Capítulo XIX

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Dos lunas más tarde

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Dos lunas más tarde.

"—Ya era hora de que habláramos como era debido, Lucerys".

Rhaenyra entrelazó las manos por delante de su vestido negro, mientras se recostaba en el marco de la puerta, su expresión neutral pero acompañado de un pequeño destello de molestia se formaba en su rostro. Era la clara y viva imagen de una mujer poderosa y confiada que era. Intimidante, voraz, controladora.

Lucerys se dió la vuelta con el nerviosismo atravesarse ante la mirada de su madre, sintiendo todo su cuerpo saliendo de control mientras ella se veía relajada y, aún así, no dejó que eso lo distrajera.

Lucerys parpadeó, haciéndose el desentendido. "—¿Qué?"

"—He pospuesto esta conversación por petición de tu padre, él dijo que debía tomarme el tiempo para tranquilizar mi inconformidad", ella se detuvo soltando una sonrisa al aire. "—Es irónico viniendo de alguien como él". Su sonrisa se transformó en una amarga que poco a poco se escapaba de esos finos labios, mientras miraba nuevamente a su hijo. "—Si es que alguna vez eso sucede —susurró—. Con el pasar de los días creí que tendrías la decencia de tener una conversación con tu madre, pero veo que me equivoque".

Parecía que sus piernas faltarían en cualquier momento, que perderían la fuerza pues sus músculos estaban flojos; pudo notar aún en su distancia la mandíbula cuadrada de su madre. Sabía que se estaba conteniendo en decir lo que verdaderamente pensaba, no quería llegar a los gritos, pensó. Lucerys asintió de manera automática mientras jugaba con sus dedos por detrás de su espalda rígida.

Él tragó. "—Claro, madre".

Sabía que no podía seguir posponiendo más la conversación con su madre. Daemon se lo había advertido de antemano: la marca en su cuello había cortado su conexión familiar y sabía que su madre se daría cuenta tarde o temprano, pero aún no se sentía listo para conversar con una muy molesta Rhaenyra.

"—La preparación de la boda serán en durante dos lunas, nada menos en la unión con un Stark y un Targaryen, dos casa muy importantes. Y luego de este tiempo dos noches después serán tu ansiada boda".

Él asintió.

Ambos se miraron por un largo momento hasta que ella parpadeó, como si tratará de contener de contener algo dentro de ella. Y eso lo ponía inquieto.

"—¿Qué estás haciendo, Lucerys?"

Él mencionado la observó confundido.

"—Esta boda no es nada más que una farsa, una vill mentira en donde lastimas más de un corazón. Repito, querido hijo, ¿Qué estás haciendo?"

La respiración temblorosa que por tanto tiempo trato de contener salió de forma poco audible y rápida de sus labios. Tragando las emociones, apartó la mirada de los de su madre y miró cualquier punto en la habitación menos a ella. Rhaenyra se inclinó hacia adelante adentrándose por completo a la habitación, comenzó a caminar a pasos lentos hacia su hijo, y al encontrarse frente a él tomó su barbilla obligándolo a mirarla. Él no se sentía con la valentía de verla a los ojos. Su aliento comenzó a ralentizarse y podía jurar sentir un dolor punzante en su pecho.

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