo y lujurioso, luego su rostro descendió hasta el blanco cuello de su amante – nuevamente- y lo succiono con deseo…Y con la inconsciente idea de que todos notarán, luego, que camila era solo suya. Aunque sonará ilógico, por ser como eran, pero en aquellas banalidades de amor, las mentes no toman conciencia sobre lo que es real y lo que no lo es… simplemente el deseo forma aquel cuento peculiar, donde las miradas bastan y en un lenguaje impar los amantes se susurran cariños que nunca se escucharán… Y las muchachas se convierten en princesas….

Poco a poco y muy lentamente, el muchacho comenzó a desabotonar los broches del pijama de camila. Le susurró palabras adecuadas al momento, aunque tal vez la idea de decirle “que lo mataba su pijama de osos” no hubiese sido la más adecuada.

Termino por desvestirla. Y volvió a besarla.

Camila alzó sus manos hacia el cuello de su amado y profundizó el beso. Acaricio con vehemencia los rubios cabellos del muchacho. Y sonrió con ternura.
Benjamín la abrazó suavemente logrando que la castaña enterrara el rostro sobre su torso. Camila aspiro ese exuberante aroma que solo benjamín sabía desprender, y que ella tanto amaba.

-Te amo- le susurro el chico y ella volvió a sonreírle, elevo su rostro y en un punto fijo del espacio camila giró su rostro suavemente, logrando que sus narices friccionaran en un gesto infantil.

Comenzó a desabrochar la camisa del rubio y lo hizo con deleite, mientras contemplaba su tan marcado torso.

Lo besó. Al punto que los dos sintieron la piel erizárseles.

Él llevo sus manos por debajo de las rodillas de la mujer y antes de que la castaña pudiera preguntar que era lo que estaba haciendo. El rubio logró alzarla en brazos y encaminarse a la habitación de camila. Que bien conocía.

La contempló con tesón y pasión, y mimó su rostro con caricias exclusivas para ella.

La penetró muy lentamente y con ternura. Hicieron el amor de la manera que solo ellos podían crear, y como lo venían haciendo algunas noches anteriores. Volvieron a besarse antes de llegar al punto cúspide. Y camila ahogó un gemido cuando se hubo vista besada por benjamín. Cerró los ojos y trato de recuperar su respiración.

• Relatos || Pablizza / Benjamila •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora