Capítulo 14.

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Tanto Kevin como Lozano se levantaron, y al sentir que se tardaban demasiado, Ochoa giró su mirada a la puerta, sólo para presenciar como metían a Messi a empujones a la habitación y salían apresurados los otros, encerrándoles. 


— Qué carajos… - Ochoa se acercó a la puerta. — ¿Eso qué Chucky? Muy graciosos, abran ya.
— ¡No! – fue Kevin quién respondió.
— No sé que pasa entre ustedes, pero lo arreglan ahorita.
— Cuando salga se van a arrepentir.
— Tal vez… - la voz de Hirving reflejaba que, al contrario de Kevin, a él si le asustaba un poco el guardameta. — pero no vas a salir hasta que hablen, tú sabrás.
Hijos de la…


Esas últimas palabras fueron más para él que para los que estaban afuera.

Ochoa se giró hacía el argentino que estaba encerrado con él, ¿de qué se supone que hablemos?

Messi estaba incómodo pero la situación era tan absurda que no pudo evitar soltar una carcajada.


— ¿De que te ríes?
— De vos – Ochoa iba a responder algo, pero Messi continuó. — y de mí.
— No entiendo…
— Tenemos más de 30 Memo, pero nuestros amigos se piensan que necesitamos que nos obliguen a hablar, como si fuéramos niños… 
— Pues yo no tengo nada que hablar contigo.
— Yo creo que si…


Leo camino hacia el sofá, sentándose, e instintivamente, Memo lo copió.


— ¿Por qué estás tan enojado conmigo?


Memo intentó buscar alguna excusa o respuesta inteligente, pero se dio cuenta que eso era justo a lo que se refería el argentino, ya no eran niños, eran hombres adultos, y debían ser capaces de hablar de frente.


— No lo sé. - Ochoa veía a los ojos al argentino. — es una estupidez, ya sé, pero cada vez que te veo, recuerdo a ese niño… tan talentoso que no se permitía decir “gracias”, tan talentoso que fue reclutado por un club importante y decidió que no quería hablar con nadie de un nivel inferior a él.

La voz de Memo se cortaba, y era obvio que tenía un nudo en la garganta, que le lastimaba al hablar.


— Andrés… Andrés quería una foto contigo, y yo… yo sólo quería ser tu amigo. Pero tú… pediste que nadie te molestara, que entrenarías sólo con gente de “tu nivel” ya lo sé, Lio, en aquel entonces y ahora, estoy a años luz de tu nivel, la diferencia es que ya no soy un niño para ir detrás de ti. Ve, y vive tu increíble vida siendo Lio Messi, el mejor del mundo. - el tono de Memo era un tanto sarcástico.


— Leo…
— ¿Qué?
— Me gusta más Leo, con ‘e’


Ochoa se quedó en silencio un rato, era exactamente igual que cuando niños, Messi no escuchaba, se fijaba en detalles sin sentido.


— ¿Eso que importancia tiene ahora?
— Toda. ¿Sabés acaso porque me gusta más “Leo”?
— Que sé yo, ¿porque te gusta llevarle la contra a todo el mundo?
— No, por vos.


Memo se quedó serio, lo que el argentino decía no tenía pies ni cabeza.


— Mirá, no sé que es todo eso de “entrenar con los de mi nivel” pero mis recuerdos del campamento son muy distintos. Era un niño torpe sin muchas habilidades sociales, sólo me sabía comunicar con fútbol. No sabía responder a un halago, y las cosas simples como que pronunciaran mal mi nombre me ponían de los nervios. Vos… vos eras distinto, tan seguro, hablabas con todos, en un muy mal inglés y un terrible portugués, pero eso no te detenía… yo quería ser tu amigo, ser como vos, y ser lo que vos pensabas de mí.


Ambos jugadores tenían ya lágrimas en sus ojos, pues hablar de ello, les transportaban a aquella etapa de su infancia.


— Lo intenté a mi modo, pero en ese último partido mi naturaleza salió, me tuvieron que sacar de allí y desde ese día he estado escondido. No podía decirle a nadie ni dejar que me descubrieran, ¿tenés una idea de lo solo que me sentí? Ni siquiera me dejaron despedirme de vos.


Después de 25 años, Memo por fin había comprendido lo que en realidad pasó, Hugo Sánchez había mentido por proteger a Messi. Lo que por tanto tiempo impidió la cercanía entre ambos, había sido una mentira.

Ochoa sintió culpa por todo lo que había dicho, y sentido por el argentino.


— ¿Y por qué prefieres que te digan “Leo”? – Ochoa hablaba mientras sorbía la nariz.
— Así me decías vos, se sentía bien recordarte.


El mexicano se puso de pie y se acercó al argentino, cuando ambos estuvieron de frente se abrazaron con fuerza.


— Siento mucho lo que dije el otro día, puede que sea tarde pero no pensaba en realidad esas cosas, sólo tenía miedo… de que me hubieras utilizado y te alejaras otra vez. Así que quise hacerlo primero yo.


Sin soltar aquel abrazo, el argentino le dio un golpe en la cabeza al portero, haciendo que se quejara exagerado.

— ¡Auu!
— ¿Entonces si querés cachorros y formar una familia?


Ochoa se sonrojó, no sólo por lo dicho por el argentino, sino por su tono serio de voz.


— Cállate. – Memo apartó a Messi poniendo su mano en la cara del más bajo, mientras se reía.
— Callame. – Lionel miraba coqueto al mayor.
— Ough, me diste calosfríos, eso fue muy de los 90’s…
— ¿Qué? Pero Julián me dijo…


Ochoa comenzó a reírse, todo para Messi siempre parecía ser muy literal, y era algo que encontraba tierno.

El mexicano volvió a abrazar al delantero, y le dio un pequeño beso en la punta de la nariz, y luego uno más en los labios.


— Hoy me regreso a México.

El mejor del mundo [ MESSI x OCHOA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora