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Ambos chicos habían terminado de bañar a uno de los patos que poseía el nombre de: Tenta Culos.
El azabache se encontraba secando con mucho cuidado al pequeño pato, este mismo se encontraba sobre el lavamanos. Luzu entró nuevamente al baño, pero esta vez con el pato llamado "Calamardo" en sus brazos.
El chico de ojos marrones lo miró un segundo y continuó con lo suyo.
–Dejalo sobre la tina, por favor –ordenó amablemente– solo termino de secar a Tenta Culos y continuo con Calamardo –explicó mientras continuaba con su acción.
El castaño se agachó y colocó al pato sobre la tina con agua.
–No te preocupes, Quacks –dijo mientras se quitaba la sudadera y la dejaba sobre la tapa del escusado– puedo encargarme de Calamardo –miró al azabache– recuerda que es mi pato –desvío su mirada para continuar con sus planes– tú ya bañaste al tuyo.
Quackity lo miró con el ceño fruncido y respondió.
–Son nuestros hijos, Luzu, nuestros hijos.
El castaño soltó una pequeña risita pero ignoró las órdenes del azabache, el de ojos marrones le molestó que el otro no le estuviera haciendo caso y aunque el pequeño pato que se encontraba sobre el lavamanos, aún no estaba del todo seco, el de gorrito lo cargó y segundos después lo sacó del baño para que el animalito no tuviera la tentación de regresar al agua.
–Quitate, yo me encargo de Calamardo –dijo mientras intentaba alejar al castaño pero este se resistía.
–Es mi turno, Quackity –dijo en un tono tranquilo.
Ambos se encontraban arrodillados en el suelo del baño discutiendo sobre quien se encargaba del baño del pequeño pato que en ciertas ocasiones se escuchaba un "Cuack", pero en un mal movimiento, el azabache perdió el equilibrio y cayó encima del castaño, provocando que tiraran la tina y el pato se asustara, al igual que Luzu terminó con toda su ropa empapada a excepción de la parte donde se encontraba el chico de gorrito.
Luzu soltó un gruñido por el dolor y en cuanto abrió los ojos, lo primero que vio fue a Quackity encima de él, mirándolo fijamente, segundos después, la vista de aquellos ojos marrones viajaron hasta los labios del castaño.
–¿Quacks? –lo llamó pero éste parecía no reaccionar.
Luzu se encontraba muy confundido por el comportamiento de su amigo, no sabía que hacer o que decir, sentía su corazón palpitar fuertemente por la cercanía que el azabache poco a poco comenzaba a reducir.
El de ojos marrones ya no pensaba con claridad, estaba cegado por la tentación de sentir los labios de su mejor amigo con los propios. No pensaba en las posibles consecuencias que habría después, en ese momento no le importaba nada.
