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El azabache sentía su corazón latir a una velocidad impresionante pero continuaba molesto con el castaño, no iba a pasar por alto que toda su estancia en TortillaLand se la había pasado junto al de mechón rubio, y no sólo eso, que ayer lo había dejado solo con su ex novio para irse con el líder de aquel pueblo vecino.
Sentía que en cualquier momento iba a explotar de la ira pero se estaba conteniendo.
–¿Ese chico que es de ti? ¿Quién es él? –preguntó serio y muy interesado por la respuesta del azabache.
El menor sonrió burlon y quería responder con la verdad pero quería molestarlo, quería que el castaño sintiera los mismos celos que él sentía hacia Auron.
–Llegó al pueblo hace unos días –se humedecio los labios y sonrió– me está coqueteando el muy atrevido –miró de reojo al castaño y este solo tenía una expresión seria.
El castaño estaba conservando la calma, no tenía el derecho de reclamarle a Quackity, no eran pareja, no podía exigirle que no quería verlo junto a él, su temperamento estaba incrementando pero no lo reflejó.
Carraspeo la garganta y miró al menor.
–¿Te gusta? –preguntó atento a la próxima respuesta del azabache.
El menor reprimió una carcajada y se mordió su mejilla interna.
–Es guapo –reprimió sus ganas de hacer una mueca ante lo que dijo pero lo admitía– pero "gustar" es una palabra fuerte, no tanto como "amar" pero si, es fuerte –se humedecio los labios– a mí me interesa alguien más, Luzu –miró fijamente al castaño y sus ojos se encontraron, así deteniendo su caminata.
El castaño sintió su corazón acelerarse pero al mismo tiempo sentia como se oprimía, le había alegrado saber que su enamorado no estaba interesado en aquel apuesto castaño, pero le desanimaba la idea de que su azabache estaba interesado en el chico con orejas de oso.
Quackity a pesar de tener una mala relación con los dioses, en aquel momento les imploraba que el castaño hubiera entendido la indirecta.
No la entendio.
Sin embargo, continuaron mirándose con anhelacion, algo que compartían, era que amaban mirarse fijamente, en momentos como esos, sólo existían ellos dos, no existían presiones, estrés, tristeza, enojo, preocupaciones, solo ellos dos atrapados en una burbuja que ellos no se daban cuenta, pero era de un amor muy puro.
Pero aquella burbuja se destruyó cuando llamaron al castaño, este desvío la mirada y le sonrió ligeramente a la persona que lo había llamado.
–Heroe Luzu –saludó alegremente el mayor– Que gusto encontrarme contigo.
»Ni quejarme puedo porque el pendejo ese también te lo robó.
