capítulo 2

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Cassie y Ella estaban en la misma mesa, en una esquina del restaurante, con el resto de compañeros del departamento de contabilidad. El único extraño de su mesa era un hombre muy guapo que se presentó como Gio Rozario, del equipo de
Harry.
Durante la comida, todo el mundo le hizo preguntas, que contestó con gran
habilidad. Él también parecía muy interesado por ellos, y los cautivó del mismo modo que había hecho su jefe un rato antes, en el bar.
Cassie apenas comió. Se limitó a escuchar y participó muy poco en la
conversación. Se había fijado en que en cada mesa había una persona del equipo del nuevo jefe, y no había que ser muy listo para darse cuenta de que los habían colocado
así para que luego pudiesen informar a su superior acerca de los trabajadores de BarTec.
El vino seguía fluyendo, así que cuando aquella velada terminase, muchos de sus compañeros habrían desvelado sin darse cuenta todos sus secretos.
Sin querer, sus ojos fueron hacia la enorme mesa circular que había en el centro del restaurante, donde su principal secreto cenaba con el resto de los directivos de la empresa. Parecía relajado, como su equipo, controlando la conversación. Era un
gigante empresarial hábil y sofisticado, con el cuerpo de un atleta y el perfil de un rompecorazones.
Y tenía el mismo pelo oscuro y los mismos ojos que Anthony…
De repente. Cassie no quiso seguir luchando contra el impulso de marcharse, se puso en pie.
—Lo siento, tengo que ir al baño —murmuró, tomando su bolso y dirigiéndose a ciegas hacia las escaleras.

Harry observó con disimulo cómo la esbelta rubia atravesaba el
restaurante y se dirigía a las escaleras. Debía de ir al baño, que estaba situado abajo, en el bar. Se puso tenso al darse cuenta de que sólo con su modo de andar hacía que
se excitase.
Era la primera vez que la veía de cuerpo entero y siguió las delicadas curvas de su figura, que iba envuelta en un vestido gris y negro que resaltaba la cremosa suavidad de su piel. Observó que era de huesos finos, delgada pero curvilínea, con
largas piernas y bonitos tobillos.
Empezó a bajar las escaleras y el pelo se le echó hacia delante al mirar hacia
abajo, puso una elegante mano en la barandilla. Y eso le hizo sentir una nueva punzada en el pecho, como si unas sensuales uñas se hubiesen clavado a él, y otro relámpago cruzó su mente.
Frunció el ceño y se contuvo para no volver a frotarse la frente. En la escalera, vio que la mujer se detenía para buscar algo en su bolso de fiesta y sacaba un teléfono móvil.
¿Con quién querría hablar? ¿Con un amante? ¿Un marido?
No supo por qué ninguna de las dos perspectivas le agradaba.
—Cassie Janus —le comentó Jason Farrow en voz baja.
Harry se vio obligado a mirar al otro hombre, así que puso una expresión
neutral en su rostro, como si no supiese de lo que le estaban hablando.
—Me he dado cuenta antes de que suscitaba su interés —le dijo el director ejecutivo, como si con aquello fuese a ganar puntos.
Harry no dijo nada, aunque estaba seguro de que Jason Farrow no le había dicho todo lo que quería decirle. El nombre de Cassie Janus no le sonaba.
—Está al frente de nuestro equipo de contabilidad —añadió el director—. Su mente es como una calculadora, aunque nadie lo diría al verla, ¿verdad? A Harry ya le había caído mal Jason Farrow antes de conocerlo, pero después de aquel comentario sexista, lo tuvo claro. Si se hubiese atrevido además a guiñarle un ojo con complicidad, se habría levantado y le habría pegado.
BarTec era una empresa pequeña, para lo que él estaba acostumbrado. No obstante, había desarrollado una tecnología pionera en microelectrónica que prefería
que estuviese en su posesión. Por eso, cuando Angus Barton había decidido vender BarTec debido a sus problemas de salud, había aprovechado la oportunidad para
comprársela. Angus había sido amigo de su padre, que ya había fallecido. Aunque BarTec no le hubiese interesado lo más mínimo, la habría adquirido para quitarle
aquel peso de encima a Angus. Éste le había contado que había tomado algunas
decisiones precipitadas durante los meses previos a la venta. Una de ellas había sido ascender a Jason Farrow a director ejecutivo.
—Es un bravucón y un terco. Al menos, a mí ha conseguido intimidarme —le había dicho Angus con tristeza.
Aquella velada tenía la intención de calmar los nervios de aquellos empleados que eran importantes para él, contarles lo que pretendía hacer con la empresa, y
eliminar a aquéllos que no superasen el escrutinio de su equipo. Jason Farrow se estaba ganando el primer puesto de la lista negra.
—¿Tiene algún problema con las mujeres en el trabajo? —le preguntó
Harry con naturalidad.
—En absoluto, ¡me alegran el día! —respondió Farrow sonriendo—. Aunque todavía tienen que convencerme de que son capaces de dar el cien por cien en sus
carreras, teniendo en cuenta cómo son las hormonas femeninas ––añadió–.  La situación de Cassie hace que sea una de las más afortunadas de BarTec, era una de las niñas mimadas de Angus, que la contrató cuando todavía no estaba a la altura de
sus responsabilidades. No obstante…
Farrow se encogió de hombros, ajeno al interés que habían despertado sus
palabras en Harry.
—Eso ocurre cuando uno mezcla los sentimientos con los negocios —continuó el director ejecutivo de BarTec—. Yo tenía un candidato mucho mejor para el puesto
de Cassie, pero Angus conocía a su padre, que había fallecido, y…
Harry dejó de escucharlo cuando su instinto le dijo que tenía que haber
alguna conexión entre él y aquella mujer que tanto había conseguido afectarlo.
Angus… ¿La habría conocido durante alguno de los fines de semana que había pasado con Angus Barton?
—Seguro que estará de acuerdo conmigo en que en los negocios no hay lugar para sentimentalismos —le dijo Farrow—. Es agradable de ver, como ya se habrá dado cuenta, pero una cara bonita y un buen cuerpo pueden ser una distracción en el
trabajo, pienso yo.
Harry había oído suficiente.
—Pandora… —dijo, para captar la atención de la que era otro miembro de su equipo.
Pandora Batiste giró la cabeza y sonrió con aquella sensualidad natural que hacía volar la libido de la mayoría de los hombres.
—Dile al señor Farrow qué haces para ganarte el escandaloso salario que te
pago. Pandora rió.
—Es cierto, es escandaloso, pero me gano cada euro que me pagas, y tú lo
sabes, Harry —comentó, antes de volverse hacia Jason Farrow—. A partir del lunes por la mañana usted y yo trabajaremos juntos para hacer que mi paso a ocupar el puesto del señor Angus Barton sea lo menos traumático posible, señor Farrow —le
informó—. Espero poder contar con su lealtad y apoyo…
El mensaje fue claro y Jason Farrow se puso colorado como un tomate. Estaba a punto de aprender que, con Pandora, no había lugar para distracciones en el trabajo.
Harry tomó su copa de vino casi intacta y se levantó.
—Si me perdonan, ha llegado el momento de que me pasee un poco —
murmuró.
Angus… Volvió a fruncir el ceño al pasar al lado de la escalera y se dio cuenta de que sus pies querían bajar a encontrarse con Cassie Janus para preguntarle si se conocían, pero sabía que no podía hacerlo.
Reconoció que Cassie era una distracción, pero se preguntó por qué Farrow creía tener derecho a cuestionar su compromiso con la empresa. ¿Habría sido el
nombramiento de Cassie Janus otra de las decisiones precipitadas que había tomado Angus antes de marcharse?

la novia olvidadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora