Sideswipe apenas llegaba al hangar cuando la doctora lo recibió preocupada.
—¿Te dañaron mucho?—
—Disparo en la cintura, no es para tanto.—
—Si, sí lo es.—
la mujer le indicó que se dirigiera al área médica y que se tumbara en una de las enormes camillas. Lo acompañó todo el trayecto.
—¿No debías ir a la casa de Sam hoy?—Swipe se acostó, soltando uno que otro quejido de dolor.
—Ratchet no está, y cuando supe que venías con una herida decidí quedarme. No podía dejarte tanto tiempo sin atender.—____ tomó su laptop—. Después le avisaré a Sam que iré en la noche, de momento revisemos esa herida.—
~•~
~¿Y la dama?~
~Ya es tarde.~
~¿Te avisó algo?~
—No, Bee. Ya me preguntaste eso 20 veces y te dije que no sé qué pasó.—
El auto comenzaba a preocuparse cada vez más por la ausencia de la mujer, quien nunca faltaba ni llegaba tarde a sus citas de revisión.
—¡Sam, ____ está aqui!—la señora Witwicky se asomó por la puerta trasera de la casa, llamando la atención de su hijo.
—Ahi tienes a la doctora, Bee ¿Puedes calmarte ahora?—
~Totalmente.~
—Buenas noches, caballeros.—una ____ totalmente agotada se asomó por la puerta del garage.
Bee estaba por recriminarle su tardía llegada, hasta que vio el energon manchando su ropa.
—¿Qué pasó?—Sam la miró preocupado.
—Sideswipe fue atacado en una misión, La herida fue peor de lo que parecía. Pero no se preocupen, pude salvar su trasero.—suspiró cansada antes de sentarse en un viejo escritorio del rincón.
—Te ves agotada, no deberías haber venido.—____ le restó importancia con un vago gesto de manos.
—Si no venía, el bot bebé de aquí se habría ofendido.—
~¿Yo? Jamás.~
—Como si no te conociera...—
~¿Viniste solo por mi?~
—Asi es, yo no falto nunca a mis citas.—
La mujer sonrió apenas Bee comenzó a reproducir baladas románticas.
—Lo malcrias, doc.—
—Adoro a tu auto, Samuel... Voy a robártelo algún día.—
~•~
—Sé que solo es estético, pero déjame arreglarlo.—
Bee miraba completamente embelesado como aquella mujer pasaba una pulidora por su capó.
—Podría buscar otro auto, cambiar de modelo.—
—Este me gusta, no lo cambies aún.—pasó un trapito sobre aquel raspón ahora limpio—. Los Camaros son los autos favoritos de papá y míos, él no me perdonaría si dejara que uno tan lindo ande por ahí todo abollado y raspado.—
—¿Soy lindo?—
—Eres un Camaro, de mis colores favoritos y además pareces una abejita o un girasol.—enumeró cada cosa con los dedos—. Por supuesto que eres lindo. El Autobot más apuesto... Tal vez Optimus es un poquito más-
—¡Traidora! ¿Qué diría tu padre sobre esto?—
La mujer no pudo evitar reír con ganas con aquello, mientras tomaba su rociador y un tarro de pintura amarilla.
—Es broma, Es broma... Tú eres mi favorito, Bee. Desde que te conocí tiempo atrás... Que nunca se te olvide eso.—
Y otra vez ahí estaba, esa extraña electricidad recorriendo el cuerpo de Bee. Esa que solo ocurría cuando la mujer hablaba con él.
¿Qué era ese agradable sentimiento?