Confusiones

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Dedicado a Fleurelina


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Todo era oscuro y tormentoso, lo ultimo que recordaba era sentir un terrible dolor en su costado derecho, había quedado atrapado en una red de pesca mientras el cazaba en un banco de peces. Quienquiera que fueran los dueños de la red, no iban por los peces, si no por él. Escuchó a lo lejos el aullido de sus otros primos salvajes que no corrieron con tanta suerte y el aullido de su madre y sus hermanos que lo llamaban.

Nadó lo más que sus aletas le habían permitido, aun cuando sentía una fuerza presionando en contra. Lo más probable es que fuera a morir esa noche.

"Lo siento Crowley, creo que no podré probar los pastelillos".

Abrió los ojos de golpe, su respiración se agitó y pudo notar que estaba sudando. Tomó un momento en percatarse que estaba en su forma humana, hasta que el dolor en sus extremidades lo atacó, reprimiendo un gemido de dolor. Su desorientación no ayudó mucho a calmarlo al ver que estaba en lo que él suponía, era un hogar humano; las paredes eran de madera, se colaba débilmente una luz blanca a través de una cortina raída y no había rastro de arena o agua por ningún lado. Lo peor; no traía su piel consigo.

Ahora si que no pudo reprimir su pánico y comenzó a hipear mientras lloraba. 

Un ruido de molestia lo hizo permanecer en alerta, viendo hacia todos lados para saber de donde provenía, hasta que lo escuchó a un costado de la cama, se traba de Crowley, quien se removía en el suelo incómodo de ser despertado, aunque no parecía haberlo pasado bien estando ahí.

-¿Crowley?- 

La voz de Aziraphale lo hizo sobresaltarse, abriendo los ojos de golpe.

-¡Ángel! ¡ouch!- Justo cuando se levanto, su espalda pareció crujir, haciéndolo sobarse la zona afectada.- ¿Cómo te sientes?- Preguntó al revisar cualquier signo anormal en su amigo.

-Ciertamente terriblemente confundido ¿Qué hago aquí? ¿No morí? ¿Has visto mi piel?- Estaba muy asustado y aun derramaba lágrimas, aun cuando dejara de berrear como hace un rato.

Por supuesto, Crowley pasó por alto lo asustado que podría estar Aziraphale, ciertamente no esperaba ser rescatado por él en aquella gruta, seguramente se había resignado a morir dada la pelea que había dado anoche. Tocó con cuidado su frente y notó que estaba caliente.

-Tienes fiebre.- Le dijo preocupado.- Esta bien, tu piel esta a salvo, la verdad es que fue una casualidad cuando anoche regresé del trabajo.-

Le contó del barco de cazadores que había divisado y como por un presentimiento lo habían guiado hasta aquella gruta, le confesó con ciertas dudas lo que presenció anoche cuando lo curaba y su piel se despojó de su cuerpo y la tenía guardada después de haberle dado un pequeño mantenimiento, ya que había estado un poco maltratada por la red y el arpón.

-Lo siento, no sabía que hacer contigo, sentí que morirías si te devolvía al mar.- Se lamento Crowley, pensando que quizá había otra manera de salvar a su amigo que apartarlo de su hogar.

Sin emargo, a pesar de la pesadez que se leía en su rostro, parecía comprensivo.

-Esta bien, hiciste lo que creíste correcto. Bueno, quizá alguien de mi manada pudo ayudarme de haberme encontrado, pero lo veo poco probable dado el problema de los cazadores, así que te estoy eternamente agradecido por salvar mi vida.- Le dio una genuina mirada de agradecimiento que Crowley juró que sus mejillas se enrojecían.

El Mar y la Tierra [Good Omens]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora