Capítulo VI

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"—Te haz tardado en aparecer por aquí —dijo—

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"—Te haz tardado en aparecer por aquí —dijo—. Ven, acércate. Te hemos estado esperando".

Sus ojos observaron a la yegua junto al norteño con atención, el joven príncipe se encontraba de pie en las puertas de los establos. El joven Stark pasaba el cepillo por la brillante melena de Fiona, él lo observó por encima de su hombro con una pequeña sonrisa.

El príncipe Lucerys se acercó a Fiona con pasos lentos pero seguros, y con una media sonrisa plantada en el rostro; Robb colocó su mano en la yegua manteniéndola calmada a la cercanía del joven Lucerys. El viento llegó a su rostro acariciando su piel, y robándole escalofríos enternecidos. Al acercarse lo suficiente a la yegua, llegó acariciar su suave melena entre sus palmas. La sentía tan suave bajo las yemas ásperas de sus dedos.

"—¿Me han estado esperando?" Preguntó.

"—Ayer te ví tan emocionado por montarla y pasar más tiempo con ella, pero la inesperada visita del príncipe Aemond arruinó el momento". Dejo escapar una risa suave al recordarlo. "—Creí que no volverías pero mírate; aquí estás".

Lucerys sonrió ante la mirada de la criatura. "—Es mejor tarde que nunca".

Robb dejó de cepillar la melena de la yegua, y giró todo su cuerpo al príncipe dándole una sonrisa de boca cerrada.

El norteño paso su mano en el pecho de Fiona mientras miraba a Lucerys. La yegua pisó el suelo con fuerza seguido de un empujón con su cabeza alejando a ambos.

"—Oye, tranquila. Sabes que yo te amo". Le dijo, como respuesta recibió un resoplido antes de girar su cabeza al príncipe.

"—¿Va a matarme, verdad?" Tragó saliva al notar como ella como comenzaba a acercarse.

"—No mientras yo esté aquí. Fiona cálmate". Murmuró hacia la yegua.

La yegua, Fiona, era tan terca pero una criatura amigable.

No dejaba que cualquiera se acercara a ella, no le agradaba que quisieran reclamar y montarla. Quienes lo había hecho pero habían fallado en el intento, la habían considerado una yegua salvaje al herir a tres mozos contratados por la mano; Otto cabron Hightower. El viejo Rey se enteró de lo realmente bueno que era el joven Stark con aquellas criaturas difíciles de domar, y no paso por mucho tiempo para que el Rey le pidiera que se encargará de sus cuidados. El joven había aceptado gustoso, no había forma de decirle que no al Rey. Además, él amaba a los caballos y cuando se enteró sobre Fiona no dudó en aceptar el pedido, ella lo necesitaba y no iba a negarse.

Además de que su padre, Dregan Stark, presumía entre las casas los dones de su hijo con los caballos.

Fiona resopló llamando la atención de ambos jóvenes, dió pasos hacía adelante en señal de ataque pero gracias al norteño llegó a calmarse quedándose quieta. Lucerys paso su mano sobre su pecho suave y brilloso.

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