17.

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Kaya.

El viernes después de la escuela me subo a la moto con Tony para que me lleve a casa y me pueda arreglar para la fiesta de esta noche. Como siempre paso mis manos por su abdomen pero ahora me doy el lujo de pasar mis manos por su abdomen marcado.

Llegando a mi casa ambos bajamos del vehículo y después de un beso me indica a qué hora va a pasar por mí.

—Nos vemos a las siete. —dice y se va.

Lo observo hasta que desaparece de mi vista y me meto a casa, encontrándome con mi madre en el pasillo; se ve enojada. La miro con una sonrisa divertida y eso acentúa su ceño fruncido.

—¿Qué? —pregunto ahora molesta. No me gusta el silencio, mucho menos cuando mi madre me mira mal.

—¿Cuándo planeabas decirme que reprobaste tres materias? —extiende la mano mostrándome mi boleta.

—Nunca. —digo encogiéndome de hombros.

Comienzo a caminar escaleras arriba hacia mi cuarto ignorando que mi madre me sigue llamando desde el mismo lugar.

—Olvídate de la libertad que tienes, Kaya. —grita molesta.

Ignoro por completo su comentario y sigo caminando hasta que llego a mi cuarto. Aviento mi bolso a la cama y tomo una toalla blanca del ropero para caminar hacia el baño y darme una ducha rápida. Al salir busco algo lindo para ponerme.

Termino de arreglarme un poco antes de las siete lo que me da tiempo para revisar la nevera en busca de algo que comer. Tenía hambre desde que llegué y lo de mi madre solo la había aumentado. Además si no como algo terminaré muy borracha muy pronto y quiero disfrutar de la fiesta.

Alguien toca a la puerta y me apresuro a abrir mientras como unas galletas que he encontrado. Después de diez intentos me doy cuenta de que la puerta está cerrada con seguro y mis llaves no están en donde se supone deberían estar.

Me asomo a la ventana.

—Dame un minuto. —le digo a Tony y desaparezco.

Subo las escaleras de dos en dos y me meto a mi cuarto. Cierro con seguro y empujo mi escritorio para bloquear el paso, impidiendo así que mi puerta se pueda abrir.

En un pequeño bolso meto las cosas necesarias para la fiesta, incluyendo las pastillas que le quité a la señora Poland. Si el incidente de la puerta no hubiera ocurrido se me habrían olvidado. Gracias, mamá, a fin eres de ayuda en algo.

Es ahora cuando agradezco haber conservado la escalera plegable de metal que mi padre usaba cuando se subía al tejado para arreglar la antena de la tele cuando se averiaba en días lluviosos.

Extraño esos tiempos.

La saco de mi armario y con cuidado coloco la escalera en una posición adecuada desde mi ventana hasta el patio trasero y comienzo a bajar. La dejo ahí sin importarme que mi madre la pueda encontrar. Salgo con toda naturalidad por el jardín y saludo a Tony con un beso que él corresponde al instante.

Ambos subimos a la moto y él conduce hacia la casa de Alai. Desde unos metros atrás se puede escuchar la música a todo volumen y algunas luces de colores se pueden ver desde las ventanas. Mis amigas han hecho un gran trabajo organizando esto.

Después de dos horas y muchos tragos por fin encuentro a mis amigas, pase una hora buscándolas junto a Tony y cuando me cansé me puse a beber. Ahora las veo sentadas en los sillones de la sala, con ellas están Ethan, John, Johan y un tipo que no reconozco pero que se me hace vagamente conocido. Tony va llegando por el otro lado.

Anthony.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora