El mejor del mundo [ MESSI x OCHOA]

Capítulo 15.

Lionel no esperaba escuchar aquello en ese momento.

— ¿No te podés quedar?
— No… tengo compromisos allá.

Messi lo miraba con un gesto de molestia infantil, parecía apunto de hacer un berrinche.

— Voy a ver todos tus partidos, más te vale ganarlos.
— Obviamente.

La curiosidad de los tres jugadores en la puerta fue tal, que terminaron entrando a la habitación. Y al verlos abrazados comenzaron a chiflar haciéndoles burla, causando que ambos se sonrojaran, y que Memo les lanzara cojines a la cabeza.

— Bueno, tortolos, lamento interrumpir pero, Memo, ya es hora de ir al aeropuerto…

Los mexicanos tomaron sus maletas, y las llaves de la habitación para entregarlas, mientras los dos argentinos los miraban.

— Memo – Messi se acercó al arquero. — ¿puedo… puedo ir a despedirte?

Los otros mexicanos querían reírse una vez más, pero en lugar de eso siguieron avanzando fuera de la habitación para evitar ser golpeados nuevamente por el mayor.

— No quiero esperar otros 25 años para explicar porqué no lo hice.

En lugar de responder Memo le dio un beso en la frente al argentino y emprendieron el camino.

Por supuesto que Agüero también tuvo que ir a despedir a los mexicanos, era el encargado de regresar a Leo con bien.

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— Ya tengo que irme.
— Ya sé…
— Entonces, ¿podrías soltarme la mano?

Leo parecía un pequeño cachorro, se negaba a ser apartado del alfa.

— Cuando esto termine, iré a visitarte en México.
— Asegúrate de ganar la copa primero, si no lo haces no pienses en buscarme.

Ochoa sabía lo literal que podía ser Messi, pero confiaba de que no había nadie que pudiera impedirle a Leo ganarla esta vez. Después de todo, era el mejor del mundo.

Los mexicanos se alejaron, hacía el área correspondiente pero mientras se iban, un grito de Leo se escuchó por todo el aeropuerto.

— ¡MEMO! ¡OCHOA!

El mexicano giró para ver que era lo que ocurría, y cuando Messi al fin tuvo su atención cambió los gritos por un tono más normal.

— ¡Adiós!

Ochoa se rió, se sintió tan absurdo de haber esperado 25 años por esas palabras, pero estaba vez, el sentimiento que se llevaba era de felicidad.

— ¡Adiós, Leo!

FIN.