Capítulo 4 |Por un cuaderno de notas

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Sakura

—Bien, con todo esto damos por terminada la clase del día de hoy —Exclama. Deja la tiza por encima de la mesa así como un montón de cosas escritas en la pizarra; las mismas que yo me apresuro a escribir.

Una vez el profesor sale del aula suspiro con mucho alivio. La temporada de exámenes está cada vez más cerca y eso solo hace que la presión sobre todos nosotros sea aún más pesada; decir que me encuentro de los nervios en estos días sería poco, para ser totalmente honesta a pesar de que los estudios se me dan bastante bien de forma casi natural no puedo dejar de sentir una presión terrible ocasionada por las constantes expectativas que todos los demás tienen de mí.

—Vayamos a comer. Me estoy muriendo con cada segundo que pasa —Lloriquea Ino. Ella me toma del brazo y me arrastra en dirección a la cafetería, el cual debería decir que es mi lugar menos favorito en estos días; porque tal pareciera que el destino me ha querido condenar a muchos episodios vergonzosos ahí dentro o al menos así es de unas semanas a la fecha.

Porque debería decir que no solo está aquel día de hace casi dos semanas cuando embarre el uniforme de Sasuke con aquel pastelillo. No; la cosa no se detuvo ahí, porque al destino aquella situación no le fue suficiente, también está el accidente a mediados de esta semana cuando por estar en el medio de una de las muchas discusiones provocadas por los rubios fui a dar de trasero al suelo frente a todo el mundo; a los cuales debo decir les pareció la mar de gracioso.

Sin muchas ganas arrastro mis pies hasta la cafetería, me formo en aquella enorme fila de estudiantes que se encuentran por demás hambrientos. Al menos el día de hoy me recibe el delicioso aroma de una apetitosa pasta; huele tan bien que seguro me hará recuperar energías.

Cuando ya tengo la bandeja en las manos solo me queda rezar para que esta no termine en el suelo ya que Ino y Deidara comienzan otra de sus ya acostumbradas discusiones; de esas que por lo general terminan en un muy terrible desastre. Apresurando mis pasos lo más que puedo me alejo antes de que sea yo quien más termine afectada por esto y es que prefiero conversar el bienestar de mi plato de pasta.

—Deberías tener un poco más de cuidado al manejar tu bandeja —Murmura tomándome por sorpresa. Él está sosteniendo un lado de la bandeja haciendo que se esta se encuentre perfectamente equilibrada; me maldigo silenciosamente mientras que él continúa haciendo aquello. La idea era alejarme de los rubios para conservar mi bella pasta porque una vez cada tanto se me olvida que el problema realmente no son ellos, ni siquiera cerca; sino más bien soy yo y mi peculiar imán para los problemas, ese es el verdadero detonante de la mala suerte.

Él lleva un gesto bastante relajado y hasta un tanto burlón en el rostro lo que de repente hace que todo mi cuerpo sienta una gran adrenalina; me vuelto una gran y temblorosa gelatina. La bandeja amenaza con caer al suelo gracias a que mis manos se han puesto sudorosas; pero él de nuevo la sostiene con un agarre confiado, seguro y por demás elegante.

—¿Necesitas ayuda para poner esto en un lugar seguro? —Cuestiona con algo de ¿Burla? —. No sería bueno que alguien anduviera por ahí con una gran mancha de pasta todo lo que le resta del día —Continua mientras quita por completo la bandeja de mis manos y la sostiene. Quizá me lo esté imaginando y suena de locos a decir verdad pero desde hace días cada que me topo con él me parece que no deja de burlarse de mí; aunque claro que me lo estoy imaginando porque él no es el tipo de personas que hace eso y aunque lo fuera ¿Qué motivos tendría? Yo no he hecho nada contra él, y no creo que quiera vengarse por el asunto del pastelillo.

Sin esperar a que yo siquiera pueda decirle la más mínima de las palabras camina en dirección hacía el sitio en que suelo sentarme de manera regular en compañía de mis amigos, la situación se pone un poco más extraña de lo que ya era en un principio; todas las miradas están repentinamente sobre nosotros como sí quisieran leer hasta lo más profundo de nuestro ser. Él deja la bandeja en mi sitio y mira en mi dirección observándome con mucha más atención de la que realmente me gustaría.

Caer en el amor es... ¿Dulce?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora