capítulo 7

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-Es muy bueno con ellos, ¿no crees?
-Sí -asintió Cassie, sin saber si reír o llorar al ver a Harry jugando a la pelota con los gemelos en el jardín.
Hacía una tarde soleada, pero demasiado fresca para que Angus saliese. Cassie había preferido quedarse dentro con él y estaban sentados frente a la puerta de
cristal, para poder ver jugar a los niños.
Cassie se echó hacia delante para apoyar la barbilla en las manos. Había tenido una semana horrible. El lunes se había sentido fatal después de la confrontación con Harry. El martes se había sentido aún peor al enterarse de que Pandora iba a ser su verdadera jefa, ya que Harry le había dado el puesto de Angus. Él no tenía por qué haber estado el lunes en BarTec, sólo había ido allí, y había ocupado temporalmente el despacho de Angus, para hablar en privado con ella.
El miércoles por la tarde supo que tenía a una verdadera enemiga en Pandora Batiste, que le había recriminado que se marchase de trabajar media hora antes que el
resto de los empleados. Ella le había explicado que se tomaba media hora menos para comer, para compensarlo. ¿Sabía también que se tomaba más vacaciones que el
resto? Había llegado a un acuerdo con Angus para trabajar desde casa durante las vacaciones escolares, pero Pandora no parecía aprobar dicho favoritismo. Cassie le dijo que lo arreglaría todo para que alguien recogiese a sus hijos y cuidase de ellos, pero ni siquiera aquello pareció contentarla.
Se había pasado la mayor parte del jueves intentando solucionar eso último. Y el viernes supo que tenía problemas de verdad al descubrir que una persona del equipo de Harry iba a vigilar todos sus movimientos.
Su amiga Ella se había pasado el día intentando convencerla para que le contase a Harry lo que Pandora le estaba haciendo, pero Cassie habría preferido cortarse la lengua antes que ir con el cuento a Harry. Su orgullo ya había sufrido bastante con Pandora.
Y todo por culpa de aquel hombre, que estaba jugando con sus hijos como si siempre hubiese estado ahí para ellos.
-Te lo ha contado todo antes de que llegásemos, ¿verdad? -le preguntó a
Angus.
-Es un hombre que se enfrenta a los problemas de cara -contestó éste.
«Conmigo, no», pensó Cassie.
-Mira lo que ha hecho con los gemelos cuando habéis llegado -añadió Angus-, no se ha mostrado reservado, se ha acercado directamente a ellos.
Cassie cerró los ojos al recordar el sobrecogedor momento en que Harry había conocido a sus hijos.
Lo había visto tan guapo como siempre, con unos vaqueros y un jersey gris claro, pero tan tenso y pálido que le había dado miedo que volviese a desmayarse.
-Harry... -había murmurado ella, incapaz de ocultar su preocupación.
-Estoy bien -había dicho, sin apartar la mirada de los dos niños, que habían llegado corriendo, pero se habían detenido al ver en la habitación a un extraño.
Y a nadie, ni a Cassie, ni a Angus, que lo observaba todo desde su sillón, ni a los niños, se le había pasado esa tensión de Harry al mirar a uno y otro, y ver lo que era evidente.
Una niña de ojos verdes y pelo rubio, y un niño de pelo y ojos oscuros. Dos
réplicas en miniatura de sus padres.
A Cassie se le había hecho un nudo en la garganta, pero había conseguido
presentarlos.
-Anthony, Bella... Éste es Harry. Decidle hola.
Los gemelos habían obedecido con un murmullo. Y él había conseguido sonreír y se había puesto de cuclillas delante de ellos antes de sorprender a Cassie diciendo:
-Hola, soy vuestro padre. Siento que no nos hayamos conocido antes...
-La verdad es que ha sido muy valiente, teniendo en cuenta... -comentó Angus.
¿Teniendo en cuenta el qué?, se preguntó Cassie con lágrimas en los ojos.
-Cualquier hombre considerado me habría avisado de que iba a decírselo.
-Y una mujer considerada tal vez hubiese preparado a sus hijos por si acaso.
Cassie se ruborizó.
-Quería que lo conociesen primero -se defendió.
Bella se había puesto a llorar después de aquello.
-¡No necesito un papá! -había dicho.
-¡No queremos que tú seas nuestro papá! -había añadido Anthony,
abrazando a su gemela.
-No me había dado cuenta de que el hecho de no tener un padre los hiciese tan vulnerables -admitió Cassie.
-Harry también estaba a punto de llorar, Cassie.
Habían sido unos segundos horribles, en los que nadie había sabido qué decir.
Bella había seguido llorando y Cassie la había abrazado. Anthony se había quedado mirando a Harry, y éste le había devuelto la mirada con impotencia.
-Ahora me sorprendo de no haberme dado cuenta antes del parecido
-comentó Angus.
-No sabías que Harry y yo nos conocíamos.
-Anthony tiene el pelo y los ojos de su padre, sus rasgos y su intensa
personalidad -dijo Angus-, Y Bella posee tu belleza y tu fogosa naturaleza.
-¡Yo no soy fogosa! -protestó. De hecho, siempre se había considerado una persona muy tranquila y serena, salvo con Harry...
-Y parece saber cómo tratarlos.
Sí, había controlado sus emociones y había apartado a Bella de los brazos de Cassie para que llorase en su hombro. Cuando Anthony había intentado darle una patada por tocar a su hermana, él había sonreído y le había tendido la mano que le quedaba libre.
Y Anthony había tomado esa mano y luego Harry se había sentado en una
silla, con cada uno de ellos en una rodilla. Había hablado con ellos. Había hablado mucho, en voz baja, con su acento italiano, que había embelesado a los gemelos y la había llenado a ella de emoción.
-Ni siquiera se acuerda de mí -susurró a Angus, revelando sin querer lo mucho que le dolía eso.
-No... -dijo éste, pensativo-. El instinto humano es fascinante. No se
acuerda de ti, pero te mira como si ya fueses su mujer.
¿Su mujer? Cassie se puso en pie de un salto.
-No sé qué tienes en mente, Angus, pero le aseguro que no voy a casarme con él.
El que había sido amigo de su padre sonrió como queriendo decir que la
conocía mejor que ella misma.
-Fogosa, tal y como he dicho.
-¿Te ha dicho Harry algo acerca de ese tema? -le preguntó ella, ignorando ese último comentario.
-Eso tendrás que hablarlo con él, no conmigo.
Cassie frunció el ceño, sin comprender por qué le molestaba tanto algo que no iba a ocurrir. Inquieta, alterada y descontenta con sus propios sentimientos, se miró
el reloj.
-Será mejor que nos marchemos si no queremos perder el tren -murmuró, acercándose a la puerta para llamar a los gemelos.
-¿Estás huyendo, Cassie?-le preguntó Angus-. Tal vez vivas con el miedo de que el hombre que está ahí afuera, jugando con sus hijos, desaparezca tan pronto
como ha entrado en sus vidas.
-Ya lo hizo una vez.
-Por culpa de un accidente de coche que tuvo lugar en un momento muy
inoportuno para vosotros. Ahora tenéis la oportunidad de arreglar las cosas.
Piénsalo, Cassie. El destino no presenta estas oportunidades con demasiada frecuencia, así que no te cierres a ella porque sigas herida.
-¿Me pides que perdone y olvide? -rió ella-. Tal vez necesite un golpe en la cabeza.
Angus rió también.
-Creo que sería menos doloroso que te encontrases con él a mitad del camino.
¿A mitad de qué camino? ¿De los gemelos? Bueno, eso ya había accedido a hacerlo, por su bien.
-Por si te sirve de ayuda, creo que tu padre le habría dado su aprobación.
Cassie se acercó a Angus y le dio un beso en la fría y huesuda mejilla.
-Deja de jugar a ser Cupido -le advirtió-. Y pareces cansado, así que vamos a marcharnos ya, antes de que te agotes intentando ablandarme con respecto a Harry.
Aunque Harry no necesitaba el apoyo de Angus, ya que había encontrado dos aliados mucho mejores. Cassie lo descubrió cuando sus hijos entraron corriendo en la habitación, junto con una corriente de aire frío.
-¿A que no sabes qué, tío Angus?-anunció Bella-. ¡Nuestra mamá y nuestro
papá van a casarse!
-¡Y vamos a irnos a vivir a Italia! -añadió Anthony.
Cassie miró a Harry a los ojos.
Lo había planeado todo con la precisión de un general del ejército. Podía verlo en la expresión de su cara.
Los niños habían corrido a abrazar a Angus y le estaban diciendo que se diese prisa en ponerse bien para poder ir a verlos a su nueva casa.
Harry sospechó que, si hubiesen estado a solas, Cassie le habría dado otra bofetada. La había atrapado sin que ella se diese cuenta de que había una trampa.
Una boda.
-Es la única respuesta -anunció.
Cassie abrió los labios temblorosos. Harry vio dolor en sus ojos.
-La semana que viene -añadió-. Ya he organizado una pequeña ceremonia civil, aquí en Londres. Ya haremos otra boda de verdad más tarde, cuando estemos...
instalados.
-¿Por qué? -preguntó ella.
Él dejó de mirarla a los ojos en vez de responder y se volvió hacia Angus. El
viejo se levantó cual marioneta y sacó a los niños de la habitación.
Sin decir nada, Harry se apartó de las puertas de cristal y dejó los abrigos de
los niños en el respaldo de una silla, luego, se volvió hacia ella.
Cassie se cruzó de brazos.
-Háblame o me marcho -lo amenazó, al ver que ni siquiera intentaba justificarse.
-No, no vas a marcharte porque no vas a poner tus sentimientos por delante de los de tus hijos.
Tenía razón, pero eso no evitó que siguiese sintiéndose molesta con él.
-¿Por eso me has acorralado así?
-Por supuesto. De cualquier otro modo, te habrías resistido. Descruza los brazos, cara. Pareces la mujer de un pescador buscando camorra.
No le dio tiempo a protestar, él mismo se acercó y le descruzó los brazos.
-Quiero que mis hijos lo sean legalmente, y te quiero a ti -declaró sin soltarle los brazos-. Podríamos haber pasado semanas dando vueltas al tema del matrimonio, pero ya está hecho. Puedes enfadarte todo lo que quieras, pero los dos
sabemos que no harás nada por cambiar las cosas para no disgustar a los niños. Hoy les has dado un padre, cara... Y ahora debes aceptar las consecuencias de tu...
generosidad. Así que nos casaremos la semana que viene -le dio la fecha y el lugar-. E iremos a vivir a Florencia.
-¿Y vendrá tu amante con nosotros? -preguntó ella con acritud.
Harry la miró con curiosidad.
-¿Tiene un nombre la afortunada?
Afortunada... Cassie intentó zafarse de él, pero no la dejó.
-Todo el mundo en BarTec sabe que Pandora Batiste es tu amante. Suéltame.
-¿Pandora, mi amante? -sonrió-. Entonces, le advertiré que sea más discreta a partir de ahora.
Cassie se soltó y levantó la mano para darle una bofetada, pero Harry se la
agarró y la utilizó para acercarla más a él. Cuando sus cuerpos estuvieron juntos, la besó.
Y ella descubrió dos segundos más tarde que un beso cargado de ira era un beso peligroso. Cuando Harry decidió terminarlo, ella le mordió el labio inferior.
-Eres una bruja -le dijo él, con los ojos brillantes.
-¡Te odio!
-Me deseas -tradujo él-. Y, per Dio, vas a tenerme noche tras noche en
cuanto me case contigo.
-¿Con la afortunada Pandora para satisfacer tus necesidades diurnas?
-Eso dependerá de ti -contestó él, tocándose el labio-. ¿Y quién te ha
enseñado a besar de manera tan agresiva? Seguro que no fui yo.
-¿Cómo lo sabes? -replicó Cassie.
Y entonces lo vio llegar. Vio cómo se ponía tenso y se tambaleaba.
-Harry... ¡No!
Él se echó a un lado y cayó sobre el sillón de Angus. Cassie se arrodilló a sus pies.
-Harry -murmuró, cubriéndole con una mano el corazón, que le latía a toda velocidad.
-Estoy bien.
-¡No es verdad! ¡Y no es posible que cada vez que discutamos te pase esto!
-Ya soy mayorcito, cara. Puedo discutir contigo sin desmayarme.
-Entonces, ¿por qué le ha ocurrido esta vez?
-Tal vez por tu manera de besarme -sugirió Harry, intentando no pensar en la verdadera causa-, lo que va a hacer del nuestro un matrimonio muy interesante.
-Deja de hablar de eso. No debías haber sacado ese tema.
-Entonces, no volveré a comentar tu técnica a la hora de besar.
Cassie estuvo a punto de perder los nervios, pero se controló al ver lo pálido que estaba. Estaba preocupada, asustada, y él haciendo bromas.
-Eres menos sensible que un ladrillo -le dijo.
Él suspiró, bajó la mano y abrió los ojos para mirarla.
-Vamos a casarnos.
-¿Por qué? ¿Por los gemelos?
-Porque ambos sabemos que es la solución más lógica. Dime, ¿por qué
intentas luchar contra ello?
La respuesta era sencilla.
-Ni siquiera me conoces.
-Me conozco a mí mismo y habría estado ahí, para ti y para los gemelos si no hubiese tenido ese accidente. Nos habríamos casado.
Maggie no estaba segura.
Se levantó y anduvo delante de él.
-Dime, ¿de quién más te olvidaste durante esas semanas?
-De nadie... Que yo sepa -frunció el ceño-. ¿Por qué me preguntas eso?
-¿No se te ha ocurrido preguntarle por qué tu cerebro decidió borrarme a mí?
-Tal vez porque fuiste la única persona a la que conocí durante las últimas semanas. No creo que eso importe.
A ella le importaba.
-Así que podría ser cualquiera. Podría haberte contado un montón de
mentiras.
-¿Por qué ibas a hacer algo así?
-¿Por dinero? ¿Para dar seguridad a mis hijos?
Harry se levantó.
-¡No intentes decirme ahora que no son mis hijos!
-¡No lo hago! ¡Pero si no nos hubiésemos encontrado por casualidad la semana
pasada, podías haber vivido el resto de tus días sin saber que los gemelos y yo existíamos! ¿Cómo puedes saber que son tuyos? Si fuera tú, me haría una prueba de ADN.
-Hablas igual que mi abogado.
-¿Eso te han aconsejado? ¿Te han dicho también que me hagas investigar?
Él suspiró con impaciencia.
-Tal vez no me acuerde de ti, pero te conozco -insistió-. Existe un lazo de
unión entre nosotros que hace que tenga recuerdos. Y si sólo quisieses mi dinero, lo sabría.
-Entonces, ¿por qué sólo me borraste a mí de tu cabeza?
Una extraña expresión cruzó su rostro antes de que la borrase de él.
-No entiendo por qué estás obsesionada con eso.
-¡Porque me duele! -exclamó Cassie-. No lo entiendo y me duele. Y porque no quiero casarme contigo y tener que esperar a que un día tu memoria vuelva y te diga por qué necesitabas olvidarme.
Durante el silencio que siguió a aquel arrebato, Harry palideció todavía más.
Cassie sintió su estrés, su tensión. Su mirada volvía a estar perdida, como si estuviese recordando de nuevo. Lo vio luchar con ello, lo vio bajar los párpados y fruncir el
ceño y contuvo la respiración porque sabía... sabía que iba a decirle algo tan devastador que iba a destrozarla.
Oyeron un ruido al otro lado de la puerta del salón y supieron que los gemelos iban a entrar. Harry juró entre dientes y se llevó la mano a la cara.
-No dejaré que entren -le dijo Cassie, poniéndose en movimiento y yendo hacia la puerta con piernas temblorosas.
-Dame un par de minutos para... recuperarme -le pidió él-. Luego, os
llevaré a casa.
-Iremos en tren...
-No empieces otra vez a discutir. Os llevaré -insistió-. Ve a buscar a mi
chófer. Estará en el garaje, tomando el té con el de Angus.
A Cassie le sorprendió que no hubiese conducido él. Tenía muy mal aspecto y era evidente que no se fiaba de sí mismo para llevar el coche.
-Harry...
La puerta se abrió y ella se volvió hacia los gemelos. Evitó que entrasen en la habitación diciéndoles que iban a volver a casa de manera elegante, en vez de en un tren abarrotado de gente.
Harry esperó a que la puerta se hubiese cerrado para dejarse caer en el sillón y sacar su teléfono móvil.
-Marco -dijo con brusquedad-, está bien, me haré ese escáner.

la novia olvidadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora