𝐒𝐖𝐅 | ❝ El mundo no ha planeado para nosotros, el universo no nos quiere juntos y creo que es una tontería ignorarlo. ❞
━━━━━━ Estella Kingsley no había pretendido que su fugaz romance con el hermoso desconocido terminara tan mal. Carlisle Culle...
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ESTELLA NO DURMIÓ AQUELLA NOCHE. Permaneció despierta observando un espectáculo invisible sobre su cabeza. El espectáculo era, por supuesto, la danza, dos figuras que se entrelazaban sin ellos en graciosos brazos y hacían girar el glamour. Estella tenía miedo de despertarse y darse cuenta de que todo había sido un sueño. Después de todo, Carlisle había sido tan onírico. No encajaba con el resto de la grandeza, no porque no pareciera con dinero o establecido, sino porque tenía una presencia etérea.
Su piel brillaba, su pelo era dorado y sus ojos inconfundiblemente diferentes. Estella juraba que los había visto cambiar de color y empezaba a pensar que no era sólo por la luz del fuego que reflejaban. También era su voz, aquella voz de seda que podría haberla calmado incluso en el huracán más espantoso. No le conocía, Estella no sabía nada de él. Entonces, ¿Por qué era imposible apartar su mente de él?
El día siguiente fue simplemente una cuenta atrás. Siguió con sus actividades frívolas, ninguna de ellas le importaba, por supuesto. Lo único que le importaba era la idea de escabullirse por la ventana mientras la luz del sol se atenuaba y proyectaba acuarelas naranjas y rosas sobre el horizonte. Podía verlo con los ojos de su mente, toda la belleza del mundo y él reflejándolo todo en su piel perfecta.
Estella esperó hasta que la casa quedó en silencio. Aparte de ella, vivía con su padre y las criadas, los mayordomos y las cocineras. Por supuesto, todos estaban en partes muy distintas de la casa. Estella sabía que no la oirían mientras cerraba cautelosamente la puerta de la viuda y bajaba a toda prisa los escalones de piedra en espiral hacia el mundo.
Tal vez fue la conciencia de la ingenuidad lo que la retuvo durante aquel claro instante. Estella sabía que todo aquello era demasiado bueno para ser verdad. Nunca en su vida había tenido la suerte de vivir algo así. Sólo había leído sobre ello, amor secreto que yacía en palabras de tinta oscura garabateadas sobre papel. No tenía sentido que encajara tan bien.
Tampoco tenía sentido, Carlisle.
Estella no quería preguntarse qué lo hacía diferente por miedo a que no le gustara la respuesta. Saber que él no era de por aquí bastó para que su corazón se llenara de tranquila ansiedad mientras recorría las calles casi vacías en dirección al lugar donde se había celebrado la fiesta tan sólo la noche anterior.
Parecía aún más hermoso sin las antorchas de fuego y el ajetreado toldo. La ausencia de las voces risueñas y los vestidos giratorios simplemente llamaba la atención sobre la llamada de la naturaleza a su alrededor. Árboles que se alzaban hacia el cielo y el hermoso lago que reflejaba el cielo topacio.
Al principio supuso que él no había venido, le golpeó más fuerte de lo que esperaba debido principalmente a la desbordante emoción a la que se había acostumbrado.
