El pensamiento me asaltó tan repentinamente que todo comenzó a darme vueltas.
Sí, quizás no era amor, amor, pero era parecido a lo que había sentido cuando éramos pequeños, a mí me gustaba Jorge y nunca pude dejar de pensar en él, ni si quiera en 11 años, y ahora que estábamos luego de tanto tiempo juntos de nuevo, mis sentimientos estaban hechos un lío y ni yo misma estaba muy segura de que quería.
No quise seguir pensando en eso porque sabía que no era una buena idea, así que desconecté mi sentido racional de mi cerebro y solo me dejé llevar por los brazos de Jorge.
Justin casi me obligó a levantar los brazos y le tuve que decir adiós a mi polera que cayó por alguna parte del piso. Sus besos descendieron hasta mi cuello y yo eché la cabeza hacia atrás para darle el acceso que necesitaba. Suspiré inevitablemente por aquellos besos y por las caricias que él me estaba proporcionando con sus manos.
Me cogió de la parte inferior de los muslos para sujetarme y me sacó de la encimera. Me levantó como si yo pesara menos que una pluma y fue subiendo las escaleras.
¿Ésta parte era en la que yo debía decirle que me bajara y se detuviera? Porque yo no estaba haciendo absolutamente nada más que desordenar su cabello y jugar con sus labios.
Me bajó cuando llegamos a ¿Su habitación? ¿Mi habitación? Creo que era la suya pero no estaba muy segura porque la cabeza me estaba dando vueltas y no estaba pensando coherentemente, pero el inconfundible aroma que la habitación tenía era el mismo de Jorge, esa droga de aroma que olía tan asombrosamente bien.
Rodeé su cuello con mis brazos y esta vez fui yo quien lo dejó acorralado contra la pared, lo besé un poco más en los labios y luego descendí a su cuello, donde se concentraba más el olor a ese perfume que no conocía.
Lo mordí, creo que le dejé una marca roja y él soltó un gruñido, y yo aún no puedo creer que ésta chica que está haciendo esto sea yo.
Entonces unas risas, se escuchan desde el patio de la casa, por la ventana de Jorge.
Oh. Mi. Dios.
Nos separamos como si nuestras vidas dependieran de eso y me recuerdo que mi playera está en la cocina, así que tengo que ir rápidamente a mi habitación a buscar otra.
Saqué la primera que encontré y me la puse, luego bajé corriendo a la cocina para ocultar la polera que nos delataba y vi que Jorge se estaba poniendo la suya.
Me miré en el reflejo del ventanal y mi pelo estaba hecho un desastre y mis jeans estaban abiertos, ¿Cuándo fue que los abrió? No tenía idea, así como tampoco tenía idea de en que momento le había sacado la camisa a Jorge porque él se la estaba poniendo, y justo cuando termina de abrocharse el último botón y yo de arreglarme el último pelo parado, los dos pequeños entraron a la cocina seguido por sus abuelos.
—Hey chicos, ¿Qué hacen?—Preguntó la abuela de Jorge y aunque su pregunta no tenía implícita la frase "Sé que nada bueno", yo estaba demasiado paranoica como para estar tranquila.
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La Niñera ''adaptada''
Romance•La niñera• 200 dólares al mes; esa había sido toda la suma que Martina Stoessel había necesitado para ser la niñera de los pequeños de la familia Blanco; Jazmyn y Jaxon. Jeremy y Pattie Blanco se iban de viaje durante tres meses y Martina era la en...