Prefacio | Por un rubio molesto.

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Prefacio | Por un rubio molesto.

Coloco con cuidado el último de aquellos relucientes platos sobre el sitio que les corresponde en la alacena mientras que sonrío satisfecha por haber culminado mi trabajo de nueva cuenta de forma exitosa, desato con cuidado aquel perfecto lazo que yo misma realice está tarde para mantener el lindo delantal rosa sobre mi cintura; doblo el delantal perfectamente y lo dejo descansando sobre uno de los estantes vacíos de la cocina, miro el reloj en la pared frente a mí y me apresuro a tomar mis cosas para poder dirigirme al frente del lugar procurando no perder ni un solo segundo.

—¿Te irás pronto a casa? —Pregunto intentando sonar amable más; el rubio frente a mí solo revolea los ojos mientras que se refriega el rostro un par de veces. Está frustrado.

—No Sakura; gracias a ti que te encanta tardar los miles de años fregando un par de platos. Siempre que me toca cerrar el jodido lugar haces lo mismo —Se queja a los gritos crispando mis nervios en el proceso; la sonrisa que traía de apoco se va desdibujando de mi rostro; sus muy groseras palabras resuenan en mis oídos y me hacen sentir enojada y es que él siempre consigue ponerme de malas con... básicamente su presencia; no necesito nada más para estar de malas.

—Claro. Porque no sabes cuando me encanta quedarme más tiempo del necesario escuchándote cantar como sí fueras un jodido gato en celo. Jodido idiota —Replico con un tono sarcástico que él comprende casi de inmediato pues frunce el entrecejo y me sujeta del brazo para arrastrarme hasta la salida del lugar.

—Espera ahí afuera por tu tonto hermano y ya no me estés molestando más —Me grita una vez más; cerrando la puerta justo en mis narices.

Evidentemente yo también quiero irme ya mismo pero me termino quedando de pie en el mismo sitio sin atreverme a moverme ni siquiera medio centímetro; estoy esperando por el idiota de mi hermano y su tonto auto de color rojo. Repiqueteo sobre el suelo siendo consumida lentamente por la desesperación que me provoca que aquel idiota no se digne a aparecer por ningún lado; el silencio de las calles vacías es abrumador y para nada agradable debo decir.

Estúpido y tonto Sasori; siempre está jactándose de ser un hermano mayor ejemplar pero llegando a recogerme con más de diez minutos de retraso; siempre, sí tan solo el tonto de Deidara me hubiera dejado esperar adentro del local a que Sasori llegara no estaría con aquellos escalofríos recorriendo mi cuerpo.

Unos pasos que me crispan los nervios y aquel cabello completamente despeinado que aparece repentinamente frente a mí me sacan de mis pensamientos asesinos en contra de Deidara y Sasori. Él pasa rápidamente frente a mí sin notarme aun cuando casi choca contra mí; le observo con curiosidad mientras que se sienta con aire tranquilo en una de las bancas que están tan solo a unos cuantos pasos de donde estoy de pie.

Me remuevo un poco en mi sitio sintiendo un poco inquieta; en realidad hay una mezcla de emociones en mi cuerpo; estoy asustada, nerviosa y por encima de todo siento demasiada curiosidad por la situación. Sí yo no supiera quien es él; me habría parecido que no era más que un sujeto peligroso y hubiera corrido tan rápido como me fuera posible porque debo decir que luce un poco más intimidante que de costumbre; aunque claro que sé bien que no es ese tipo de personas, aun así; dejo que la curiosidad me consuma y para nada evito mirarle una vez cada tanto por el rabillo del ojo.

Él levanta la mirada en mi dirección; me temo que me ha atrapado mientras lo miro pero ni siquiera con eso puedo apartar los ojos de él, de sus ojos especialmente oscuros; y ni que decir de ese cabello despeinado de apariencia suave; de aquel rostro que me es tan familiar y desconocido al mismo tiempo. Un escalofrío recorre mi cuerpo cuando sus ojos se encuentran directamente con los suyos; lo más rápido que puedo desvío la mirada como si quisiera pretender que aquello no ha pasado ni un poco siquiera.

Caer en el amor es... ¿Dulce?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora