1. Sendero

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Finalmente, aquello que había planeado durante largo tiempo, me encontraba allí, en la U.A. Por medio del traslado de una institución a otra y bastante insistencia lo había logrado. El entrar era todo un prestigio y conseguir entrar en el último curso es una hazaña mayor, lo mejor de todo, a la clase A, 3°A.

Luego de una breve charla con el director y el que sería mi tutor, seguí a este último rumbo a mi nueva clase. El señor Aisawa era lúgubre, lento y de marcha cansada, yo, a diferencia, caminaba alegre, con cierta curiosidad, las dos coletas que recogían mi pelo color malva natural ondeaban de un lado a otro. El sensei fue quién entró primero para anunciarme, yo fui tras él,  decidida, aunque el tener tantas miradas encima me puso levemente nerviosa, espiré, el demostrar seguridad aunque no fuera así era mi mejor baza.

- Buenos días, me llamo Suzūe Satō, pero pueden llamarme Suzūe, sin formalidades.

Vi cómo por el fondo algunos chicos se alegraban, era normal, por lo que había visto habían pocas chicas.

- ¿Mi quirk? Soy capaz de reflejar en mi oponente el daño que recibe mi cuerpo, algo así cómo una muñeca vudú.

Seguro que muchos en su cabeza estaban tal que «Ah... Por eso tantas cicatrices, el color lila de su pelo y verde de sus ojos>>. Pues sí, esta todo relacionado, cicatrices de antiguas batallas y los colores iguales a un hematoma, habían tornado así cuando a los 4 años se desarrolló mi quirk.

- ¿Mis ideales? Ayudar a los que la sociedad les ha dado la espalda o, bueno, en sí quién lo necesite - «Aunque... mis maneras no son siempre las más correctas», pensé.

Escuchaste un suspiro del profesor.

- No hace falta hablar más. Siéntate con Midoriya, él te ayudará hoy y te enseñará la UA, los delegados están ocupados con otras cosas.

- Y Midoriya es... - por supuesto que sabías quién era, desde que escuchó su apellido temblaba cómo un flan pero no era bueno hacerse la espabilada tan pronto.

Al acabar las clases el chico había cumplido, y ahora estábamos de vuelta en el comedor, me vendría bien unirme a su grupo de amigos, parecían amables.

- Disculpa, soy el delegado, debí haber sido yo quién te guiara.

- No es problema, Midoriya fue un encanto.

Noté la mirada de la castaña sobre el chico, quizás molesta, quizás curiosa. En cualquier caso, la llegada de un pelivioleta me sacó de mis pensamientos.

- ¿Shinso? - reí -. No me lo creo cuánto tiempo.

- Ah, Satō ¿qué haces aquí? - no conseguiste descifrar si su estoicismo ocultaba algo de alegría por el reencuentro.

- Pues por lo que veo, lo mismo que tú.

- ¿Se conocen? - preguntó Uraraka.

- Satō era mi única amiga en el colegio.

- Que si nos conocemos... Estaba un poco colada por él en el colegio - reconocí algo ruborizada.

La información sorprendió a todos en la mesa. Incluso a él.

- Vamos, no me digas que no lo sabías. Era la única que te defendía, aunque bueno... también era en parte porque nunca me ha gustado dejar a los que sufren de lado.

Luego de ello la conversación siguió su curso normal. Ochako fue la primera en despedirse, pero me apetecía empatizar con ella, la seguí.

- Uraraka-san, ¿podemos hablar? Eres la primera chica con la que he hablado en el curso y eres bastante amable.

Torpe Tentación (one shots +18) || BNH x OC || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora