18.

24 0 0
                                    

Alai.

Debo admitir que al principio estaba muy enojada. No porque no quisiera hacer una fiesta sino porque mis amigos y mi hermano la organizaron sin mí y lo peor en mi casa. Sigo enojada pero ahora no es por la fiesta y más que enojo son nervios: me ha tocado besar a Tony. No puede ser tan malo, he escuchado a las chicas decir que besa muy bien. Y honestamente es mi amigo y solo lo veo como eso, el beso solo es parte de un estúpido juego y no tiene por qué arruinar nuestra amistad.

Se acerca lentamente y cuando está apunto de besarme alguien nos interrumpe. En parte lo agradezco porque no quiero besarle pero sé que esto solo es retrasar lo inevitable.

—Recuerden, con lengua y quince segundos.

—Si. —contestamos al unísono, el con ansias y yo con fastidio.

Cuando volteo ya está demasiado cerca, toma mi cara entre sus manos y comienza a besarme. Tardo un poco para corresponderle pero al final lo hago, más por obligación que por gusto. Cuando nos separamos veo que Kaya no esta, supongo que se ha de ido por algo para tomar.

El juego sigue, la botella vuelve a girar y se detiene en el chico de ojos verdes del cual aún no se su nombre y en Allí.

Esto comienza a aburrirme así que me levanto y voy al segundo piso, me recargo en el barandal y veo todo lo que pasa a mi alrededor. Debo admitir que son unas excelentes organizadoras y tal vez no debí haberme molestado tanto. Mientras en el piso de abajo algunos bailan y otros beben como si fuera la última gota de alcohol en el mundo. Mis amigos siguen jugando botella, otros suben las escaleras bastante ebrios besándose y toqueteándose, y hay algunas parejas en la esquina comiéndose, apenas se nota dónde termina uno y donde empieza el otro.

Unas manos grandes se posan en mi cintura, cuando volteo alcanzo a distinguir a Tony antes de que comience a besarme, empieza a empujarme hasta la puerta más cercana que creo es mi habitación, la abre y casi caigo pero él alcanza a sostenerme de la cintura, empieza a subir mi blusa y antes de que termine de quitármela lo detengo, me alejo un poco de él.

—Escucha, —recupero el aliento y continuo —lo siento Tony pero esto está mal, solo te veo como un amigo. —no espero su respuesta y salgo del cuarto.

Salgo algo aturdida y enojada por lo que acaba de pasar, sé que debería ser él el enojado por dos simples razones, la primera es que yo lo dejé con las ganas y la segunda que, por si lo primero no fuera suficiente, lo mandé a la friendzone.

Voy por algo de tomar y veo que mis amigos han dejado de jugar botella. Entro la cocina y me sirvo un vaso de quien sabe qué cosa pero que sabe rico, cuando doy vuelta para salir choco con alguien.

—Si sigues tomando así vas a terminar en la cama con cualquier idiota. —dice con tono autoritario, ¿quien se cree él para decirme qué hacer?

—Como contigo. —digo poniendo mi dedo sobre su pecho seductoramente, me volteo y vuelvo a servirme más. —Tengo una duda desde la otra vez. —digo y tomo un sorbo de mi bebida.

—¿Ah si, cuál es? —pregunta el tipo de ojos verdes.

—¿Cómo te llamas? —pregunto volteándome.

—Lo mismo me preguntaba yo. —contesta sin darse cuenta de lo gracioso que suena lo que acaba de decir provocando que comience a reír. —No, me refería a que yo también quería saber tu nombre. —dice con las mejillas rojas y rascándose nerviosamente la nuca.

—Dylan, un gusto. —dice y hace una extraña reverencia.

—Alai. —digo con una sonrisa.

—¿Y cómo está eso de que crees que soy un idiota? ¿En verdad lo crees? —dice y da un paso hacia mí.

—No lo sé, dime tú. ¿Piensas que eres un idiota? —digo coqueta.

—Probablemente. ¿Quieres averiguarlo? —dice en el mismo tono que yo.

—Tal vez luego, guapo —digo mientras palmeo su hombro y salgo dejándolo

sorprendido por mi reacción. ¿Cree que así de fácil va a tenerme?

— ¡No! ¡Espera! —oigo que grita a tras de mí, abriéndose paso entre las personas.

—Sí, dime. —volteo y veo que está tratando de pasar a través de todas las personas que están bailando descaradamente, logra pasar empujando a unos cuantos para por fin llegar hasta mí.

—No soy fácil. —digo en tono de advertencia.

—No creo que seas fácil. —dice tratando de buscar mi mirada.

—Gracias a Dios que contestaste eso porque estaba a punto de soltarte un puñetazo o un rodillazo lo que te dolería más. —digo amenazadoramente. Él comienza a reír por mi respuesta.

—¿De qué te ríes idiota?

—Tranquila, pequeña fierecilla. —toca mi nariz como si su dedo fuera varita mágica. —Sé a lo que me atengo.

—¿Cómo que sabes? ¿Qué sabes? —comento confundida.

—Tranquila, nada que los demás no sepan. —dice

—Vamos a la cocina quiero más de esto. —digo agitando mi vaso frente a él.

—¿Qué te dije? —me regaña y pone sus brazos cruzados.

—¿Cuántos años tienes, ochenta? No seas amargado, vamos. —digo jalando su brazo hacia la cocina.

Cuando entro lo primero que aparece en mi campo de visión son las pastillas que estaban en la casa de la señora Poland, la droga que Kaya encontró. Volteo a ver a mi acompañante que mira un punto detrás de mí, volteo algo confundida para ver a Kaya y a Ethan besándose mientras suben las escaleras.

—No sabía que salían. —comenta Dylan.

—No salen. —respondo pero no le tomo importancia.

La noche continua muy divertida entre Dylan y yo entre risas, besos, algunas caricias y una que otra mirada curiosa.


Anthony.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora