Cuatro.| Olor a café.

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Lunes, 13/ Octubre.

Toda la noche y parte de la mañana estuvo llorando, llorando y llorando, no hacía otra cosa más que eso, le dolía el pecho, el corazón si tenemos que ser específicos. Él solo tenía la sospecha de que aquel chico pelinaranja sería solo un amigo muy cercano para pasarse casi todo el día en la casa del rubio

Pausa aquí. Si, literalmente Minho se la pasaba casi todo el día en la casa del rubio, llegando para desayunar, almorzar y cenar con Félix, limpiar con Félix, platicar con Felix, jugar con Felix hacia de TODO con Felix ni siquiera lo dejaba respirar, tenían que respirar juntos. Y era algo frustrante porque el chico siempre aparecía cuando menos debía de hacerlo.

Siempre llegaba a las 9 de la noche a esa hora ya se encontraba tomando un té con Felix, a veces (casi siempre) el pelinaranja llegaba tarde o incluso otras veces muy temprano depende de su humor y de su horario de trabajo.

En realidad le molestaba que él chico llegará, no es como que el pelinaranja no fuera de su agrado para nada, era solo que él siempre llegaba en los momentos donde Felix y él tenían esa conexión mágica, dónde podía ver la constelación entera en los ojos de Felix. Amaba sentir las manos del rubio entre las suyas, su sonrisa de gomita, sus lindas carcajadas y el hermoso sonrojo que se formaba en sus mejillas cada que coqueteaba de una forma un tanto descarada con el lindo rubio. Pasar el tiempo con él era tan especial, se sentía el ambiente con un esplendor en el que a veces temía ser atrapado con el amor que dejaba en el aire con sus miradas y frases poco discretas.

Pero Minho era muy torpe y se entrometia hasta en la comida de los demás sin darse cuenta. Era algo que tenía de familia quiso suponer; porque notaba cuan arrepentido estaba cuendo interrumpia en sus momentos de amor de Felix y él. Aún que le parecía extraño que Minho se forzaba en fingir  su preocupación.

Seguía mal, me dolía hasta el cabello, para él solo era una suposición porque si bien Felix nunca le dijo nada si Minho y él eran más que amigos, tampoco lo negó, esa fue su primera sospecha; la segunda fue cuando los encontraba en la cafetería casi siempre riendo y almorzando juntos; la tercera fue cuando Minho llegó con un gran ramo de flores al trabajo de Felix. Ese día estaba muy emocionado porque saldría temprano de sus clases asignadas para los nuevos bailarines de la academia de donde trabaja y quería ir a recoger al lindo rubio. Lastima que lo único que se llevó fue un fuerte dolor de pecho.

Cuando decidió levantarse y deja de lamentarse, verificó su hora y comenzó a alistarse, tomo una corta ducha y se colocó unos jeans negros con unos converse de plataforma una camisa blanca y una chaqueta negra. Recogió su cabello en una pequeña coleta y tomo otra mochila en dónde echo un cambio de ropa para la clase que tenía hoy con los nuevos alumnos de danza, echo también productos para el cuidado de la piel y una liguitas con un cepillo.

Tomo todas sus cosas y las dejo en la mesa. Su departamento era cómodo y tenía el espacio perfecto para él y uno que otro amigo, claro está que también Felix, pero ahora no quería pensar en él, si no de nuevo se echaría a llorar hasta quedar seco como una pasa.

Tomo un yogurt de su refrigerador, últimamente le dolía tanto el estómago, muy probablemente los panes de aquella panadería vieja que se encontraba a dos cuadras de su trabajo estarían ya en el séptimo anillo del infierno, sabían mal, estaban duros, y quién atendía se notaba muy distraído, si fuera igual de alto que aquel chico muy probablemente le diría que dejará de pensar en aimer y se pusiera a trabajar, pero como el era una hormiga a su lado aún con sus 1.76 prefería no meterse en problemas.

Tomo todas sus cosas y se encamino rumbo a su trabajo, ese día sería muy difícil.

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Tea Boy| Hyunlix !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora