— ¡VAMOS CARAJO!
Ochoa veía el partido por la final junto a Lozano, Kevin y Andrés.
Había sido una montaña rusa de emociones, ya gritaban el campeonato argentino cuando Kylian Mbappé apareció.
Un gol, otro más, tiempos extras.
El corazón del mexicano estaba a punto de salírsele del pecho, gritaba todo tipo de improperios al árbitro y se cubría los ojos cada vez que un francés se acercaba al arco argentino.
Memo podría tenerle cariño a la selección francesa por el tiempo que jugó en su país, y los amigos hechos, pero esa copa tenía que ser de Messi, de su Leo.
Penales, victoria.
Los tres mexicanos se volvieron locos, a los gritos y con saltos, por un momento sintieron la camiseta albiceleste.
— Lo lograste, Leo…
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La celebración argentina se extendió por horas, la alegría era incontenible, todos cantaban, brincaban y soltaban lágrimas de vez en vez.
Leo veía la copa y su balón de oro, lo había logrado. Su carrera era un círculo perfecto, no le faltaba nada, lo ganó todo, lo logró todo, había cumplido. Era el mejor del mundo.
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Días más tarde.
En México aún no había noticias sobre la nueva directiva de la selección, aún les inundaban las dudas sobre su futuro, pero muchos jugadores sabían que su participación en Catar sería la última.
No volverían a selección, por temas de desempeño o edad, para algunos había sido todo.
A modo de despedida y de “cierre” los jugadores mexicanos decidieron organizar una reunión. Pasarían tiempo juntos antes de las fiestas, beberían y compartirían por última vez.
La reunión iba bien, el plantel entero estaba ebrio y la tristeza de semanas atrás se había diluido, todo era risas y bromas.
Kevin y Lozano aprovechaban cualquier momento y rincón para meterse mano, Guardado tuvo que llevarlos de las orejas un par de veces.
— ¡Es tu culpa, Chucky! Estás pervirtiendo a mi cachorro. – Andrés hablaba arrastrando las palabras.
— Estás borracho, anciano. Kevin es MI cachorro.
Lozano se había propuesto dejar de beber, pero por hoy haría una excepción.
Mientras aquellos peleaban por el cariño del defensa, Kevin se acercó al guardameta, que estaba bebiendo solo en un rincón.
— ¿Todo bien?
— Sí, algo así…
Memo se veía desganado.
— ¿Extrañas a tu novio?
— Novio… - pensó el mayor. — Nunca le pedí para salir.
Ochoa hizo un puchero, parecía a punto de llorar.
— Todos están tan ebrios…
Ochoa decidió salir de aquella finca un momento, tomar un poco de aire le vendría bien.
— Te extraño… - dijo el mexicano en un susurro.
— Y yo a vos…
Guillermo dirigió su mirada al cielo un segundo.
— Ahora ya hasta te alucino… ¿qué me hiciste?
Ochoa seguía mirando la luna, tiritando un poco por el frío de la noche.
Mientras estaba viviendo su momento de drama, el arquero sintió como unas manos le pasaban por la espalda al pecho, y un cuerpo más pequeño se pegaba a él.
— Me gusta, se siente calentito…
El mexicano se giró de a poco, bastante extrañado con la situación, encontrandose de frente con un bastante abrigado Leo Messi.
El argentino tenía la nariz roja, la diferencia entre la temperatura de Catar y La CDMX le tenía sufriendo.
— ¿Cómo…?
— No importa. Te dije que venía.
Memo sonrió como no lo había hecho en días. Abrazó al más bajo, cubriéndolo por completo con sus brazos y besando su cabeza.
— No puedo creer que el campeón del mundo me haya venido a buscar hasta acá...
El campeón del mundo, sería difícil descifrar cual de los dos jugadores se sintió más feliz con esa frase.
— Medio stalker, igual. ¿cómo diste con esta dirección?
— Yo se la di.
Por detrás de la pareja se hacía visible Andrés Guardado.
— Te vendí por una camiseta Memo.
Messi se soltó a reír al ver el gesto de Ochoa, mientras entregaba en las manos del otro mexicano un paquete, donde efectivamente, estaba su playera autografiada.
Andrés festejó para sí y se fue, dejando a la pareja a solas.
— ¿Y ahora qué? – Messi miraba a los ojos a Ochoa, y sus ojos parecían brillar más que la misma luna.
— Leo… Lio… - ambos rieron. — Ya sea en México, Argentina, España, Francia o donde sea… ¿me permitirías compartir mi vida contigo?
El color rojo en el argentino se extendió por el resto de su cara.
— Sólo si me prometés que todos los días me darás un beso, que cada que te vayas me dirás adiós, y que me dejarás tener a tus cachorros…
Guillermo quedó mudo ante la respuesta del argentino, pero notó que el otro no dejaba de mirarse la mano.
— ¿Qué estás…?
El mexicano tomó la mano del más bajo, que se resistía, y no pudo evitar soltar una carcajada al ver lo que tenía en ella; el delantero se había escrito aquella frase y la miraba para evitar olvidarse de algo.
— ¿Y esto?
— Dejá de reírte, tonto. Enzo dijo que me asegurara de decírtelo... y no quería olvidarme algo... – Messi agachaba su cabeza, con vergüenza.
Memo tomó la mano del otro una vez más, dejando un beso en ella. Un beso en la frente, en la punta de la nariz…
— ¿Siempre has sido tan lindo?
Antes de que el argentino respondiera algo, Ochoa cerró su boca con un beso.
— Todo lo que me pidas es tuyo.
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El mejor del mundo [ MESSI x OCHOA]
RomansUnos jóvenes Lionel y Memo se encuentran por primera vez en un campamento de talentos. Pero, lo que podía ser el inicio de una gran amistad, se ve nublado debido a un secreto del argentino. 25 años más tarde, ambos vuelven a encontrarse en las canc...