𝐒𝐖𝐅 | ❝ El mundo no ha planeado para nosotros, el universo no nos quiere juntos y creo que es una tontería ignorarlo. ❞
━━━━━━ Estella Kingsley no había pretendido que su fugaz romance con el hermoso desconocido terminara tan mal. Carlisle Culle...
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El dolor era inimaginable. Estella ya no se sentía como alguien con cuatro extremidades y un corazón que latía, todo estaba perdido para ella. Se sentía como una bola de fuego. Tenía los ojos tan cerrados que sentía que no volvería a ver la luz. Todo se cerraba sobre ella, sentía que el pecho se le había roto en millones de pedacitos, ya no sabía dónde tenía los brazos y las piernas, pero supuso que se habían desparramado a su alrededor.
No tenía suficiente energía para gritar, estaba necesitando todo lo que tenía para aliviar el dolor. No es que estuviera funcionando muy bien. Le había robado toda su atención. Su mente se sentía como papilla mientras cerraba las manos apretando su carne. Horribles arañazos rojos cubrían su piel donde había intentado arrancarse la carne a arañazos. Sin embargo, a medida que avanzaba la transformación, la carne blanda y quebradiza empezaba a parecerse más a la pared de ladrillo que tenía detrás.
Estella se clavó las uñas en los antebrazos, con la esperanza de extraer sangre. Al hacerlo, ya era consciente de que no funcionaría. Se había acurrucado en la última esquina del callejón, observando cómo el cielo cambiaba sobre ella de añil a violeta, de verde amarillento a lavanda. La cabeza le daba vueltas a pensamientos terribles.
Estaba nerviosa, tan tensa que se preguntaba por qué su corazón aún no la había abandonado. Las lágrimas secaron su piel hasta que el rubor rojo que le habían proporcionado los meses de verano no fue más que un recuerdo. Estella se balanceaba de un lado a otro, con la boca abierta en un grito del que, sin embargo, no salía ningún ruido.
El rostro de Carlisle se detuvo ante el suyo, su voz en sus oídos, y vio cómo el rojo brillaba ante sus ojos. ¿Cómo pudo hacerle esto? ¿Cómo podía ser la causa de tanto dolor? ¿Cómo pudo dejarla aquí, sabiendo por lo que estaba pasando?
Un grito murió en el fondo de la garganta de Estella cuando se golpeó la cabeza contra la pared cercana. No le dolió, y aunque le hubiera dolido, Estella habría sido incapaz de sentirlo por encima del ya insoportable ardor que la recorría. Las comisuras de sus ojos se ensombrecieron por todo aquello, pero aun así consiguió mantener la mirada fija en el cielo.
Sólo se sintió un poco mejor cuando reaparecieron las estrellas. Había pasado un día. Aquello era una tortura en grado sumo. Estella no estaba segura de que alguna vez se recuperaría de este dolor, de que alguna vez desaparecería de su mente. Era imposible creer que hubiera habido un tiempo en el que no se hubiera sentido así, aunque sólo hubiera pasado un día.
El dolor la había contenido, era todo lo que podía pensar, era todo lo que podía sentir. Estella empezó a preocuparse de que ésta pudiera ser su vida, de que el dolor no acabara nunca. Quería morir, rezaba por ello, lo anhelaba. Se arrepintió de haber vuelto a tener esperanzas de vivir, esto no había sido lo que esperaba. Había creído que sobreviviría a cualquier precio, pero no podía ser cierto. Este no era un coste que ella hubiera esperado pagar.
