Un bot no puede enamorarse de un humano.
Bee le daba vueltas a ese asunto a diario.
Cuando le comentó a Sam cómo se sentía respecto a la sargento, Mikaela bromeó con que estaba enamorado. Pero el estudiante no tardó en decirle que aquello no era normal.—¿Por qué no?—la chica miró reprochante a su novio—. Así como por ti siente aprecio, por ____ puede sentir amor.—
—¿No se supone que a él deberían gustarle, no sé, mujeres... De metal?—Mikaela rió por lo bajo.
—Que tonto eres...—
~•~
—Buenos días, Bee.—Sam abrió la puerta del garage, notando que su amigo escuchaba canciones algo romanticonas en la radio—. Por lo visto ya sabes que día es hoy.—
~Viernes 15 de agosto, 27 grados. Temperatura ideal para un picnic a orillas del mar.~
~La bella princesa vendrá hoy al castillo, estoy ansioso.~
~Love is nothing stronger, than a boy with love... ♪♪♪~
El Witwicky negó divertido antes de darle espacio al auto para que saliera del lugar.
Tal y como pasaba los 15 y 30 de cada mes, ____ Rodríguez visitaría el hogar para algunas revisiones de rutina.~•~
—¿Cómo van las inscripciones, Sam?—la mujer escaneaba la casa, buscando lecturas anormales de energon.
—Excelente, de hecho. Ya tengo universidad.—
—Oh, maravilloso.—volteó hacia el auto, que se encontraba en el patio—. ¿Ansioso por la uni, abejita?—
~Me han abandonado, nadie me quiere.~
—... ¿Otra vez se dañó su modulador?—
—Solo se hace el tonto, no le prestes atención.—
—No entiendo porqué no quieres llevarlo.—terminó de escanear el patio—. No puedes dejarlo aquí solo, ya te dije que no me gusta verlo encerrado en el garage.—
—Le dije que vaya con Optimus, es él quien no quiere ir. Mi mamá tampoco lo quiere aquí cuando me vaya.—
____ se acercó al auto, abriendo la puerta y sentándose en el asiento del acompañante.
—Sam es un tonto ¿Cómo va a dejarte?—le sonrió a la nada, conectando una computadora a su tablero—. Veamos si tus sistemas están bien, y revisemos ese modulador...—
El robot adoraba esas revisiones.
Le daban cosquillas por todos los circuitos, y el hecho de que la mujer sea quien se las hacía, lo ponía feliz.—¿Te duele algo?—solto mientras tecleaba rápidamente en la laptop.
~Negativo, señor.~
—No veo problemas en tu modulador ¿De verdad te haces el tonto?—
~Puede ser...~
La doctora dió unas palmaditas en el tablero del auto, para luego bajarse.
—¿Cuándo te irás?—miró a Sam mientras acomodaba sus cosas en una mochila.
—dos semanas, papá me llevará a la universidad.—
La mujer parecía estar meditando algo, hasta que comenzó a llenar la dichosa ficha de datos.
—Firma aquí, todo está en orden.—le señaló el pie de la hoja—. Oye, Sam... Déjame llevarlo conmigo.—
—¿Qué?—