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–SLIMEEEE
Gritó el azabache al ver cómo su protegido era empujado hacia la lava
"Gracias, Quackity de Las Nevadas"
Fue lo último que dijo el castaño de mechas verdes y viscosas, antes de ser empujado. El de ojos marrones corrió hacia la orilla de aquel acalorado precipicio, estaba cegado por la desesperación, le importaba poco si moría, solo quería salvar a la única persona en la que confiaba actualmente.
Pero no lo logró.
Un chico de cabellos rubios, lo alcanzó y lo arrastró por el suelo hasta que ambos llegaron a una zona segura de aquella cueva.
–Te dejaré vivir para que sufras su muerte...–sonrió de forma malévola–tú te lo buscaste, Quackity.
El azabache miró al chico que se encontraba de pie frente a él, frunció el ceño y reprimió sus lagrimas.
–Pará ti soy Big Q –dijo con rabia.
El de ojos morados soltó una ruidosa carcajada y al finalizar, miró al azabache con una sonrisa burlona.
–Has perdido ese título, niño –sonrió está vez sin mostrar su dentadura, se dio media vuelta y se fue.
–HIJO DE PUTA.. –Gritó con todo el odio que sentía en esos momentos mientras lágrimas brotaban de sus ojos, pero no recibió respuesta alguna.
El azabache soltó un grito que lo despertó, se percató que tenía los ojos húmedos y poco después la puerta de aquella habitación se abrió, las luces se encendieron así dejando al descubierto a un castaño con el cabello despeinado y su respiración agitada.
–Quackity...–se acercó rápidamente al muchacho que estaba llorando en aquella cama– ¿Qué sucede? –preguntó preocupado.
Cuando el de mirada carmín se sentó en la cama, el azabache inmediatamente lo abrazó con fuerza y escondió su rostro en el cuello del más alto.
–Tuve una pesadilla Lusu...–dijo mientras continuaba sollozando.
El castaño sonrió tiernamente y correspondió al abrazo del menor mientras acariciaba su cabello.
–Solo fue una pesadilla, patito –susurro.
El azabache sabía que no era sólo una pesadilla, aquello realmente había sucedido y por eso estaba llorando, porque todavía era una herida abierta.
