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"𝙴𝚜𝚝𝚊 𝚗𝚘 𝚎𝚜 𝚝𝚞 𝚌𝚊𝚛𝚊, 𝚜𝚒𝚗𝚘 𝚍𝚎 𝚝𝚞 𝚌𝚘𝚛𝚊𝚣ó𝚗 𝚎𝚕 𝚍𝚎𝚜𝚎𝚘"
Tus piernas se sentían temblorosas y tú corazón bombeaba con furia. Las lágrimas se escurrian de tus ojos al ver al pelirrojo devolverte la mirada con una espléndida sonrisa. Solo Fred te habría sonreído así, te habría hecho reír hasta que te doliera el estómago, te consolaria cuando estuvieses triste y te amaría tanto que podías sentir que te axfisiabas, pero el ya no estaba para hacer todo eso.
No te devolvería la mirada nunca más, no se burlaria de lo desastrozo que puedes ser. El no estaría de nuevo a tu lado para abrazarte por la cintura y sentarte en su regazo.
Tus rodillas se doblaron tocando el frío suelo ante el dolor de los recuerdos, los sollozos hacían convulsionar a tu cuerpo y a tu alma que pedía clemencia ante la tortura que estabas viviendo.
El dolor te provocaba espasmos y falta de aire que sentías que no podría compararse ni aun cruciatus, lo tuyo era más intenso, desastrazo y desesperanzador. Con el cruciatus sabías que el dolor en algún punto se terminaria, pero pensar en Fred era una tortura que empezaba desde que abrias tus ojos por la mañana hasta que te ibas a dormir. No había un momento en que pudieras dejar de sufrir la agonía de tu corazón, la persona que amabas y que te había hecho inmensamente feliz ahora ya no estaba, resignarse era mucho más díficil cuando solo querías estar entre sus brazos y recibir consuelo.
Miraste con rencor al espejo desde tu lugar en el suelo, definitivamente algunos deseos jamás podrían hacerse realidad.
