Martina se puso enojada el pijama, ¿Que todos los chicos eran iguales? ¿Nadie diferente? ¿Nadie que valiera la pena? ¿Nadie que la quisiera en serio? Ya tenía 19 años y había estado enamorada sólo dos veces; las dos veces había sido un error, a veces llegaba a pensar que moriría sola.
"No chicos, no problemas" era mejor así.
Apagó la luz y cerró sus ojos, no tardó mucho en dormirse, había sido un día agotador: había tenido que jugar con Jazzy y su muñeco y Jaxon y su auto todo el vendito día, suerte que habría una semana en la que sus abuelos se los llevarían al otro extremo de New York, que era donde ellos vivían.
Sus padres no la extrañarían mucho; la mayoría de las veces no estaban en la casa, sino que en un viaje de negocios o en alguna reunión importante, sólo los veía los fines de semana y en algunos casos especiales ellos estaban en casa algún día de semana. Aunque ya era mayor de edad, incluso debería mudarse a vivir sola, pero odiaba la soledad como también a veces la amaba, por eso la casa de sus padres era perfecta, porque a veces estaban y a veces no.
Terminó de estar completamente vestida a las nueve de la mañana; no acostumbraba dormir hasta muy tarde sobre todo porque no solía acostarse más allá de las once de la noche.
Bajó a la cocina y se preparó dos tostadas con mantequilla, las puso en la mesa y se preparó también un café no muy cargado, como a ella le gustaba. Prendió la tele y puso un canal de algún documental sobre la tierra.
Se sentó en la mesa y comenzó a comer, ésta no era su casa, se sentía tan extraña de estar ahí.
Comenzó a pensar en Jorge inconscientemente, ¿Por qué le había hecho eso? ¿Por qué la había despreciado así? Desde aquel pequeño incidente, su única amiga había sido Lodovica, porque por culpa de Jorge, había aprendido a no encariñarse con muchos amigos, porque te romperían el corazón después, por eso Lodo era la única amiga que tenía en su vida.
Ella era castaña de ojos verdes, un poco más alta que ella y muy tierna y cariñosa, siempre la sacaba de sus malos ratos con sus consejos dignos de ser escuchados. La había conocido en la universidad hace un año, porque respecto a la secundaria, toda fue en completa soledad, sólo algunos compañeros que se dignaban a hablar con ella y uno que otro novio, pero nada especial.
¿Pero qué hubiera pasado si él no se hubiera distanciado de ella? ¿Martina sería igual que él? ¿Iría de fiesta en fiesta y de chico en chico? ¿Cómo una versión en mujer de Jorge Blanco? Quizá no había sido tan malo que él se hubiera alejado.
—¿Se te hace divertido despertarme a las 10 de la mañana?—Preguntó Jorge parado enfrente de ella, con su pelo desordenado y mala cara, siempre se había preguntado cómo era que le hacía para estar siempre guapo—
—¿Te he despertado?—Hizo su mejor imitación de niña inocente—Lo lamento, no ha sido mi intención
—Mmm, preciosa, vuele rico—Dijo él y le robó una de sus tostadas—
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La Niñera ''adaptada''
Romansa•La niñera• 200 dólares al mes; esa había sido toda la suma que Martina Stoessel había necesitado para ser la niñera de los pequeños de la familia Blanco; Jazmyn y Jaxon. Jeremy y Pattie Blanco se iban de viaje durante tres meses y Martina era la en...