The Gost of you

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- Sí. Él lo hizo.

- ¡Diego deja de decirle esas cosas! Stan, escucha.- se acercó e intento tomar al niño de los hombros, pero Diego se lo impidió.- déjame hablar con él.

Luther vio con enojo como Diego lo ponía atrás de él, y aquellos ojos que más amo en toda su vida expresaban un gran rencor.

- ¿Por qué? Si tú mismo dijiste que no eres su padre.- diji cínicamente.- Él no es nada para ti, así como yo, no somos nada para ti.

- Diego.- gruñó Ben queriendose acercar. Diego se estaba sobrepasando y Stan estaba en medio de todo esto. Debían detenerse antes de cometer otra tragedia familiar.

- No es tu problema, hermano. ¿Por que mejor no vas a arreglar las cosas con Cinco? Que por lo que veo, tampoco haz sido buen padre.

- Ese tampoco es tu problema.

- Ey, los dos. Cálmense. Debemos unirnos mejor ahora como familia no pelear.

- ¿Cómo puedo hacerlo si me estan negando a mi hijo?.- refutó Luther. Su mirada chocaba con la de su pareja. Ambos sentían esa tensión. Incluso el pequeño junto a ellos.

Stan no se separaba de Diego por temor a que su padre le haga daño. Quería creer que no fue así, pero al escuchar el relato de su madre ¿es normal que le doliera tanto?

- Que no es tu hijo. Tú mismo lo dijiste.

- ¡No pensaba bien lo que dije! ¿¡acaso no lo entiendes!? ¡no me hagas ver como el malo frente a mi hijo, Diego!

- No como el malo, pero sí eres como papá.- le recordó el horrible infierno que habían pasado con su padre.

Luther sentía la sangre hervir bajo sus enormes y fuertes brazos. El que su pareja le negara algo tan importante para él como su hijo. Le dolío horrores lo que paso en el pasado, pero ahora, tenían a su hijo con ellos. Un hijo que les necesitaba unidos más que nada en el mundo.

- Papá... ¿tú no querías que nacier..?

- ¡Stan! Pero claro que quería que nacieras.

Sin importarle el disgusto de Diego se acercó hacia el pequeño mirandole a los ojos.

- Tú siempre fuíste mi mayor ilusión.- le confesó con una sonrisa que le iluminó los ojos.- ser padre para mi era... ¡mejor que vivir en la luna! Poder verte crecer, jugar contigo, darte a un padre ejemplar como yo no pude tener. S-sin importar nada, ahora, tú eres mi hijo. Tal vez nos soltamos unos años.- río y Stan sonrío.- pero te prometo que estaré contigo lo que resta de la vida.

Diego jadeó en silencio. Esas palabras siempre iban al final de las promesas de amor que se hacían cuando solo tenían 13 años. Cuando todo comenzó.

- A ver ¿robarías por mí?.- preguntó juguetón Diego Hargreeves.

- Papá nos ha enseñado que esta mal. Somos héroes. Pero, si es por ti, la mona lisa ya estaría en mis bolsillos.- alardeó haciendo reír al otro.

- ¿Y sobre ir a la luna?

- Tú eres mi luna.

Luther se acercó a besarle lentamente hasta recostarlo en las mantas debajo de ellos, estaban en una casa de campaña por su hermana donde convenientemente su padre ni su madre Grace podrían encontrarlos.

"Gracias, Allison".- pensó el rubio al momento de irse quitando el chaleco de uniforme y hacer lo mismo con el de Diego, pero un botón se atoró y algo desesperado necesitaba quitar esa molesta prenda del bello cuerpo de su héroe favorito. Tanto que la respiración se le agitó en frustación. La escena era cómica para Diego. Luther no era muy paciente a veces.

Cuéntame de papáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora