capítulo 10

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Harry se quedó con ellos hasta que los gemelos estuvieron dormidos. Había preparado pasta para todos, conviniendo su visita en un acontecimiento familiar en
el que todo el mundo debía participar.
Y lo hizo con una alegría que tapó sus propias fisuras. Cassie le había
sorprendido al cuestionar su matrimonio. No se lo había esperado y, en esos momentos, su consciencia lo estaba atormentando porque le había pedido que confiase en él cuando en realidad sabía que ella tenía cierta razón.
-Volveré a primera hora de la mañana -le prometió.
-Podrías quedarte...
Podría quedarse. Cassie estaba acercándose a él por primera vez y Harry sabía, muy a su pesar, que tenía que rechazar la invitación.
-No -le dijo, suavizando la negativa con un beso en los labios-. Vamos a
casarnos en menos de treinta y seis horas. Tendremos que esperar a después. Tengo mis principios.
Cassie abrió mucho los ojos y se apretó contra él. La deseaba, eso no podía negarlo.
-No quiero confundir a los gemelos siendo el primer hombre que vean en tu cama antes de casarnos -decidió.
-Muy honorable por tu parte -bromeó ella con solemnidad-, aunque podrías marcharte antes de que amaneciese...
-No es tanto que sea honorable, como que aquí las paredes son de papel y tú a veces eres muy... escandalosa.
Harry sonrió al ver que se ruborizaba.
-Mañana no podremos vernos -le dijo ella-. Tengo demasiadas cosas que hacer.
-Pensé que íbamos a ir de compras.
-¿A por mi vestido? Creo que eso puedo hacerlo sola.
-¿Quieres decir que me estás castigando por no permitir que me lleves de vuelta a la cama?
El brillo de los ojos de Cassie le dio la razón. Suspiró y rió después. Era
preciosa. Tímida, luchadora, cabezota, sexy. Inteligente, independiente... y casi suya.
Y él tenía que marcharse de allí antes de quemar sus naves y contárselo todo.
¿Honorable? No. ¿Despiadado, manipulador y calculador? Sí, era todo eso. Y también era un cobarde por no arriesgarse a compartir con ella lo que ya sabía.
Se pasó los dedos por el pelo y echó la cabeza hacia atrás. Le dio las buenas
noches y se marchó.
Cassie cerró la puerta y se apoyó en ella con una tonta sonrisa en la cara. Se fue a su habitación con ella y durmió con ella, y cuando se levantó a la mañana siguiente,
seguía sonriendo. Después de llevar a los gemelos al colegio, se pasó el resto del día corriendo de un lado a otro para arreglarlo todo para poder marcharse a Florencia.
Cuando volvió a casa, estaba tan cansada que se tiró en el viejo sillón, dejando caer las bolsas con las compras a su alrededor. El teléfono empezó a sonar. Sonrió
porque pensó que seria Harry quien la llamase, pero no era él.
-Está bien -dijo Ella sin más preámbulos-. ¿Sabías que nuestro nuevo y estupendo jefe tuvo un grave accidente de tráfico más o menos por la época en que tú le quedaste embarazada de los gemelos?
Cassie suspiró.
-Sí.
Hubo una breve pausa antes de que Ella murmurase:
-Eres una caja de sorpresas, Cassie Janus. No pensé que supieras que su
prometida había muerto en ese mismo accidente. Supongo que te dejó para volver con ella, ¿no? No me extraña que se cayese desmayado cuando te vio, ¡debió de ser
su culpabilidad la que le dio el golpe!
Cassie se sintió aturdida al recibir tanta información y tan traumática. Durante varios segundos, pensó que ella también iba a desmayarse.
-Venga, Cassie... ¡Di algo!
-¿Cómo te has enterado de todo eso? -susurró.
-Todo el mundo lo sabe en BarTec. ¡Está hasta en Facebook! ¡Lo ha puesto allí la vengativa Pandora!
El teléfono volvió a sonar cinco minutos más tarde. Cassie seguía sentada en el sillón. En esa ocasión, sí era Harry.
-Cassie...-dijo con urgencia.
Lo sabía. Lo habían avisado.
-Te odio -murmuró ella, y colgó.
Harry había estado prometido con otra cuando la había cortejado en Devon.
Había utilizado otro nombre para que no lo descubriesen y todo lo que le había contado acerca de los dos nombres no era más que una maniobra para protegerse. Le
había mentido a ella y había traicionado a su prometida.
¿Habría sido ella también de una buena familia italiana, como Harry? ¿Habría sido guapa? ¿Habría sido agradable, dulce e inocente? ¿Habría muerto sin saber que su prometido la estaba engañando?
Se levantó del sillón y fue hasta donde tenía el ordenador. Cinco minutos más larde estaba sentada a la mesa del comedor, mirando a la criatura más bella y morena
que había visto nunca. Tenía los ojos azules y su sonrisa era cálida. Estaba al lado de Harry, que la rodeaba con un brazo

la novia olvidadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora