06.

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—Eu, Julián levántate.— Enzo desde una esquina del cuarto observaba cómo su compañero aún seguía placido en su cama. No veía que este se inmutara por lo qué le tiraba esos famosos "papeles con baba" que caían en toda la cara de la Araña.

Un pequeño quejido de su parte fue lo que Fernández recibió. El cordobés se dio la vuelta una vez tapándose con sus sábanas hasta la cabeza. Ni siquiera era consciente de la cantidad de papeles que tenía en su rostro.

—Ni Dios lo levanta.— Se cruzó de brazos. —Boe, comeré solo y después que se la banque.

Salió de la pieza dispuesto a almorzar. Eran las dos de la tarde y el hambre ya no lo dejaba ni pensar. Para sus gustos refinados esa hora era tardisima pero nadie lo había mandando a quedarse jugando al FIFA hasta las seis de la mañana sólo por no poder dormir.

En el momento lo único que pensó era en pedir un par de pizzas, era lo más rápido además de que a esa hora ni el kiosco de la esquina estaba abierto, por lo que en el momento las pidió recostandose en el sillón, no tenía nada más que hacer más que estar a la espera de las mismas que llegarían en treinta minutos.

En un abrir y cerrar de ojos tendría su comida deseada. O bueno, eso pensaba.

(...)

Los minutos seguían pasando y la paciencia del moreno cada vez se iba achicando más. Su estómago emitía sonidos de estar con hambre y aunque eso la cagara no podía alimentarlo con nada. Aquella noche se habían acabado hasta las galletas "Polvoritas" que tanto detestaba. Pero su pensamiento se borró al escuchar el golpeteo detrás de su puerta.

"Por fin", pensó y se aproximó a abrir con su billetera en mano.

Pero para su sorpresa y frustración no era el repartidor quién se encontraba detrás de la puerta, sino más bien, Abby, la entrenadora de la selección y posiblemente su nueva amiga.

—Qué no se note el sueño.— Chisteo con el aspecto del porteño.

Enzo río. —Hola Abby, ¿Qué te trae por mi pago?— Se recostó sobre el marco de la puerta.

—Buscaba a Juli. Desde hace banda le estoy escribiendo y no me contesta.— Comentó.

—¿Juli?— Miró hacia atrás. —Ah.. Nono, el pibe sigue dormido. Duerme peor que santiagueño ese.

Enzo había reído e inconsciente Abby le siguió.

—Somos cordobeses, Enzo. Nosotros dormimos hasta la hora en qué queremos.— Mostró compasión.

—Me di cuenta.— Se le quedó viendo.

—Cuándo se levante decile que vine y qué contesté cuándo lo llamen.— Sonrió a punto de irse.

—Le voy a decir.— Asintió chistoso. —Y perdón las fachas con la que te recibo. No puede dormir nada y..

—No des explicaciones, Enzo. Yo tampoco pude dormir.— Asintió la fémina. —Pero no los quiero ver llegar tarde o con esas caras de muertos, ¿Oíste?

—Si señora.— Sonrió el moreno con un tono firme.

—Señorita. No soy casada.— Le corrigió en un tono poco amigable.

𝗨𝗡𝗜𝗧𝗘𝗗𝗦  |  Cancelada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora